La luz detrás de las cenizas de un ser querido: cómo el microscopio conecta la muerte con el universo

Hay diferentes formas de llevar la pérdida de un ser querido, algunas personas optan por ver las cenizas de sus difuntos de cerca

Cenizas y microscopio: la forma de entender el duelo desde la ciencia
Lizeth Hernández
Ciudad de México /

Gabriela Reyes Fuchs no esperaba que a través de un microscopio pudiera apreciar imágenes similares a las captadas por los telescopios más potentes: con la muerte de su padre descubrió que ambos instrumentos pueden ser una ventana para ver nebulosas y galaxias.

Para ella, todo inició con sus ojos mirando a través de las lentes; sobre el portaobjeto depositó la expresión más mínima de una de las personas más importantes en su vida.

Lo que vio no sólo trastocó su carrera como directora en fotografía, sino que también le ayudó a resignificar el duelo. Gracias a sus fotografías pudo compartir su experiencia: una madre volvió a sentirse cerca de su hijo y una hija aseguró haber sentido “el regreso de la esencia” de su madre.

Encontrar un mapa

Intentando hallar una guía para navegar en aguas desconocidas, Gabriela tomó una pequeña porción de las cenizas de su padre y las analizó en un microscopio.

La experiencia fue posible gracias al apoyo de Alejandro Martínez Mena (quien en ese entonces era el director de microcine de la UNAM). Durante ese periodo, y tras la muerte de sus respectivos progenitores, ambos experimentaban un viaje sin mapa ni brújula.

Ninguno de los dos tenía en mente lo que iba a suceder con el experimento, solo buscaban respuestas a una pregunta que no tenían muy clara. Fue así que, en la acumulación de gas, polvo y miles de estrellas vivas y moribundas encontraron lo que para ellos fue una forma de orientarse: en los restos se proyectó un cúmulo de colores fluorescentes similares a los escenarios que han sido captados desde el espacio.

“Desde la antigüedad los humanos estamos acostumbrados a ver el cielo para encontrarnos cuando nos sentimos perdidos y nos basamos en la navegación con las estrellas para llegar a donde estamos hoy en día. En ese momento de sentirte perdido, que veas el universo, las estrellas, en la expresión más mínima de la existencia humana (...) es indescriptible”.

Para Gabriela, acercar sus ojos al microscopio facilitó su camino, pues, como ella lo describe, “estaba viendo pura luz”. Con esta idea en la cabeza la artista buscó más respuestas. Al principio no se explicaba el porqué de este fenómeno, muchos esperarían ver solo una masa gris al poner las cenizas en el portaobjetos.

Cenizas y microscopio: la forma de entender el duelo desde la ciencia

¿Por qué pasa?

El universo se creó en una fusión nuclear a altísimas temperaturas. Bajo esta lógica, para la fotógrafa, tiene todo el sentido que en una microfusión a temperaturas muy altas (como pasa durante la cremación), suceda lo mismo o algo parecido, pues al final, “estamos hechos de los mismos elementos que también conforman el universo”.

Y es que, desde el ámbito científico se ha comprobado la frase de Carl Sagan, "somos polvo de estrellas", ya que en el aspecto más básico, el cuerpo se conforma por átomos, en específico, de cuatro partículas que han estado presentes desde el principio de la historia del cosmos. De hecho, Paul Aebersold, físico nuclear, descubrió que el cuerpo sustituye 98 por ciento de ellas cada año.

“El universo que conocemos está hecho de lo mismo de lo que estamos hechos nosotros y todo lo que conocemos, o sea, cualquier cosa, pues ahí está también, desde una forma más romántica, esta promesa de unión con todo”, comenta la entrevistada.

Gabriela explicó que, a grandes rasgos, lo que se puede ver en las imágenes es un principio de la luz, una radiación electromagnética provocada por la excitación de partículas:

“Tienes el núcleo de un átomo, la órbita interior y la órbita exterior, lo que pasa es que en la órbita exterior se mueven tan rápido los electrones que terminan brincando a la órbita interior y en la órbita interior les dicen, ‘¿qué haces aquí? De aquí no eres’ y entonces los avienta hacia fuera”, explica.


Si bien esta es la idea base que explica a grandes rasgos los colores propiciados por las frecuencias del espectro electromagnético, la artista pasó ocho años más intentando entender a profundidad porque se apreciaban ciertas tonalidades y formas.

Al inicio comenzó a gasificar muestras para hacer un conteo de electrones y con ello saber específicamente qué era específicamente lo que captaba en sus fotografías.

Sin embargo, al ir de muestra en muestra, notó la enorme dificultad para dar una respuesta, pues las cargas eran “abismalmente” diferentes en cada análisis.

“Tiene que ver con cada individuo, y sería muy difícil estandarizar, porque entonces necesitaría cinco personas de la misma ciudad, en la misma zona, de la misma edad, que más o menos tuvieran la misma dieta y solo así, al final podría decir ‘ok, esto es causado por esto”, comenta.

Esto sumado a lo costoso de las investigaciones dificulta determinar qué causa cada patrón y la múltiple paleta de azules, anaranjados y verdes.

“No se puede hablar de ciencias sin hacer la ciencia necesaria. No te puedo decir por qué se ve tal o cual si yo no he podido hacer mil espectrometrías, o al menos 100 de 100 diferentes muestras. Para hacer ciencia, tienes que tener una base de comparaciones de datos”, señala la fotógrafa, recalcando que muchos porqués aún no están del todo resueltos.

Durante el proceso de las investigaciones, entre la búsqueda de becas y financiamiento para continuar con las espectrometrías de masa, espectografías, microscopía de barrido y otras técnicas complejas se vio envuelta en estrés, lo que la llevó a replantearse el rumbo que había tomado.

En un punto, dio media vuelta y optó por comenzar un nuevo camino con un proyecto que le permitirá hacer algo que deseaba más que poder explicar lo que había detrás de las constelaciones microscópicas, y era compartirlas, así nació Innterstela.

Volver a ver

Actualmente Reyes Fuchs trabaja con un equipo y formó una empresa que tiene el propósito de vender las imágenes que se obtienen a partir de la observación de las cenizas.

El costó de las mismas es de $31 mil 900 pesos mexicanos. Las personas interesadas deben enviar aproximadamente 2 miligramos de las cenizas y esperar alrededor de 45 días para que les sean entregadas las fotografías.

A lo largo de esos días se da el siguiente proceso: una vez que la empresa recibe la muestra, se registra en una base de datos automatizada para dar un seguimiento exitoso.

Posteriormente, las cenizas son llevadas al laboratorio de microscopía de la artista, donde comienza el proceso para observar la muestra (mismo que ya fue patentado). Una vez que la fotógrafa está convencida con una imagen, la captura y devuelve las cenizas a su contenedor, el cual es sellado con las etiquetas de seguridad.

Después, se manda la orden de impresión, una vez impresa la fotografía, se agenda la recolección y envío tanto del material como de las cenizas. Según lo explicado por el equipo de Innterstela, en el proceso para tomar la fotografía no agrega nada a las muestras, los colores derivan de las cenizas mismas.

LHM

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