Las cifras terminan por ser muy variables, porque la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem) ha reconocido en distintas ocasiones que los datos pueden variar, pero es lo más cercano a algo oficial: en 2019 se comercializaron alrededor de 123 millones de libros, lo que significó una facturación neta de 11 mil 234 millones de pesos: en 2020 la facturación neta de libros impresos terminó por calcularse en alrededor de ocho mil 797 millones de pesos.
Ello da como resultado una reducción de 22 por ciento con respecto a 2019, debido a la contingencia sanitaria, lo que no solo se debió al cierre de las librerías, sino a las mismas dificultades de los grupos editoriales para continuar con la producción de los libros cuando se establecía el semáforo rojo.
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En el escenario más pesimista se calculaba un decremento de casi 30 por ciento, “lo que implicaría que la industria editorial habría dejado de facturar dos mil 329 millones de pesos o tres mil 162 millones de pesos en el escenario más negativo”, de acuerdo con datos elaborados desde la Caniem.
“Previo a la situación de cuarentena, entre enero y marzo, los ingresos mensuales de las editoriales presentaban una variación positiva de 9 por ciento. A partir de abril, los ingresos cayeron 41 por ciento en promedio cada mes, siendo el mes de mayo el peor, con un decremento en los ingresos de 62 por ciento, comparado con el de 2019".
En distintos escenarios, Juan Luis Arzoz, presidente de la Caniem, ha enfatizado que, ante la falta de apoyo de las autoridades gubernamentales, el trabajo que se tiene que hacer es a través de los canales de venta, lo que refleja la necesidad de llegar de distintas formas a los lectores.
“Un enfoque más hacia el lector, para lo cual se requiere crear grupos de lectura que ayuden a mejorar la situación. Una parte muy importante es evitar la piratería, un flagelo que nos pega durísimo en todas las ventas regulares del libro, tenemos una campaña que se denomina Ponle punto final a la piratería y el año que entra sacaremos otra campaña para evitar la piratería, tanto en libro físico como en digital”.
De acuerdo con Quetzalli de la Concha, presidenta del Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor (CeMPro), el problema de la piratería de libros en México sigue en aumento: en impreso se habla de un 41 por ciento de consumo de libros pirata dentro del 100 por ciento de lo que se considera el mercado editorial, y en la parte digital se ha documentado alrededor de 48 por ciento.
La lucha de las librerías
Hay una frase que se hizo popular durante 2020: cuando suena la caja fuerte de las librerías, la industria editorial se pone en movimiento. Más allá de los esfuerzos que distintos grupos han desarrollado para acercar los libros a los lectores, las librerías no han dejado de ser el principal canal de comercialización, alrededor del 33 por ciento del total de producción corresponde a lo que ingresa a través de las librerías, el 31 por ciento a ventas al gobierno y poco más del 16 por ciento a ventas a escuelas, de acuerdo con cifras de la Caniem.
Claudia Bautista, presidenta de la Red de Librerías Independientes (RELI), reconoce que se dio un reacomodo en la percepción de lo que son las librerías de parte del lector y de la cadena del libro: en el mundo de las librerías todo era muy tranquilo, tenían sus retos y las crisis, pero solían vivirlas muy hacia adentro y poco se notaba, poco se comentaba más allá de las cuatro paredes de cada uno de los espacios. De ahí la importancia de la sacudida por la pandemia, lo cual no significa que se hayan encontrado todas las respuestas.
lnb