Fillmore West, San Francisco, California, julio de 1971. En el escenario, una mujer vestida de blanco y con un turbante en la cabeza abre la boca para acercarla al micrófono. Su voz sale proyectada cual rayos en noche de tormenta y, en medio de una instrumentación que la lleva a mover el cuerpo a veces con furia, a veces con ternura, ofrece su sentencia: “R-E-S-P-E-C-T / Find out what it means to me /R-E-S-P-E-C-T”. Es Aretha Franklin, absoluta y sonriente, dueña del lugar. En los coros, sus hermanas Emma y Carolyn, repitiendo una línea que pareciera decir “suck it to me, suck it to me”.
La versión de la Reina del soul es insuperable incluso por su autor, el sensacional Otis Redding, quien la compuso tras hacer una encuesta llena de testosterona con otros músicos, quienes se quejaban de que sus mujeres solo querían el dinero que ganaban en las giras. “Estás en la carretera todo el tiempo. Todo lo que puedes esperar es un poco de respeto cuando llegas a casa”, decía el morenazo de fuego en este sencillo que publicó en 1965 con un éxito moderado.
Dos años después, le preguntaron a Aretha si aceptaría versionarla pues iba a la perfección con su estilo. Ella decidió hacerlo pero le dio un giro inesperado que convirtió al tema en un himno del poderío femenino y el “ni creas que me voy a dejar”.
Por aquellos días, Franklin vivía el proceso final de su relación amorosa con su entonces manager, Ted White, motivo que seguramente la llevó a darle la vuelta a la versión original. Lástima, Otis, pero ahí había estrógenos al por mayor, y la diva comprendió que había llegado el momento de decirle a los varones que si tanto respeto pedían, también tenían que ofrecerlo a sus compañeras. Y, para que el asunto quedara claro, lo deletreó con cada una de sus letras. Así, ¿cómo no iba a pasar a la historia como una oda feminista, aplastando el berrinche machista de Ottis?
A Natural Woman
En 1967, Aretha grabó “(You Make Me Feel Like) A Natural Woman”, canción coescrita por Carole King y Gerry Goffin, con la colaboración de Jerry Wexler. Se volvió uno de sus clásicos luego de llegar al lugar número ocho del Billboard. El tema es romántico y suave. Incluso en la voz de King, su autora, es como un algodón de dulce que se disuelve lentamente en la boca, pero cuando Nuestra Señora del Soul la entona, se vuelve un cántico nostálgico pero enérgico. “Ahora ya no tengo dudas de lo que estoy viviendo/ y si te hago feliz no necesito hacer más”, entonaba con ese ímpetu de quienes han vivido el más descarnado dolor relacionado con el amor. Lo sentimos, pero Céline Dione jamás llegará a ese nivel de perfección que va más allá de lo vocal porque viene de la tripa más que de la técnica. Y bueno, la Franklin sabía de eso...
Fue en Memphis donde nació, en 1942. Hija del ministro evangélico C. L. Franklin, pasó sus primeros años en la iglesia de New Bethel, donde a los siete años comenzó a tocar, de oídas, complicadas piezas en el piano que la llevaron, a los 12 años, a viajar, cantar y tocar. El asunto es que eso no es lo único que, dicen, hacía la pequeña Aretha. De acuerdo con Ray Charles y Billy Preston, en realidad las alabanzas al Señor se aderezaban con orgías en donde todos le entraban con tocho. “Cuando se trataba de sexo puro y duro, eran más salvajes que yo, y eso es mucho decir”, afirman que reveló el autor de “Hit The Road, Jack”.
¿Sabía la niña cantante sobre estos asuntos? No queda claro, pero a los 12 años de edad se embarazó. Dos meses antes de cumplir los 13, dio a luz a un niño al que llamó Clarence y, dos años después, tuvo otro vástago con un productor llamado Edward Jordan.
Tras este inicio precoz, la Reina del soul aprendió que podría conseguir diversas cosas teniendo numerosos amantes, a quienes acosaba con celos, inseguridades y peticiones absurdas, hasta que se casó con Ted White, quien le ayudó a conseguir sus primeros contratos discográficos pero la orilló a la bebida y a fumar tres cajetillas de cigarros por día. Después de mucha violencia, tras entonar el “Respect” se divorció en 1968, aunque el alcohol no la abandonó.
Chain Of Fools
En esta canción interpretada por nuestra tremenda y tremebunda cantante, afirma: “Cinco largos años pensé que eras mi hombre, pero me di cuenta de que no soy más que un eslabón de tu cadena”. La divinidad de ébano se rebelaba de nuevo. No obstante, nuevas angustias la habitaron. Su ego se desbordó y, dicen, no soportaba la idea de que hubiera otra cantante que la superara. Roberta Flack se volvió objeto de sus celos (respeto a quien respeto merece, y la Beta es una gran cantante pero no tenía tan bien puesto el soul), al igual que Barbra Streisand (quien hizo su carrera en otros ritmos aunque se volvió igual de mítica), de Diana Ross (los celos no venían de su enorme voz, sino de su dueto con Billie Holiday), de Natalie Cole (por haber roto su cadenita de éxitos en los premios Grammy) y de Gladys Knight (inolvidable con su “Midnight Train To Georgia”, pero nunca con un estilo a la altura de Aretha).
Tras la muerte de su padre y posteriormente de una de sus hermanas, la cantante cayó en depresión. Comenzó a comer sin control. Dejó de grabar. Ahora sí, en realidad, otras cantantes le comenzaron a ganar el reinado. Para cuando los noventa llegaron, la Franklin estaba llena de deudas, padecía cáncer y se había olvidado para siempre de su impacto en los hombres.
Son Of A Preacher
Dicen que, por años, el placer y el deseo desapareció de su vida. Estaba sumida en el abismo hasta que la invitación de Barack Obama para tocar para él la sacó de la abulia. Tras su muerte se confirmó que desde hacía varios años sostenía una relación amorosa con Willie Wilkerson, un bombero de Detroit que conoció en los ochenta.
A los 76 años de edad, la hija del predicador dejó este mundo. Y ahí sí: aunque jamás nadie podrá remplazar a Dusty Springfield cantando “Son Of A Preacher”, la Reina del soul entregó diversas versiones en donde siempre se esforzó por estar a la altura de ese alto cargo lleno de fe pero también de una buena dosis de pecado.
Hoy, entonamos “I Say A Little Prayer” a manera de agradecimiento para esta mujer que nos enseñó, por décadas, que el soul siempre sale para todos.
Verónica Maza Bustamante
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