Tensión EU-China altera la geopolítica de divisas

FINANCIAL TIMES

Nerviosismo. En el país asiático crecieron los productos de préstamos de alto riesgo.

El Banco Popular retomó su línea dura tras el brote. (Jason Lee/Reuters)
David Lubin
Londres /

A primera vista, el miserable estado de la economía global hace que parezca extraño que en estos días cualquier banco central se pueda caracterizar como de línea dura... sin embargo, esta no es una mala descripción para el Banco Popular de China. Hay algunas razones técnicas un poco nerds para esto pero también hay un panorama más grande: llamémosle la política de la geopolítica monetaria. 

Como dijo el líder revolucionario de China, Mao Zedong, al hablar de las tácticas de guerra de guerrillas en la década de 1930, “cuando el enemigo avanza, nos replegamos”. En 2020, parece cada vez más claro que a medida que avanza la Reserva Federal, el Banco Popular de China se retira.

Sin duda, el Banco de China flexibilizó la política monetaria de manera decisiva cuando la economía cayó por primera vez bajo el peso de los confinamientos. Las tasas de mercado cayeron bruscamente y el crecimiento del crédito se aceleró. En ese sentido, siguió el manual de tácticas.

Pero no fue por mucho tiempo. Para mayo, las tasas de mercado ya empezaban a repuntar, con el rendimiento de los bonos soberanos a 10 años que subieron cerca de los niveles previos al coronavirus. Esto reflejaba el comportamiento de los funcionarios, que expresaban su incomodidad con la política monetaria laxa.

En el foro anual de política de Lujiazui en Shanghái en junio, Guo Shuqing, el funcionario monetario de mayor nivel de China, descartó inequívocamente cualquier posibilidad de que el banco central pudiera recurrir a las herramientas desplegadas por algunos de sus homólogos occidentales: tasas de interés negativas, monetización de déficit presupuestario, o una gran expansión del balance del banco central. Los políticos chinos evitan lo que Pekín llama estímulo de “irrigación por inundación”.

Pero la economía china apenas está fuera de peligro. Uno puede pensar que los incentivos para impulsarla son fuertes, ya que el Partido Comunista se acerca a sus celebraciones del centenario el próximo año. La explicación geeky de ese conservadurismo se relaciona principalmente con la lucha perpetua de China con los riesgos creados por la propensión a la ingeniería financiera entre los participantes en los mercados del país.

La flexibilización monetaria de la primavera permitió que floreciera el financiamiento paralelo —préstamos que se hacen fuera del sistema bancario—y por primera vez desde 2018, hubo un crecimiento de los productos de préstamos de alto riesgo que ponen nerviosos a los reguladores chinos, como préstamos fiduciarios, préstamos de terceros y aceptaciones bancarias.

Por lo tanto, la política monetaria más estricta desde entonces puede verse en gran medida como un esfuerzo para restringir este tipo de actividad, particularmente en vista de la ansiedad creada por el mercado de valores en auge.

Pero el elefante en la habitación es el deterioro de la relación entre Estados Unidos y China. El entorno global políticamente hostil en el que se encuentra China hace del conservadurismo monetario una necesidad estratégica.

China carece de una moneda global y es un posible blanco de sanciones financieras. Con esto en mente, Pekín tiene un fuerte incentivo para mantener grandes reservas económicas.

Rusia tiene mucha experiencia con este enfoque de formulación de políticas defensivas, y ha tenido bastante éxito en ello; sus reservas de divisas ahora representan 35 por ciento del producto interno bruto.

Para China, las vulnerabilidades estratégicas crecerían rápidamente si sufriera una fuga de capitales o empezara a tener un déficit de cuenta corriente. Cualquiera de los resultados puede hacer que la economía dependa del endeudamiento externo y requerir que el banco central reduzca sus reservas de divisas.

En los primeros meses de 2020, parecía que este tipo de vulnerabilidad se estaba mostrando. El saldo de la cuenta corriente de China se volvió negativo en el primer trimestre, solo por cuarta vez desde 2001.

Es poco probable que los responsables de la formulación de políticas en Pekín estén satisfechos con esto, especialmente porque los datos indican que el capital puede haber estado abandonando el país.

El gasto neto en turismo extranjero durante ese trimestre fue solamente 25 por ciento más bajo que el promedio trimestral en 2019, algo extraño para un periodo que se caracterizó por un confinamiento casi total. Analistas sospechan que el “turismo” se usa para ocultar las salidas de capital no registradas. 

Y ADEMÁS

ENDURECIMIENTO PARA NO ABANDONAR EL YUAN

El endurecimiento de la política monetaria en los últimos meses puede entenderse como una forma de apuntalar la estabilidad financiera y reforzar las defensas de China. Las tasas de interés más altas dan a las empresas y hogares chinos menos razones para considerar abandonar el yuan. Si la política monetaria extremadamente flexible en la Fed crea el riesgo de que EU esté degradando su moneda, China puede estar cruzando los dedos para que esa degradación pueda conducir a malos resultados para la economía estadunidense.

*Jefe de economía de mercados emergentes en Citigroup.

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