Las dos semanas de la COP26 estuvieron marcadas por los gritos de los jóvenes, la ira de los países pobres y anuncios marcantes que, pese a todo, dejarán al planeta expuesto a un calentamiento por encima de los 2.0 grados centígrados.
Al inicio de la cumbre, más de 120 jefes de Estado desfilaron por la sala plenaria del centro de conferencias de Glasgow. Los grandes emisores de CO2 prometieron hacer más contra el calentamiento y las pequeñas islas del Pacífico amenazadas por el aumento en el nivel del mar clamaron por ayuda.
"Nosotros queremos existir en cien años, y si nuestra existencia significa algo, debemos actuar en el interés de nuestros pueblos que dependen de nosotros", expresó la primera ministra de Barbados, Mia Mottley.
Los grandes ausentes: los presidentes de Rusia (Vladimir Putin) y de China (Xi Jinping). El primer ministro indio, Narendra Modi, causó sensación al anunciar por primera vez que su país pretende alcanzar la neutralidad de carbono para 2070, y reforzó la meta de reducir sus emisiones para 2030.
La lluvia diluviana no impidió que decenas de miles de personas de todas las edades desfilaran por las calles de Glasgow el 6 de noviembre para reclamar "justicia climática" y medidas inmediatas para las comunidades golpeadas por el calentamiento global. La víspera, miles de jóvenes se manifestaron en la ciudad escocesa con la activista sueca Greta Thunberg a la cabeza.
La líder del movimiento juvenil por el clima fue contundente: "no es un secreto que la COP26 es un fracaso", sostuvo en la manifestación. Tras el cierre de la cita, resumió el acuerdo final como puro "bla bla bla".
La COP26 también estuvo marcada como nunca antes por la voluntad de numerosos países por acelerar la salida de los combustibles fósiles, causantes del calentamiento. Una veintena de países se comprometieron también a poner fin, de aquí a 2022, al financiamiento internacional de proyectos de energías fósiles sin técnicas de captura de carbono.
Otra coalición de una cuarentena de naciones publicó una declaración de transición del carbón a una energía adecuada, y otros países lanzaron una coalición para abandonar el petróleo y el gas. Un centenar de países se comprometieron a reducir sus emisiones de metano en al menos 30 por ciento hasta 2030.
Antes del cierre de la COP26, China y Estados Unidos, mayores emisores mundiales de gases de efecto invernadero, anunciaron un acuerdo sorpresivo para "reforzar la acción climática". Esto fue saludado con prudencia por los observadores, que reconocen la voluntad de los dos países de dejar atrás sus diferendos para discutir sobre el clima.
Pero con más de 24 horas de atraso, el 13 de noviembre poco antes de las 20:00 horas locales, un golpe de martillo del presidente de la COP26, Alok Sharma, marcó la adopción del Pacto de Glasgow por el clima, destinado a acelerar la lucha contra el calentamiento.
El ministro británico anunció el acuerdo con voz emocionada y lágrimas en los ojos, tras un reclamo de último minuto de China e India que extendió la jornada llena de tensiones.
Pese a los "pasos adelante que son bienvenidos", como la referencia a los combustibles fósiles, "no son suficientes", declaró el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Destacó que el mundo aún se dirige a un calentamiento más allá de los 2 grados, que lo dejan "a las puertas de una catástrofe climática".
dmr