Dismorfia de Snapchat: ¿te harías cirugías plásticas para parecerte a tus 'selfies'?

Cirujanos plásticos alertan sobre la tendencia de gente que quiere someterse a intervenciones estéticas para parecerse a su aspecto con los filtros de la red social.

Ojos grandes, pómulos marcados, boca de corazón… todo, para parecer filtro de Snapchat. (Especial)
Ciudad de México /

Un artículo publicado en la revista médica JAMA Facial Plastic Surgery alerta sobre el surgimiento de un nuevo trastorno psicológico que ha sido llamado 'Dismorfia de Snapchat'Snapchat Dysmorphia—, en el que la gente desea someterse a cirugías plásticas para que su cara se parezca a la imagen distorsionada obtenida con un filtro de Snapchat.

El artículo fue escrito por investigadores del Departamento de Dermatología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston, quienes señalaron que el trastorno es una variante del trastorno dismórfico corporal, en el que la persona manifiesta una preocupación excesiva por su aspecto o por un supuesto defecto físico.


En el artículo, los investigadores afirman que vivimos la era de los autorretratos —o selfies— editados digitalmente y de estándares de belleza en constante cambio. Hace décadas, la gente deseaba parecerse a estrellas de cine cuyo aspecto dictaba el canon de belleza del momento e idealizaba la 'perfección' que éstos y éstas lucían en revistas y pantallas de cine y televisión.

Pero ahora, señalan los investigadores, gracias a apps como Snapchat o Facetune, esa misma 'perfección' está al alcance de cualquier persona con un smartphone, y ya no son sólo los famosos quienes imponen los cánones de belleza, sino también los compañeros de clase o trabajo, los amigos o los amigos de los amigos.

El problema con ello es que el aspecto fascinante —aunque falso— al que cualquiera puede acceder gracias a Snapchat puede hacer mella en la autoestima de cualquiera, promoviendo la creencia de que cualquiera que no luzca así en la vida real es inadecuado o será rechazado, llevando a veces al desarrollo del trastorno dismórfico corporal o a otros trastornos del espectro obsesivo-compulsivo.

 

El trastorno dismórfico corporal —BDD, por sus siglas en inglés— se caracteriza por una excesiva preocupación por el aspecto físico, el cual a menudo se percibe como inadecuado o con defectos, y se manifiesta en conductas repetitivas o compulsivas que van desde mirarse al espejo, pellizcarse la piel o retocarse el maquillaje con mucha frecuencia, hasta visitar dermatólogos o cirujanos plásticos con la esperanza de cambiar el propio aspecto.

Un estudio reciente examinó el nivel de satisfacción con la propia apariencia en chicas adolescentes, y encontró que aquéllas que manipulaban más sus fotografías presentaban una sobreestimación del valor de la forma y el peso corporales, y lo que es más importante: quienes sufrían de trastorno dismórfico corporal recurren a las redes sociales como un medio para validar su propio atractivo físico, y quienes lo hacían con mayor frecuencia presentaron una mayor falta de satisfacción con su propio cuerpo.

Así, el deseo de someterse a cirugías plásticas se convierte en un componente importante del BDD, y en estos días los pacientes recurren a ella con el objetivo de verse mejor en sus redes sociales, como se detectó en 2017 en una encuesta de cirujanos plásticos en los Estados Unidos: de acuerdo con ésta, más de 55% de los cirujanos plásticos estadunidenses reportan haber atendido pacientes que solicitaron cirugías plásticas para mejorar su apariencia en las 'selfies'.

Los pacientes ya no llevan fotos o recortes de sus actores o actrices favoritos; la misma encuesta reveló el surgimiento de un nuevo fenómeno: la 'dismorfia de Snapchat', que se presenta cuando un paciente busca cirugías plásticas para parecerse a las imágenes editadas y filtradas de sí mismos que se obtienen con dicha aplicación. Así, el canon de belleza se inclina por labios más carnosos, ojos grandes, pómulos marcados y una nariz delgada.



Esta tendencia, según los investigadores del artículo publicado en JAMA, es alarmante porque dichos filtros presentan rasgos que son totalmente incompatibles con la anatomía humana y las capacidades de la cirugía plástica actual, lo cual está difuminando la línea entre la realidad y la fantasía entre estos pacientes.

Cuando el cirujano detecta la presencia de este BDD, la ruta de acción no es la cirugía sino una intervención psicológica que incluye terapia y medicamentos. Finalmente, los investigadores sugirieron que el tratamiento para este trastorno debe incluir una aproximación empática, amable y sin prejucios ante el o la paciente.

FM




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