Las aves son los dinosaurios de la actualidad, o al menos así lo señala la taxonomía cladística moderna. Sin embargo, hasta el día de hoy existen diversas incógnitas sobre cómo se dio el salto entre los gigantes que habitaron la Tierra hace millones de años y las palomas que vemos en los parques.
Un grupo de científicos de la Universidad de Vigo, España y del University College London (UCL) comenzó a estudiar dos características que podrían dar pistas sobre este proceso, además de dar mayores detalles sobre la evolución y descendencia de estos animales.
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Se trata de la homeotermia y la endotermia, rasgos que permiten mantener la temperatura interna constante y generar calor corporal, como lo hacen los mamíferos y las aves.
Sangre caliente
Por muchos años se consideró que, debido a su parecido con los reptiles, los dinosaurios eran animales de 'sangre fría' que dependían del sol para regular su temperatura, tiempo después se comprobó que algunos de ellos eran capaces de hacerlo por sí mismos.
Un artículo publicado recientemente en la revista Current Biology, revela el periodo en el que probablemente algunos linajes de dinosaurios comenzaron a presentar esta característica, además de la posible razón por la que estos animales dieron un paso más hacia su evolución como pollos.
Para ello se analizó la forma en la que los gigantes se propagaron por el mundo durante la Era Mesozoica.
El dato¿Cuáles son los dos parientes vivos más cercanos del T. Rex?
La secuencia genética de este dinosaurio comparte más rasgos con la gallina y la avestruz que con los reptiles, según una investigación dirigida por Chris Organ y publicada por la revista Science en 2019.
Gracias a la información obtenida de mil fósiles, modelos climáticos, geografía de la Tierra prehistórica, así como de los 'árboles genealógicos' de los dinosaurios, los investigadores encontraron que algunas especies como el T. Rex, el velociraptor, los estegosaurios y triceratops —pertenecientes a dos de los tres grupos principales de dinosaurios, es decir los terópodos y los ornitisquios— se mudaron hacia climas más fríos durante el Jurásico Temprano (periodo que inició hace aproximadamente 201 millones de año y concluyó hace 187 millones de años).
La capacidad de cambiar de hogar sugiere que ambos grupos podrían haber desarrollado endotermia, ya que esta estrategia especial les habría permitido vivir en climas más variados sin que su movilidad u otras de sus actividades tuvieran que depender del calor exterior.
Según el estudio, aunque tanto los terópodos como los ornitisquios se fueron adaptando a temperaturas más bajas, todo apunta a que los últimos tuvieron una preferencia más marcada por condiciones más frías —especialmente en los tireóforos, ceratopsianos y hadrosáuridos— mientras que los terópodos mostraron una adaptación más a climas más variados.
Cabe destacar que investigaciones anteriores ya habían encontrado características relacionadas con los dinosaurios de sangre caliente ya que algunos de ornitisquios y terópodos tenían plumas o proto-plumas, lo que les ayudaba a mantener el calor interno.
El evento clave
Al notar el desplazamiento de algunos de estos dinosaurios, se encontró que la adopción de la endotermia podría ser resultado de la crisis ambiental provocada por el evento Jenkyns, hace 183 millones de años.
"Nuestros análisis muestran que surgieron diferentes preferencias climáticas entre los principales grupos de dinosaurios en la época del evento Jenkyns”, explicó a UCL News el doctor Alfio Alessandro Chiarenza, primer autor del estudio.
Este suceso se produjo después de que la lava y gases volcánicos brotaran de largas fisuras en la superficie de la Tierra, cubriendo grandes áreas del planeta. La magnitud de las erupciones y actividad volcánica fue de tal magnitud que derivó en un calentamiento global que acabó con la vida de plantas y animales.
“En ese momento surgieron muchos nuevos grupos de dinosaurios. La adopción de la endotermia, tal vez como resultado de esta crisis ambiental, puede haber permitido a los terópodos y ornitisquios prosperar en ambientes más fríos, permitiéndoles ser muy activos y mantener la actividad durante períodos más largos, desarrollarse y crecer más rápido y producir más descendencia”, agregó.
La Dra. Sara Varela, coautora del estudio e investigadora de la Universidad de Vigo, España, señaló que posiblemente, la regulación de temperatura única de las aves puede haber tenido su origen precisamente en esta época del Jurásico Temprano.
En este sentido, el doctor Juan L. Cantalapiedra, del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, y coautor del estudio agregó que los hallazgos brindan más pistas sobre cómo las aves podrían haber heredado este rasgo biológico de sus antepasados.
Las excepciones
A diferencia de los T Rex o los triceratops, los Brontosaurus, Diplodocus y demás especies pertenecientes al grupo de los saurópodos, se mantuvieron en áreas más cálidas lo que apunta a que permanecieron como ectotermos, es decir dependían del calor ambiental, como los reptiles.
Antes de explorar esta hipótesis, los cieníificos se preguntaron si los saurópodos podrían haberse quedado en latitudes más bajas debido a que ahí podían comer follaje más rico que no estaba disponible en las regiones polares más frías.
Sin embargo, conforme avanzó la investigación descubrieron que durante esa época, las regiones polares eran más cálidas, además de que había abundante vegetación, por lo que los resultados apuntan a que los saurópodos parecían preferir los ambientes áridos, similares a la sabana.
De ahí que se reforzara la idea de que la restricción a climas más cálidos para este grupo es específico estaba más relacionada a que requerían una temperatura más alta debido a su incapacidad de autorregular su temperatura corporal.
“Esta investigación sugiere una estrecha conexión entre el clima y cómo evolucionaron los dinosaurios. Arroja nueva luz sobre cómo las aves podrían haber heredado un rasgo biológico único (...) y las diferentes formas en que los dinosaurios se adaptaron a cambios ambientales complejos y de largo plazo”, señaló el Dr. Juan L. Cantalapiedra a UCL News.
El impacto del evento Jenkyns
De acuerdo con tres integrantes del Departamento de Geología de la Universidad de Jaén, España, el evento Jenkyns marcó un impacto importante en los ecosistemas terrestres.
En su artículo publicado en 2022, este perturbó el ciclo de carbono, además de provocar una mayor cantidad de erosión e incendios forestales, lo que se vio reflejado en el paisaje.
“Los conjuntos de macroplantas y los datos palinológicos muestran reducciones en la diversidad y riqueza de coníferas, cicadofitas, ginkgofitas, bennettitales y helechos, y la continuación de condiciones estacionalmente secas y cálidas”, señala el estudio.
Esto provocó que los dinosaurios sauropodomorfos sufrieran cambios, pues algunas familias se extinguieron, mientras que otras ubicadas en lo que hoy es América del Sur, África y Asia mostraron “un aumento masivo en tamaño y diversificación de alimentos”.
LHM