Aunque el domingo se logró el récord de solo tres fallecidos en 24 horas, con sus 219 nuevos contagiados de coronavirus crece la alarma en Italia porque el comportamiento popular de relajamiento de las medidas de aislamiento e higiene ponen en peligro la drástica disminución de la pandemia en el país, que entre febrero y mayo fue el más castigado de Europa.
“Las internaciones prosiguen y hay camas de terapia intensiva de nuevo ocupadas. El virus es el mismo, lo que pasa es que aprendimos mucho a curar a los enfermos. Además los internados ahora son más jóvenes porque violan las medidas de seguridad. Tenemos que resistir seis meses más, el peligro de una recaída es enorme”, afirma el profesor Massimo Andreoli, director de Enfermedades Infecciosas en la Universidad de Tor Vergata de Roma.
El consejero del ministro de Salud Pública Walter Ricciardi sostiene que es necesario aumentar los controles, aplicar las multas y otras sanciones.
En agosto se espera que llegue al máximo el número de italianos en el mar y la montaña. El peligro se concentra en las playas y en lugares de diversión de miles y miles de jóvenes que se juntan y bailan pese a estar prohibido.
Pero Italia no puede volver atrás con las medidas rígidas de cuarentena que se aplicaron durante la peor oleada de la pandemia, en marzo, abril y mayo, con buenos resultados.
“El país no puede permitírselo”, asegura la viceministra de salud Sandra Zampa. La economía se derrumbó con una caída del 11.2 por ciento del PIB nacional y una pérdida de consumos que supera el 30 por ciento. Son los peores datos en toda la Unión Europea, compuesta por 27 países.
Médicos y científicos lanzan continuas advertencias sobre el peligro de una nueva oleada de contagios cuando se aproxima, en setiembre-octubre el otoño e invierno.