Día mundial de las abejas: cinco datos que no sabías de uno de los polinizadores más importantes del planeta

Estos pequeños animales tienen habilidades cognitivas impresionantes, pues además de aprender a bailar, pueden sumar y restar.

Las abejas miden entre 1 y 1.4 centímetros | Foto: Andrea Murcia/ Cuartoscuro
Lizeth Hernández
Ciudad de México /

Este 20 de mayo se celebra a las abejas, el revuelo no es para menos, pues son parte fundamental de la supervivencia de los ecosistemas, como explica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Así como los murciélago, mariposas y los colibríes, estos polinizadores se encuentran en peligro ya que su población ha disminuido de manera preocupante debido a prácticas agrícolas intensivas, cambios en el uso de la tierra, plaguicidas, especies exóticas invasoras, enfermedades, plagas y el cambio climático, como explica la organización internacional.

En China ya se viven las consecuencias, pues con tarros y pinceles en mano, los agricultores ahora tienen que polinizar a mano los frutales. Sin acciones contundentes para la protección de este y otros polinizadores el escenario podría resultar bastante sombrío, ya que casi el 90 por ciento de las flores y más de la mitad de los cultivos alimentarios dependen de ellos.

Más allá de su papel como polinizadoras, la vida de las abejas resulta fascinante. Con el fin de conocer más sobre este insecto, te traemos cinco cosas que probablemente no sabías.  


Abejas, insectos con un largo pasado

El origen de las abejas resulta algo turbio: sus ancestros más antiguos vivieron en la Tierra hace 120 millones de años y son las avispas depredadoras, especie carnívora que se caracterizaba por picar y paralizar a otros insectos para alimentar a sus crías.

Según el Paleontological Research Institution, fue el cretácico superior que estas evolucionaron por primera vez. En cuanto a evidencias de este proceso, existen especímenes de avispas conservados en ámbar que datan de hace 100 millones de años y que son considerados de los parientes más cercanos a las abejas que vemos volar actualmente en los jardines

Abejas sudoríparas (familia Halictidae) conservadas en ámbar. | Foto: Paleontological Research Institution

Vacunas y hoteles

Actualmente distintos puntos del mundo ya cuenta con una serie de hoteles cuya la reservación es sumamente exclusiva, pues solo se pueden hospedar polinizadores, este proyecto ya se ha implementado en países como Estado Unidos, Costa Rica, Colombia y México.

En la ciudad de Nueva York, por ejemplo, construyeron algunos 'hoteles' con el fin de dar un refugio seguro a la población de abejas que se encuentra en riesgo.

En el caso del territorio mexicano, existe la Estrategia de Acompañamiento Técnico (EAT) del programa Producción para el Bienestar que capacita a las y los productores para la creación de estas 'cadenas hoteleras' diseñadas para satisfacer las necesidades de los polinizadores. Actualmente este proyecto está presente en 34 regiones de 27 estados.

Esta iniciativa no es la única que se ha implementado con el fin de cuidar el bienestar de las abejas, el año pasado en Estados Unidos se aprobó una vacuna para prevenir que una enfermedad sumamente contagiosa provocada por una bacteria infectara a las colmenas. 

Aunque se podría pensar en una jeringa miniatura para su aplicación, para inmunizar a las abejas obreras jóvenes se diseñó una fórmula con la que no se requieren piquetes sino jalea real. Así, la sustancia es mezclada y posteriormente consumida por los insectos.

Un cerebro diminuto que sabe sumar y restar

Las abejas miden entre uno y 1.4 centímetros, sus cerebros no llegan ni a la mitad de ese tamaño. Sin embargo, el hecho de que sean tan pequeños no quiere decir que no sean complejos.

Existen numerosas investigaciones que dan cuenta de la gran capacidad cognitiva de estos insectos, por ejemplo, en 2019 un grupo de científicos concluyó que las abejas tienen la habilidad de elaborar sumas y restas.

¿Cómo lo descubrieron? Realizaron un experimento con un laberinto de pruebas en el que las abejas tenían que elegir el camino correcto notando los estímulos de colores: el amarillo representaba resta, mientras que el azul, la suma. Los resultados de sus hallazgos se publicaron en la revista Science Advance.

Además, también se han realizado experimentos en los que abejorros y abejas aprenden a empujar bolas en agujeros para obtener recompensas, lo que resulta más impresionante es que las abejas no solo copian la tarea sino que además aprenden a mejorar su técnica para facilitar la labor.

Kast Chittka, investigadora que se dedicó a estudiar a las abejas por tres décadas, escribió el libro La mente de una abeja en el que plantea que las abejas son capaces de experimentar emociones, sentir dolor e incluso que son conscientes de sí mismas.

La danza de las abejas

Mejor conocida como ‘la danza del meneo’ las abejas requieren de sofisticados pasos para comunicarse. Aunque todas son capaces de sacar sus mejores pasos, el científico Karl Von Frisch descubrió que para ello necesitan clases, por lo que es vital el papel de las abejas más experimentadas.

De hecho, de acuerdo con las investigaciones, en su primera semana de vida, las abejas siguen a las bailarinas más veteranas mientras que a los doce días ya son capaces de realizar su primera coreografía. Se ha detectado que su baile tiene el fin de indicar a otras de sus compañeras en dónde encontrar flores, ya que se cree que en su baile, detallan la dirección, distancia y calidad de la comida.

Buscan erradicar la varroasis en las abejas. (Rolando Riestra)

Su olor, como su huella digital

Científicos de la Universidad de Bristol descubrieron que los abejorros tienen la capacidad de distinguir entre su propio olor, el de un familiar y el de un extraño gracias al olor de sus patas.

Richard Pearce y sus colegas, el doctor Sean Rands y el doctor Luca Giuggioli, señalaron en su estudio que los abejorros secretan una sustancia cada que tocan una superficie, es así como dejan una marca de su presencia, como si de huellas dactilares se tratara. Esta acción facilita la tarea de encontrar comida y evitar flores que ya hayan sido visitadas.

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