Esposado, con una mirada fija a la cámara y vestido de negro desde la punta de los pies a la cabeza fue como autoridades federales presentaron a Néstor Isidro Pérez Salas, alias El Nini, luego del intenso operativo que desplegaron en Culiacán, Sinaloa para capturarlo.
El jefe de seguridad de Los Chapitos fue trasladado vía aérea hasta la Ciudad de México, en donde quedó a disposición de la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada (FEMDO). No obstante, tras la difusión de sus primeras imágenes detenido una ola de controversia se desató en redes sociales.
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Si bien en su descripción plasmada en el Registro Nacional de Detenciones se especificó que el hombre de 30 años vestía con tenis, pantalón y playera negra en el momento de su aprehensión, en las fotografías difundidas se aprecia el logo de una exclusiva marca impreso justo a la altura de su pecho.
Información disponible en la página web oficial de la firma italiana Dolce & Gabbana, una playera como la que portaba El Nini tiene un costo que oscila entre los 12 y los 17 mil pesos mexicanos, un precio impensable para gran parte de la ciudadanía, pero no para el “guardián” de los hijos del fundador del Cártel de Sinaloa.
El consumo y su influencia en la delincuencia organizada
Los capos de la ‘vieja guardia’ que asentaron las bases del lucrativo negocio ilícito en México emergieron desde los campos de marihuana y amapola con botas vaqueras, sombreros, pantalones de mezclilla y camisas sencillas.
Las marcas de lujo no formaban parte de su día a día, como tampoco lo fueron vehículos de alta gama o joyas. No obstante, fue en sus hijos en donde se comenzó a ver un severo cambio en el estilo de vida, mismo que ha permitido crear un “estereotipo” sobre aquellos que forman parte de organizaciones delictivas.
"Las prácticas de consumo de estos personajes explica el sistema social en el cuál están inmersos, los valores y cambios simbólicos que se le otorgan a ciertos objetos materiales y el uso de los mismos en una sociedad que directa e indirectamente acepta y mitifica, pero a su vez condena y rechaza el actuar de estos capos", se explica en un artículo publicado en 2018 a través de la Revista de Ciencias Sociales, Humanas e Engenharias.
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Desde siglos atrás, ostentar un lujo -ya sea excéntrico o no- es una práctica comúnmente relacionada a una clase social, la cual por lo general ha contado con una acumulación de capital superior a la del promedio, tal y como lo han hecho las diversas organizaciones delictivas que han logrado acumular millonarias fortunas gracias a sus actividades ilícitas.
Es esa aspiración a pertenecer a una determinada clase social o su intención de demostrar su poder a través de sus bienes económicos lo que orilló con el paso de los años a narcotraficantes a consumir y presumir algunas marcas de lujo que únicamente están al alcance de unos pocos.
Los ‘narcojuniors’ y su ostentoso estilo de vida
El 18 de marzo de 2009, personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) logró la detención de Vicente Zambada Niebla -mejor conocido como El Vicentillo- en la Ciudad de México.
El hijo de Ismael El Mayo Zambada era buscado por autoridades mexicanas luego de que fuera identificado como responsable de parte de la estructura operativa, logística y de seguridad del Cártel de Sinaloa.
La detención de El Vicentillo fue anunciada con bombo y platillo y, sin planearlo, el capo parecía vestido para la ocasión pues fue presentado ante la prensa luciendo un saco negro aterciopelado de la exclusiva marca Giorgio Armani, cuyo precio en aquella época se especuló que oscilaba en más de 50 mil pesos.
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En ese mismo año, en las inmediaciones de una de las colonias más exclusivas de la Ciudad de México fue detenido el hijo de Amado Carrillo Fuentes, mejor conocido como El Señor de los Cielos.
Su nombre es Vicente Carrillo Leyva y fue identificado como un importante cabecilla del Cártel de Juárez, por lo que se ofrecía una recompensa de 2 millones de dólares como recompensa por información que pudiera llevar a su captura.
