El cómo muchas veces viene acompañado de largas horas de pensar una y otra vez sobre la misma idea. ¿Cómo lograré subir de puesto?, ¿cómo me veré en 5 años?, ¿cómo conseguiré el carro de mis sueños?
Tal vez, en un año atípico como el que estamos viviendo, la pregunta que más resuena no es el cómo sino el cuándo. Es nuestra ansía e ilusión de regresar al ritmo y estilo de vida al que estábamos acostumbrados que cómo será el mundo durante los próximos años pasó a segundo plano. Sin embargo, es necesario que comencemos (otra vez) a planteárnoslo.
Ya lo escribía Andrés Oppenheimer, periodista y escritor argentino, en su libro ¡Sálvese quien pueda!, en el que hablaba acerca de cuál sería el futuro de los trabajos hoy en día: qué pasara con los abogados, meseros, periodistas e, incluso, médicos, bajo la premisa que el siglo XXI será la era de la automatización.
El escritor argentino decide no seguir cultivando el temor que surge cuando la palabra automatización se hace presente en la conversación, sino que va más allá. Es claro en decir que sí, los trabajos como los conocemos cambiarán, pero, no todo estará perdido.
En una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Pew en 2015, de aproximadamente 2,000 estadounidenses entrevistados, el 65% cree que dentro de los próximos años 50 años los robots harán “definitivamente” o “probablemente” mucho del trabajo que comúnmente hacen los humanos. Solamente un 7% piensa que definitivamente no pasará.
La automatización llegó para quedarse. En una conferencia brindada en 2016 por Brian Krzanich, consejero delegado del gigante tecnológico Intel, lo dijo claro: “La inteligencia artificial va a actuar de manera similar a como las máquinas de vapor y las fábricas inauguraron la revolución industrial, cambiando cada aspecto de la vida cotidiana. Y va a liberarnos de una amplia gama de tareas, como conducir, combatir incendios, la minería, y muchas más”.
Cambio fugaz
¿Podríamos haber previsto lo que sucedería en 2020? “La pandemia no trajo nada nuevo pero lo aceleró muchísimo”, así responde Diana Torres, directora y fundadora de Grupo Punto.
Para la especialista en estrategias de comunicación, la crisis sanitaria trajo consigo aspectos que no fueron una sorpresa pero sí un problema si a preparación se refiere. Para Torres, ocurrió lo que se preveía que sucedería, pero, mucho antes de lo que se esperaba. “Veíamos cambios que tal vez estábamos vislumbrando para los próximos 5 años y no estamos preparados todavía para que ocurrieran”.
Lo que seguirá en los próximos años es, probablemente, una repetición de los hechos tecnológicos del presente año, aunque duplicando su impacto. La directora de Grupo Punto explica que se convertirá en un arma fundamental aprender el funcionamiento de plataformas digitales, porque ahora (y durante las próximas décadas) tu mercado es el mundo.
Además, continúa Torres, cada día se hace más latente una descolonización del trabajo, “darnos cuenta que no hacía falta estar en una oficina o punto físico de reunión, sobre todo para los prestadores de servicio”.
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La estratega de comunicación lo tiene claro: quien no comprenda que el futuro radica en la especialización, la escucha constante y la hiperglobalización, no saldrá bien librado.
“Los que estamos metidos en temas de innovación sabemos que la mayoría de los trabajos manuales se habrán automatizado, más vale decirlo ahorita que cuando hayamos perdidos millones y millones de empleo”, afirma.
No solamente tendrán que aprender a ofrecer servicios y mercancía para nichos altamente detallados, sino que también se prevé una precarización del trabajo y una deficiencia en materia educativa.
Torres reitera que, probablemente, nos lamentaremos de los cambios no realizados en los programas educativos para formar a quienes puedan enfrentar el tema de la hiperglobalización, “tendremos empresas en Torreón manejadas por ingenieros de la India”.
“Cada vez menos personas encontraran en la formación universitaria algo que valga la pena, si las universidades no se plantean ya un cambio de modelo, la realidad va a ser más dura “, comenta Diana Torres.
Maestros ¿digitales?
El tema educativo fue uno de los más golpeados por la pandemia de covid-19. Alumnos que se enfrentan a no poder conectarse a una clase virtual y maestros que han hecho hasta lo imposible por no dejar a ningún estudiante desamparado.
Nahayeli Gómez, maestra y profesora investigadora de la Universidad Autónoma de Coahuila, confía en que los sucesos recientes permitan cambiar el pensamiento colectivo del papel de los docentes; pasar del “todo lo puedo aprender en Google” a entender la importancia que tienen para contribuir al aprendizaje.
Para la investigadora, el paso a seguir es replantearse el cómo: cómo se evaluarán a los alumnos y, también, de qué manera eso será relevante para su aprendizaje. “Cantidad no es igual a calidad”, afirma.
“Por otra parte, una cosa muy importante es cómo vamos a integrar la tecnología ya a nuestra vida, la tecnología no nada más sirve para conectarnos, nos debe servir para indagar, descubrir y aprender”.
El futuro de la educación, según Gómez, radicará en focalizar hacia dónde va el aprendizaje, lejos de la utopía de una enseñanza individualizada. ¿Para qué? y ¿Cómo? serán las preguntas que las y los maestros deberán tener presentes en todo momento, a la par que luchan contra la brecha digital y de conocimiento.
Es así que, pensar en cómo será el mundo dentro de diez años implica darnos cuenta de lo que está sucediendo hoy, porque es ahí donde encontraremos posibles respuestas ante monstruosa incógnita. El mundo no se detiene, y nosotros tampoco.