Desayuna, come y cena trabajo. Francisco Javier Acuña Llamas (Zacatecas, 1965) se confiesa adicto a su empleo, aunque tiene claro el remedio: su familia. Si le llaman su esposa o hijos hace una pausa en sus labores: “es la regla de oro”, dice.
Su encomienda como comisionado presidente del INAI es coordinar con sus seis compañeros y conciliar la agenda para los problemas que hay que resolver.
Su día comienza a las seis de la mañana, media hora después revisa la síntesis informativa y, de trayecto al INAI, escucha los espacios informativos de la radio. Con sus colaboradores más allegados come cerca de su oficina y la jornada termina a altas horas de la noche, si su labor lo amerita.
También revela que no era bueno ligando y su herramienta para conquistar es recitar poemas como los de Sabines; además, presume que a sus 23 años le tocó declamar a Mario Moya Palencia un poema de López Velarde.
Respecto a los temores sobre retrocesos en materia de transparencia en tiempos de la cuarta transformación, piensa que no será así: “El Presidente trae una energía y un estilo que busca la transparencia de una manera distinta a lo convencional, él practica la transparencia todas las mañanas cuando hace sus mañaneras y nos han llegado muchas solicitudes de información acerca de lo que él dice ahí.
“El Presidente no ha sido entusiasta de las instituciones de transparencia, y en particular del INAI, pero creo que no hay una actitud de imponer yugos, sino de marcar distancia; hay que conseguir con nuestro actuar que él vaya perdiendo la desconfianza, porque estas instituciones pueden ser sus mejores aliadas”, comentó.
¿Qué características debe tener un funcionario para desempeñar un cargo?
Ser estudioso y cumplido en sus obligaciones.
Tres cualidades y defectos que usted tenga...
Tengo el ánimo de entablar diálogo, es mi principal virtud; la cortesía política y el modo como se plantean las cosas pueden salvar muchos conflictos; también el afán de socializar.
Defectos, soy impaciente porque tengo la intención de concretar las cosas rápido. Si veo trabas, me cuesta pero hay que entender; el temperamento, soy de mucho carácter, puedo escalar de conversación tranquila a una ríspida porque me hice en el debate y sacar las cosas difíciles por la vía chusca y simpática.
¿Con la poesía llegó a enamorar a sus novias?
Sí, pero no como un arte para generar sortilegios. Soy más bien lírico, yo no hago poesía, yo la recito, la disfruto y la aprendo. Para mí, la poesía son conjeturas mágicas que sintetizan el mundo. En el pasado no fui muy exitoso en el amor.
¿No le iba bien en el amor?
Yo no fui un don Juan, pero sí porfiado, insistente y persistente.
¿Usted es adicto al trabajo?
Sí, soy adicto al trabajo pero hay reglas de oro. Si me hablan mis hijos o esposa, en cualquier momento les contesto, salvo cuando estoy en la sesión del pleno. Cuando los hijos hablan, por más trabajo que se tenga, hay que contestar porque llaman porque nos necesitan y habrá un momento en que dejen de hablarnos y no habrá manera de compensar.
¿Qué actividades realiza cuando no está en el INAI?
Hago lo que hacen otras personas, soy marchante en mi tianguis, voy al súper y escojo la comida. Colecciono objetos históricos como medallas de políticos. Soy jardinero por vocación, en la casa yo soy quien cuida las macetas, tengo buena mano para cuidarlas y atenderlas, no dejo que nadie más lo haga porque las pudren... Mis pasiones son las pinturas y mis libros.
¿Pinta?
No, pero sí colecciono pinturas, como las de Juan Manuel de la Rosa, las voy pagando en abonos.
Si su ego fuera una habitación de una casa, ¿cuál sería?
Sería la sala-biblioteca, grande donde están objetos de arte, libros, los objetos sensitivos que te refieren la enciclopedia de la vida, las artes, el mundo o en la cocina.
¿Qué le gusta comer?
Soy de dieta restringida, no puedo comer mariscos o pescados por alergia... Me gustan los moles de Oaxaca.
¿Qué música le gusta?
Escucho mucho la clásica, según el temperamento: Mozart, por alegre y enérgico; Bach y Chopin en momentos de mayor reposo; me gusta Pavarotti al igual que Freddie Mercury, también las de mis tiempos, como Julio Iglesias, José José y Mocedades.
¿Qué fracaso lo impulsó a no rendirse?
Uno fue no haber concluido la maestría en la UNAM porque la inicié con todo el afán en 1987, pero solo estuve un año porque me invitó el gobernador de Zacatecas de aquel año a trabajar con él, y ya no pude regresar. Fue un fracaso porque quería graduarme en la UNAM, pero significó un acicate.
¿Qué está leyendo?
Si tú quieres, moriré, de Gerardo Laveaga.