Esta semana sabremos quién será el nuevo presidente de Estados Unidos y conoceremos la decisión de la Reserva Federal. En la primera noticia, no solo es decidir sobre la economía número uno del mundo, sino para el cargo más importante de dicha economía.
En lo personal, ninguno de los dos candidatos me encanta. Soy un convencido de que los extremos son malos, aunque hacia allá se esté moviendo la política. Uno, de extrema derecha; la otra, de extrema izquierda. Las dos propuestas, en materia de déficit, me preocupan, y las finanzas públicas no parecen mejorar. La continuidad al socialismo demócrata no me gusta, tampoco la estrategia de bajar impuestos y recuperarlos vía tarifas a países importadores.
Lo último me preocupa porque puede detonar inflación. Si gana Trump, la volatilidad a corto y mediano plazos será mayor; si gana Harris podríamos ver continuidad de lo que se tuvo con Biden.
No sé qué es mejor o peor para México y el mundo, porque no todo es finanzas y economía, también hay geopolítica y muchos conflictos. La manera de atenderlos de los candidatos también es diferente. En fin, lo principal es que la gente salga a votar y que a todos nos vaya bien con el vencedor, y que el vencido reconozca la derrota.
Por otro lado, tenemos a la Fed, que el jueves seguramente bajará otro 0.25% la tasa y continuará con su plan, de acuerdo con lo que Jerome Powell ha venido anunciando. Después pienso que todavía en su reunión del 18 de diciembre bajará la tasa otro 0.25%.
La temporada de reportes sigue siendo buena, y en 75% de los mismos las expectativas han sido excedidas. La semana pasada reportaron “las cinco magníficas”. En general, lo volvieron a hacer de manera positiva. Solo resta Nvidia, que reporta hasta el 20 de este mes.
Espero que hayan tomado las previsiones sugeridas y, ante la volatilidad que se viene con el posible resultado electoral, estén diversificados, sabiendo que en estos momentos hay que actuar con cabeza y serenidad para llegar ya preparados y no ser reactivos a decisiones que se debieron tomarse hace meses.
Hay que recordar lo errático del tipo de cambio hace ocho años, así como hace cuatro años con la pandemia. Después de esos episodios, hoy lo que sabemos es que en estas “crisis”, los dólares se debieron haber vendido y no comprado.
Permanecer invertido y sereno es la mejor estrategia en el mediano y largo plazos.