Conocido también como El Ingeniero, las imágenes de su detención llamaron la atención de la opinión pública al lucir un conjunto de pants de la marca Abercrombie & Fitch, una de las más populares durante la primera década de los 2000 's.
El furor por las playeras tipo polo
Aunque diversos trabajos periodísticos dan cuenta del gusto que narcotraficantes de distintas organizaciones delictivas en México tienen por ropa de marca o joyería, las playeras tipo polo se volvieron una constante en sus vestimentas.
Aquella moda se dejó de ver en detenciones relevantes como la de Édgar Valdéz Villarreal, alias La Barbie. Si bien la cínica sonrisa que mostró frente a las cámaras acaparó la atención de la opinión pública, fue también su playera tipo polo Ralph Lauren de color verde la que en poco tiempo se convirtió en una de las más codiciadas de la marca.
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El lugarteniente del Cártel de los Beltrán Leyva tenía a su servicio un operador con quien compartía no solo su ambición por ampliar su millonario negocio ilícito, sino también un guardarropa similar.
En abril de 2011 fue aprehendido en la Ciudad de México José Jorge Balderas, alias El JJ, un socio de La Barbie acusado de haber disparado al futbolista Salvador Cabañas mientras se encontraban en un centro nocturno conocido como el Bar Bar.
Personal de la Policía Federal presentó a El JJ frente a los medios de comunicación mientras lucía una camisa tipo polo color azul marino de la misma marca que la de su ex jefe Édgar Valdéz Villarreal.
A la colección de líderes criminales que han sido detenidos mientras lucían playeras tipo polo se sumó Marcos Carmona Hernández, alias El Cabrito, quien se desempeñaba como jefe de plaza de Oaxaca para el Cártel de Los Zetas.
En las imágenes de su detención se le aprecia al El Cabrito lucir una playera Ralph Lauren de color rojo con números bordados en sus brazos. El ex integrante del cártel de la última letra también portaba un chaleco antibalas en su presentación ante la prensa.
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Las playeras tipo polo se convirtieron en un sello característico de los capos detenidos durante la primera década de los años 2000’s y, aunque actualmente los mismos modelos que lucieron ya no se encuentran en venta en páginas o tiendas oficiales, se especula que tenían un costo de entre mil 500 y 2 mil pesos mexicanos.
Las marcas en los cargamentos
El gusto de los narcotraficantes por las marcas de lujo no se ha limitado únicamente a su vestimenta o accesorios, sino que también han hecho uso de sus logotipos en operaciones de su lucrativo negocio.
En diversas ocasiones autoridades han asegurado cargamentos que llevan impresas misteriosas imágenes que evocan desde firmas de ropa hasta productos de uso diario e, incluso, nombres de eventos, personajes o caricaturas.
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A mediados de julio de 2022, personal de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) incautó en la Ciudad de México poco más de una tonelada de cocaína que, de acuerdo con investigaciones de autoridades capitalinas, tenían como destino Los Ángeles, California.
Los tabiques del narcótico decomisado que estaban escondidos en un trailer de carga llevaban impresas etiquetas con marcas como Prada o Tesla, un detalle que llamó la atención de la ciudadanía.
Por su parte, la Fiscalía de Nueva York también ha dado cuenta del aseguramiento de paquetes de narcóticos que llevaban impresos logotipos alusivos al famoso futbolista Cristiano Ronaldo, CR7, u otras marcas como Lacoste.
Especialistas en crimen organizado señalan que las organizaciones delictivas utilizan los distintivos para diferenciar los envíos que mandan y reciben. Aunque podría pensarse que dichos sellos están relacionados con la calidad de las sustancias, lo cierto es que se relacionan directamente con los proveedores y destinatarios del narcótico.
De este modo, en diversos cargamentos se han ubicado no solo slogans de marcas como Gucci, Prada o Lacoste, sino también de vehículos como Tesla, Toyota, Nissan e, incluso, la propia Coca-Cola.
A través de los años distintas organizaciones delictivas han utilizado las marcas de lujo como un medio de legitimar su poder no solo a través de su propia vestimenta, sino también en su millonario negocio.
ATJ