Adultos mayores en España resisten guerras, crisis económicas y coronavirus

Desde hace 15 días vemos pasar la vida desde la ventana. El pasado 14 de marzo, el presidente Pedro Sánchez comparecía ante los medios para anunciar que se decretaba el estado de alarma.

Anciana en el decimotercer día de confinamiento por el covid-19. (EFE)
Elvira Medina
Murcia, España /

Desde hace 15 días vemos pasar la vida desde la ventana. El pasado 14 de marzo, el presidente Pedro Sánchez comparecía ante los medios para anunciar que se decretaba el estado de alarma que, traducido al lenguaje de lo cotidiano, significa que no se puede salir de casa y solo permanecerán abiertos aquellos servicios imprescindibles, como tiendas de alimentación, farmacias o centros de salud.

​Nada que no supiésemos. Llevábamos días mirando de reojo a nuestros vecinos italianos que ya contaban por centenas a los fallecidos (hoy superan los 10 mil), con todo el norte del país bajo la parálisis y el resto conteniendo la respiración y con un sistema sanitario al borde del colapso y sus profesionales extenuados. Aquello que sucedía en la lejana China hace unas semanas no era tan ajeno. Se estaba acercando.

"Por eso, no nos sorprendió el Real Decreto emanado del Consejo de Ministros que nos emplazaba al confinamiento. La premisa era clara: Quédate en casa para salvar vidas”.

La cuestión es bien sencilla, hay que frenar la curva de contagio de Covid-19 para evitar que colapse nuestro sistema sanitario. Una medida aparentemente fácil teniendo en cuenta el alto coste que pagaríamos por quebrantarla: la vida de muchos de nuestros mayores.

Se nos ha repetido hasta el agotamiento que el brote ha encontrado en las personas mayores su principal objetivo: 95 por ciento de los fallecidos en España tiene más de 60 años. Teniendo en cuenta que en dicha nación viven casi 9 millones de personas mayores, 20 por ciento de su población, no es cuestión baladí.

Hace unos días, el presidente estadunidense Donald Trump decía que Italia estaba sumida en el caos porque “es un país de viejos”. Y sí, España también lo es. Una nación de los mismos adultos mayores que sobrevivieron a una guerra civil y la escasez de la posguerra, a 40 años de dictadura y en los que, además, recayó gran parte del peso de la crisis económica de 2008 pese a sus insuficientes pensiones.

Los mismos viejos que volvieron a acoger a sus hijos e hijas ya emancipados, cuidaron de nietos y llenaron despensas y frigoríficos. Los mismos adultos mayores que hoy están muriendo solos y aislados en los hospitales rodeados de medidas de protección.

Hace 15 días que vemos la vida desde la ventana para protegerlos, recluyéndonos y cuidándonos entre nosotros porque es momento de dar una respuesta colectiva y solidaria. Me pregunto qué verán estos días desde su ventana los mayores y si se sienten orgullosos de nosotros.

Sé que observan barrios y calles vacías, familias confinadas teletrabajando y reinventándose para entretener a los niños que hace 15 días que no van al colegio. Quiero pensar que disfrutan viéndonos cantar y hablar desde los balcones. Que sonríen con los infinitos memes que les llegan a diario por WhatsApp y las muestras de ingenio agudizadas por la cuarentena.

Deseo creer que se emocionan con nosotros cuando cada día a las ocho de la tarde nos asomamos a las ventanas a dedicar un sentido aplauso a los guerrilleros de esta pandemia: a nuestro personal sanitario, a nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad y a todos los que continúan trabajando para que este mundo atípico siga girando. Quiero pensar que saben que estamos aquí por y para ellos y que pretendemos devolverles lo que nos dieron sin pedir nada a cambio.

Quiero que sepan que cuando esto pase seguiremos luchando por un sistema público que apruebe medidas sanitarias, sociales y económicas para que no se deje a nadie atrás. A ellos tampoco. Que haremos de la necesidad virtud, porque solo el pueblo salva al pueblo y este virus solo lo paramos entre todos. #QuédateEnCasa.

ledz

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