Cometa rojo: una fuerza llamada Sylvia Plath

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En sus tres décadas de vida, acuñó una obra imponente y, tras su trágica muerte, conquistó una celebridad que excede con mucho la esfera literaria.

Sylvia Plath, 1932-1963. (Archivo)
Armando González Torres
Ciudad de México /

Este 27 de octubre, Sylvia Plath, la célebre poeta que decidió terminar con su vida en 1963, cumpliría 90 años. Pocas veces puede hablarse de una confluencia tan prodigiosa entre una obra literaria sólida y un legendario carisma. En sus tres breves décadas de existencia, la escritora acuñó una obra imponente y, tras su trágica muerte, conquistó una celebridad que excede con mucho la esfera literaria.

La muy premiada biografía de Heather Clark, Red Comet: The Short Life and Blazing Art of Sylvia Plath, recoge, con un acopio impresionante de fuentes, el ascenso y la caída de Plath e introduce matices en la figura que la posteridad ha venido construyendo.

La poeta ha sido sujeto de la autopsia de diversas modas teóricas que la han convertido en sucesivos estereotipos: la representación de los más distintos síntomas de la enfermedad mental o la vulnerable mártir de la opresión machista. Heather Clark busca rebasar estas etiquetas y rastrea exhaustivamente las muchas y ambivalentes dimensiones de su existencia.

Por esta biografía desfilan la niña que sufre la pérdida traumática de su padre; la bella, genial, libérrima y atormentada adolescente que comienza al mismo tiempo sus ensayos creativos y sus ensayos suicidas; la dotadísima estudiante que parte a Inglaterra y conoce al insondable Ted Hughes, con quien inicia un romance tan fecundo como conflictivo; la joven ya casada que combina su exhaustiva doble jornada como creadora y como madre de dos hijos; la infatigable creadora que busca imponer su talento a los prejuicios y barreras de género; la mujer angustiada que ve naufragar su estabilidad familiar y mental, y el capítulo final: el suicido en la casa que fuera de W.B. Yeats, enmarcado por el más crudo invierno del siglo pasado.

Para Clark, la figura de Plath ha sido frecuentemente “patologizada” o enarbolada por causas políticas, soslayando su vigor, su ambición y su maestría artística. Se le concibe más como una heroína o una víctima icónica que como una escritora llena de creatividad, coraje y energía. En efecto, Plath fue una mujer afectada por trastornos emocionales que, sin embargo, era capaz de grandes esfuerzos de concentración intelectual; una personalidad a ratos aislada, pero a menudo radiante con una extensa y productiva vida social, y un alma a la deriva, con dificultades para manejarse en la circunstancia cotidiana en su última etapa, pero con una formidable conciencia y voluntad de forma artística.

De hecho, la magnitud y calidad de la obra que dejó en apenas 30 años habla de una artista dotada, rigurosa y disciplinada, con una frenética dedicación al trabajo. Clark destaca el carácter pionero de la literatura de Plath, su anticipación a determinados tópicos de género y políticos, pero advierte el peligro de reducir su talento y compromiso estético a una bandera. Para la autora, la poesía de Plath, esa lúcida dolencia o asombro ante el mundo, constituye el testimonio más concreto y elocuente de su fructífera vida.

AQ

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