david pérez
  • La obscenidad de tener razón

    Quizá por eso incomoda tanto Borges hoy. Porque en una época obsesionada con corregir, exhibir y sentenciar, recordar que tener razón puede ser una ordinariez es una forma discreta, pero radical, de la ética del cuidado.
  • Después de la verdad

    Crecí con la idea de que decir la verdad era una virtud. Que buscarla, incluso, era una tarea noble.
  • El acuerdo roto

    La paz sostenible exige voluntad local, garantías efectivas, desmilitarización real, iniciativas de reconstrucción social y, sobre todo, escuchar a las comunidades afectadas.
  • Conversar como acto de rebelión

    Creí que conversar era una forma de defender mis ideas hasta que el otro cediera sin importar que el otro fuera mi profesor.
  • Nombrar el daño

    Pero la ética no se practica sólo en lo privado y en silencio, aquí la mano derecha tiene que hacer saber a la mano izquierda el daño que está generando.
  • Vulnerabilidad corporal

    El desafío aquí es pasar de creer que el cuerpo debe adaptarse para no molestar a entender que dejarme ver —con todo lo que soy— ya es una forma de disidencia ética.
  • Samara y las ganas de vivir

    En lugar de permitir el duelo, el enojo o la angustia como respuestas legítimas a la injusticia, se medicaliza, se calla, se reemplaza por sonrisas vacías.
  • El cansancio de obedecer

    La cultura del “tú puedes todo” ha desplazado a la crítica sobre la autoexplotación. Pensar, en este contexto, es una forma de desobediencia.
  • El arte de incomodar

    Me fui a casa con esa sensación pegajosa de haber fallado, a veces me confundo entre la capa de superhéroe y la capa de la culpa. No solo por lo dicho, sino por lo no dicho.