Niños y niñas han logrado aprendizajes inesperados para la vida

No es correcto analizar resultados solo con aprendizajes en matemáticas y/o lecto-escritura.

Guadalupe Mendoza Zuany, investigadora educativa de la Universidad Veracruzana. (Cortesía)
Gabriela Vázquez
Torreón, Coahuila /

El rezago académico como resultado del aprendizaje a distancia se ha sobredimensionado, sostiene la investigadora Guadalupe Mendoza Zuany, quien apunta que sin generalizar y reconociendo diversidad de condiciones y contextos, en confinamiento niños y niñas han logrado aprendizajes inesperados para la vida.

Integrante del Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana, subraya que el hecho mismo de enfrentar incertidumbre y permanecer en casa, han generado aprendizajes en los alumnos, aunque claramente son conocimientos que no se pueden medir con pruebas estandarizadas.

"Rezago es una palabra muy potente, hasta devastadora para alumnos, padres y maestros. Incluso se habla de pérdida de aprendizaje, deficiencias a raíz de cuatro meses de aprendizaje en casa; seguimos centrando debates educativos en ese tipo de aprendizajes, hacer un balance de lo sucedido de esa manera no me parece ni adecuado, ni constructivo. Se deja de lado que los niños están aprendiendo aunque estén a distancia de la escuela”.

- ¿Cuáles serían esos aprendizajes inesperados en confinamiento?

Adaptarse al encierro, a la mayor convivencia con la familia, aprender alternativas para entrar en contacto con las personas que quieres, o la forma de cuidar a la gente de tu alrededor o que está lejos, a contribuir con el medio ambiente.

En conclusión, debemos estar preparados para enseñar más que español y matemáticas, esta pandemia nos plantea retos a nivel social tan prioritarios como los de esos conocimientos, aunque no se midan con una prueba estandarizada.

- Los chicos han estado distanciados de sus compañeros, que son más que eso, de sus amigos ¿Cuál es el estado emocional que podemos encontrar en ellos?

El bienestar emocional de los niños y de las niñas depende de múltiples factores, uno de ellos es lo que aporta la socialización en la escuela, como en su barrio o con sus vecinos, sin embargo es muy importante voltear a ver a la familia y considerarla como el principal sostén de la salud emocional de los niños.

No minimizo los efectos de no tener esa socialización escolar, pero creo que es importante reenfocarnos en la familia y en el círculo de personas con quienes estamos viviendo confinados en el hogar.

El peso que se le ha dado a la socialización en la escuela, en ocasiones es demasiado grande. He leído debates en los que ese factor, el de la socialización, es la razón por la que se arriesgarían a enviar a los niños a la escuela en condiciones aún no óptimas, con cierto riesgo.

Los maestros conocen ahora las condiciones de vida de sus alumnos. (Shutterstock)

Sin embargo, el rol de los miembros de la familia tiende a no recibir justa dimensión. En la medida que los niños y las niñas tengan un soporte familiar para enfrentar el confinamiento, la incertidumbre y las malas noticias que escuchan, pueden mantener el bienestar de sus emociones.

Ahora el bienestar emocional de niños y niñas depende mucho más de la familia porque somos los que estamos interactuando con ellos de tiempo completo.

Como padres es importante que propiciemos el contacto con amigos y encontrar otras formas de estar cerca en la distancia física, lograr que la escuela no sea el único factor que medie entre la interacción de los niños en el escenario actual.

- Acostumbrados a calendarios escolares, estudiantes reclaman fechas exactas sobre el regreso a clases ¿Cómo puede afectarles la incertidumbre en la que navega ahora la humanidad?

La incertidumbre puede aliviarse con una conversación familiar clara sobre lo que sucede, y las consecuencias de volver antes de tiempo a las actividades escolares, siempre cuidando que la charla sea de acuerdo a su edad y considerando sus sensibilidades, aprensiones y miedos.

Hay que construir escenarios de certidumbre en casa. Empezar a pensar calendarios que no se rigen por el ciclo escolar, que permitan programar actividades o momentos a corto plazo, emocionarnos, al crear fechas que tengan que ver con objetivos asequibles.

Darle a nuestro tiempo de confinamiento otro sentido y aliviar esa sensación de no saber qué va a pasar.

Tendemos, no solo los niños, a planear de acuerdo al ciclo escolar y eso crea incertidumbre. Es necesario trabajar eso como familia para no estar pensando tanto en esa fecha del regreso, sino en otros momentos importantes que podemos esperar.

- Tan importante evaluar el estado académico como el emocional en el regreso educativo ¿es un nuevo reto para los docentes?

Yo me incluyo, soy docente en educación superior, sé que tenemos como el reto prepararnos no solo como mediadores para el logro de aprendizajes matemáticos o de lecto-escritura, sino para ser parte de esa red de sostén emocional para que los niños vivan en un mundo que ya está siendo diferente, en crisis en muchos sentidos.

Esos retos son tan grandes que para mí, que deben replantearse ahora los mismos fines de la educación ¿para qué voy a la escuela? ¿Qué debo aprender en la escuela? Los maestros nos debemos preguntar ¿para qué enseñamos? ¿Qué enseñamos?¿Cómo podemos contribuir para transformar este mundo en crisis recurriendo a lo que enseñamos?

Para muchos docentes ha sido una etapa de aprendizaje, se han acercado más que nunca a los estudiantes paradójicamente a través de las modalidades virtuales, no se habían comunicado tan frecuentemente con madres y padres de familia como ahora. Han podido conocer a profundidad las condiciones de vida de sus estudiantes.

Esa parte de la experiencia de la pandemia se debe capitalizar para un proceso de enseñanza más sensible, más significativo y situado en un mundo que sin duda está siendo distinto.

- Por años se trabajó por la igualdad y no discriminación, ahora un virus impone una distancia física ¿se puede abrir una brecha luego muy difícil de cerrar?

En este sentido tengo una perspectiva un poco pesimista, realmente el mayor distanciamiento que he observado emerge de la desigualdad que impera en el mundo, que se expresa en las condiciones con las que algunos grupos enfrentan esta pandemia, grupos indígenas y rurales sin acceso a servicios de salud, de poblaciones de trabajadores sin seguridad social, de migrantes en situación de calle...

Esa distancia, que no solo es física, es una lejanía que se profundiza. Esa brecha que se abre más, es un reto educativo; cómo podemos reflexionar sobre ello en las escuelas, porque la discriminación y racismo se expresa ahora más que nunca en el acceso a servicios de calidad. 

También la discriminación y racismo se expresa en la misma educación de los niños de acuerdo sus condiciones socio-económicas, escolaridad de sus padres, condiciones laborales de sus padres, atención que reciben de las escuelas, labor de sus docentes o materiales educativos disponibles para sus aprendizajes.

El sistema educativo ha enfatizado los aprendizajes matemáticos y de lecto-escritura. Son los más importantes porque permiten seguir aprendiendo, estoy de acuerdo; pero no son los únicos, existen otros aprendizajes que son minimizados, como los socioemocionales.

Guadalupe Mendoza Zuany

• Investigadora de tiempo completo del Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana y miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 2007 con nivel II.

• Doctora en Política por la Universidad de York, en York, Reino Unido. 

• Sus líneas de investigación son la educación indígena e intercultural
en articulación con la educación para la sustentabilidad; es evaluadora de políticas educativas y colaboradora con maestras y maestros del subsistema indígena de Veracruz. 

• Es docente y directora de tesis en la Maestría en Investigación Educativa (MIE) y el Doctorado en Investigación Educativa (DIE) en la Universidad Veracruzana. 


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