Si alguien quiere me puede envenenar con chileatole: Adriana Dávila

Entrevista | Lado B

La diputada federal del PAN escucha lo mismo a Chayanne y Arjona que bandas de k-pop; su sueño era ser bailarina e ingresar al ‘ballet’ folclórico de Amalia Hernández, pero le faltó estatura.

“En la mesa de casa había carencias, pero siempre había una sopa de fideo”, recuerda la ex candidata al gobierno de Tlaxcala. (Ariana Pérez)
Fernando Damián
México /

Periodista de oficio y bailarina profesional frustrada, la diputada federal panista y ex candidata al gobierno de Tlaxcala, Adriana Dávila, es la séptima de ocho hermanos en una familia que sufrió múltiples carencias, pero jamás padeció hambre: “tuve una mamá bien fregona y en casa podía faltar cualquier cosa, menos comida”.

La sopa de fideo, el chileatole y el mole de olla son sus platillos favoritos; le recuerdan a su madre y su infancia en Apizaco, donde siendo niña jugaba beisbol, canicas y hoyito, con todo y pelotazos de esponja.

Reconocida como una de las diputadas de oposición más combativas, Dávila se define como entrona e imprudente en la política, mientras en su tiempo libre es hogareña y ama escuchar a Chayanne y Ricardo Arjona.

Siendo una de las diputadas más visibles de la oposición, ¿cómo se define políticamente?

Soy de las panistas menos prudentes, políticamente hablando, y creo que eso te hace visible. Me han dicho que mi temperamento y mi forma de abordar las cosas no son de una panista, porque el perfil público de los panistas es más tranquilo, más conciliador, pero hay quienes están equivocados en ese concepto.

No me imagino a Gómez Morín siendo tibio, tampoco me imagino a ningún otro de los fundadores del PAN siendo tibios, y creo que hemos regresado a esa época, porque somos el único partido que puede ser y es la oposición, porque además es el adversario político que eligió López Obrador y no nos eligió por casualidad, sino porque tenemos ideologías distintas.

¿Le queda el saco de fifí?

No, soy todo, menos fifí. Vengo de una familia con muchas carencias, mi mamá fue trabajadora doméstica, estudió hasta tercer año de primaria y es la mejor madre que me pudo haber tocado, la adoro y la amo, ya no está conmigo, pero siempre será mi ejemplo. Mi papá fue ferrocarrilero muchos años y después se dedicó a la albañilería. Soy la séptima de ocho hermanos, la única que hace política, y todos trabajamos y estudiamos, o sea, venimos de la cultura del esfuerzo. Yo no recuerdo a mi mamá haber recibido un solo programa social o haber ido a sentarse a las puertas del gobierno para que le regalaran dinero; lo que mi mamá decía es “tienen que trabajar, las cosas no son gratis y hay que conseguirlas”.

¿Esa infancia de carencias pasó por sufrir hambre?

Fíjate que ahí sí no y te voy a decir por qué: tuve una mamá bien fregona y un papá con sus debilidades y demás, pero en la casa podía faltar cualquier cosa, menos comida. Mi mamá trabajaba mucho para que por lo menos sopa, frijoles y leche no faltaran. En la mesa de casa sí había muchas carencias, pero siempre había una sopa de fideo, que por cierto es mi favorita, y leche y frijoles, no pasamos hambre.

¿Había tiempo para el juego?

¡Siempre! ¡Padrísimo! Yo tengo una infancia bien bonita; jugué beisbol, jugué hoyito, que era hacer hoyos en la tierra y agarrarte a pelotazos de esponja; jugué canicas, bicicleta, me encantaría que hoy pudiéramos estar menos en las máquinas y más en la calle.

Además de la sopa de fideo, ¿cuáles son sus platillos favoritos?

Amo el maíz, me gusta el chileatole, puedo comer vasos de chileatole y si alguien me quiere envenenar con chileatole, me envenena; la sopa de fideo me recuerda mucho a mi madre y cada que tengo tristeza como sopa de fideo, me gusta mucho con limón y salsa verde. Amo el mole de olla, cada que yo regresaba a casa, mi mamá me esperaba con mole de olla.

¿Qué tal la música? ¿Qué le gusta escuchar?

Amo a Chayanne, me gusta Ricardo Arjona, que todo mundo me dice “¡ay, ése no es poeta!, pues si no es Sabina”, pero soy muy simple, me gustan las cosas que puedas entender o sentir con más facilidad. Me gusta mi paisano Carlos Rivera. A mi hija le ha dado por escuchar k-pop, que es pop coreano, amo las bandas de pop coreano ahora, me gusta verlos bailar, me recuerdan cuando yo era joven. Fui bailarina profesional de folclore y me gusta mucho el baile. Mi sueño fue ser bailarina, es mi profesión frustrada, yo siempre quise entrar al ballet folclórico de Amalia Hernández, pero me faltó estatura. Ni siquiera fui ya a las audiciones, porque uno de los requisitos era la estatura y no la cumplía… creo que debí haberme aventado.

¿Qué le gusta leer?

Me gusta la lectura política; leí La Herencia, de Jorge Castañeda; con mi hija pude leer un libro que me gustó mucho y después vi la película, La ladrona de libros de Markus Zusak, que además es el libro favorito de mi hija y se convirtió en uno de los míos. Me gusta más por lo que significa la historia del Holocausto y la posibilidad de la lectura.

¿Se le dan los deportes?

Ay, soy bien mala. Cuando estaba chavita intentaba jugar futbol con mis compañeras y nunca me elegían o, ya sabes, en esos grupos que se armaban para el beisbol o el futbol, yo era la última que elegían. Ahora lo hago por salud y también para bajar de peso; empecé a hacer algo de box, pero me lastimé la mano.

¿Era buena estudiante?, ¿aplicada?

Fui buena estudiante, muy participativa, peleaba siempre con los maestros. Debo confesar que fue como una exigencia de mi madre, cuyo sueño fue ser maestra y nos decía que teníamos que sacar nuestra carrera. Para ella era fundamental y decía una frase muy dura, que todavía recuerdo: “la única gata en esta casa soy yo, todos los demás deben tener una carrera”.

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