Paulina Flores es madre de dos niños de 5 y 8 años. El anuncio de la Secretaria de Educación Pública de suspender las clases a partir del 23 de marzo, por la emergencia sanitaria del coronavirus, le cayó como balde de agua fría en la cabeza.
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“Pues es un lío, porque yo no tengo con quién dejar a mis chamacos, lo que haré es traérmelos, aquí al trabajo, pero es muy fastidioso pobres para ellos y nosotros es muy largo el día aquí. Solo se están tranquilos con el celular y pues tampoco es bueno”.
Paulina es vendedora. Desde hace seis años gana el cinco por ciento de comisión por cada vestido de quince años que logra venderse en el local 354 del mercado de la Lagunilla. Sus horarios se rigen por el horario en que el mercado abre y cierra, por lo que todas las tardes, sus hijos se entretienen entre holanes, forros y mucha tela.
A Itzel, su compañera de trabajo le pasa algo similar, solo que ella tiene un bebé de tres meses que ayer le regresaron de la guardería. “Va diario pero ahorita por la contingencia ya no me lo recibieron porque trae un poco de mocos y está enfermo de la garganta entonces que no me lo podían recibir así entonces lo tengo que traer a trabajar”, cuenta Itzel Delgado.
Desde el anuncio, las redes sociales comenzaron a llenarse de anuncios donde mujeres como Itzel y Paulia, manifestaban su preocupación por las medidas sanitarias que se tomaron en las escuelas y guarderías, específicamente la suspensión de actividades.
Un sin número de guarderías y estancias, como “Colorines colorados” abrieron sus puertas para recibir a menores de edad de la cuarentena. “En apoyo a las familias trabajadoras, te apoyamos con los peques en esta cuarentena. Pocos lugares y siguiendo todos los protocolos”, se lee en un mensaje en Facebook.
Otra más como Caina México en Iztapalapa, ha abierto planes de mil 200 pesos por semana para que niños de 3 a 12 años asistan a esta casa y sean cuidados por un grupo, dicen de expertos en arteterapia, bailoterapia y papiroflexia, así como estimulación cognitiva y psicomotricidad para los más pequeños.
Mayne Urujo, la propietaria de ese sitio dijo que el centro que dirige funciona como “babysitter”, o “niñeras”. “cuidamos a los chiquitos si la mamá tiene que ir con su esposo a algún lugar o quiere ir al peluquero, nosotros les brindamos esa alternativa.
Sin embargo, cuenta, por la contingencia de coronavirus, “nos vimos en una necesidad imperiosa de atender a más gente, por eso ahora hemos abierto el cupo para más niños y hacer paquetes semanales, porque sabemos que los papás y mamás tienen que trabajar”.
“Le hemos pasado cloro a todo, tenemos sanitizante en todos los sitios, yo hice todo eso ayer para dejar libre de contaminación”, dijo la encargada sobre los protocolos de higiene que tienen en el lugar de acuerdo a lo recomendado.
Sin embargo las autoridades sanitarias no han hecho recomendaciones o señalamientos sobre la actuación que deben seguir estos lugares, en buena medida porque carecen de medidas regulatorias. Tampoco están obligados a presentar documentación a ninguna institución, lo que deja a los usuarios a la buena fe.
Paulina confiesa que lugares como estos, llamaron su atención en un principio, “porque es como que te los cuide la vecina o una amiga, pero pues sí, es bajo tu riesgo, aunque todos modos, si los traigo (a su zona de trabajo) van a tener contacto con gente, es más fácil contagiarse aquí porque viene gente de todos lados, es mejor que estuviesen en el colegio”.
Itzel en cambio, buscará una opción más económica “tengo que buscar dónde lo cuiden, mi mamá, una amiga a ver quien los puede cuidar porque siento que es peligroso tenerlo aquí”, concluye mientras menea a su bebé en brazos que llora por la alta temperatura.
ledz