Después de una cruenta inmersión en la Sinaloa que iniciaba su carrera en el narcotráfico, Emiliano Monge reaparece con una novela de una belleza ingobernable por donde avanzan las corrientes telúricas que consignaron Bernal Díaz del Castillo y los poetas anónimos a los que Miguel León-Portilla rescató de entre el silencio en La visión de los vencidos.
Tejer la oscuridad (Literatura Random House) es la urdimbre de un futuro apocalíptico y también la trama de la reinvención del pasado, es la anticipación y los escombros y la intemperie, la flecha del tiempo lanzada en sentido contrario. La masa terrestre se ha quebrado, el cielo luce roto, los océanos han dado paso al desierto, la temperatura semeja una hoguera perpetua y la guerra entre quienes han visto cómo su cuerpo se ha duplicado y quienes permanecen intactos cobra víctimas en ambos bandos. Si algo presiente el lector es que el año 2029 en el que arranca la novela anuncia un tiempo que semeja al de los antiguos pobladores de Mesoamérica antes de la pólvora, la viruela y los caballos. Es decir: mientras los personajes —un coro de niños, guerreras, videntes, iluminados, cazadores, portadoras de dones innombrables… y hacedores de un libro que contiene su historia, como si se tratara de un testamento— persiguen un futuro que avizoran junto al mar, nosotros, fieles a Tejer la oscuridad, empezamos a sospechar que si algo estamos leyendo es la crónica mestiza de los orígenes de los pueblos originarios de Mesoamérica y de su inevitable postración. El tiempo literario se mofa del tiempo histórico.
Emiliano Monge establece una narración entre vaivenes: del argumento en estado puro a la poesía, del diario al registro de sucesos, de los textos proféticos a la noticia, del relato de aventuras a la declaración confesional. Por si fuera poco, ha tomado la voz de aquellas voces que han llegado hasta nosotros a través de los informantes de Sahagún o del Chilam Balam: “hay sentimientos y hay palabras que no pueden anidar en nuestros cuerpos… palabras que no debemos llevar al mundo nuevo”. Ha tomado un riesgo supremo. No sólo se ha reinventado a sí mismo sino que ha probado que la buena literatura debe darle siempre la espalda a la vulgaridad y aspirar al verdadero virtuosismo.
Tejer la oscuridad
Emiliano Monge | Literatura Random House | México | 2020
AQ | ÁSS