Una castigo divino, una excusa para aislar a pacientes en lugares remotos con el fin de no contagiar a la población, la lepra ha sido una enfermedad que quien la padece es estigmatizado por las creencias que tanto en la religión como en el habla cotidiana se han difundido; sin embargo, es una de las infecciones menos contagiosas que podría existir.
En los últimos años, este padecimiento ha sido controlado y hasta erradicado en diversas partes del mundo. En el caso de México, la lepra es cada vez menos frecuente, tan sólo en las dos primeras semanas de este año, sólo se ha notificado de un caso en el estado de Quintana Roo, de acuerdo con el boletín epidemiológico de la Secretaría de Salud.
"De las enfermedades infecciosas es la menos contagiosa que hay y eso está plenamente confirmado. Para contagiarse de lepra se necesita un contacto permanente, prolongado en cierta etapa de la vida, con una persona que padezca la enfermedad. No hay posibilidad de que exista un contagio casual, que porque me subí al Metro e iba una persona con lepra, ya me contagié, no eso no puede pasar", explica el doctor Alejandro Escobar, coordinador de Investigaciones Inmunológicas del Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicas (InDRE).
¿Cómo se contagia la lepra?
Alejandro Escobar, quien por años se dedicó a investigar la lepra por varios años, explicó que esta enfermedad no es muy contagiosa, debido a la frecuencia que es baja, además que se puede detectar rápidamente el antecedente si es que el paciente contagió a alguien debido al tiempo que dura el bacilo en multiplicarse en el organismo.
Es por esto que el contagio se transmite por gotículas nasales y orales, sí como el covid-19 (a diferencia de esta enfermedad, la lepra se desarrolla con menor velocidad), siempre cuando hay un contacto estrecho y frecuente con enfermos no tratados.
De la boca a los nervios
Luego del contagio, el cual se da en lugares relativamente fríos como las vías respiratorias como la nariz y la garganta, los macrófagos, células de nuestro sistema inmune, los atacan, pero no los destruyen por completo y el bacilo se anida y empieza a proliferar en la piel, donde puede haber varias situaciones: manchas claras y anestésicas porque si se tocan la gente no siente.
El bacilo que se encuentra en la piel va a encontrar un camino sobre las terminaciones nerviosas y ahí va a permanecer por mucho tiempo, donde van a alterar la sensibilidad y el paciente empezará poco a poco perder sentido de tacto.
"Yo he conversado con personas con lepra avanzado y refieren eso, a ellos no les importa la manifestación, lo que más le preocupa es esa pérdida de sensibilidad que impide no darse cuenta de los peligros, sino no darse cuenta de cosas amables como una caricia", cuenta el doctor Alejandro Escobar para MILENIO Explica.
¿Lepra avanzado?
De acuerdo con la Secretaría de Salud, existen dos formas clínicas de la lepra:
- Lepra tuberculoide:Placas con borde extenso elevado, eritematosas o cobrizas.
- Lepra Lepromatosa: Nódulos, placas infiltradas o lesiones foliculares (elementos circunscritos) o infiltración difusa.
La lepra en México
La lepra es una enfermedad milenaria que ha estado por siglos en el planeta entero, dejando miles de muertos a su paso y sobre todo en diferentes épocas del tiempo como la Edad Media; sin embargo, uno de los primeros registros que se tiene de esta enfermedad en México es después de La Conquista.
Fátima Luna, directora del Programa de Micobacteriosis del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece), cuenta que se sabe que el primer leprosario, término que se utilizaba en aquel entonces para referir los lugares donde estaban los pacientes, data del año de 1528 con Hernán Cortés.
"Estamos hablando que en Santa María La Ribera habían colocado algunas de estas haciendas, un inmueble dedicado a la atención de estos pacientes", dijo en entrevista para MILENIO Explica.
Fue hasta principios del siglo XX, cuando González Ureña presentó un trabajo de cómo iniciar en México un tratamiento contra la lepra y los cuidados que se les debería de dar a los pacientes con esta enfermedad
Para 1930, se constituye el servicio federal y se establecen los primeros esfuerzos oficiales para el control de esta enfermedad. En 1948 se funda la Asociación Mexicana de Acción contra el Lepra, mientras que en 1970 nació el Programa Nacional de Control para la Lepra.
¿Qué pasó con los leprosarios?
Actualmente, en el país, no existe un leprosario que atienda exclusivamente a pacientes con esta enfermedad, pues muchos de ellos se volvieron referentes en dermatología.
Fátima Luna explica que muchos de ellos giraron a centros dermatológicos, como, por ejemplo, el Ladislao Pascua o el José Fernando Barba Rubio que se encuentra en Jalisco, mientras que otros han cambiado como el de Pedro López de Zoquiapan, que ahora es un asilo.
"En México, hay dos inflexiones a lo largo de la historia, uno que es la era de los antibióticos y en México logramos tener ese tratamiento combinado a finales de los 80 y 90 y para 1994 es donde nosotros alcanzamos a nivel nacional tener menos de un caso prevalente por cada 10 mil habitantes, que es uno de los indicadores que nos marcan instancias internacionales", comentó la directora del programa del Cenaprece.
En México, la lepra se encuentra controlada, no eliminada, pero sí controlada; sin embargo, este control se ha estancado en forma de meseta, pues en muchos municipios aún no se logra tener un control de esta enfermedad.
"Tenemos municipios en diferentes estados donde sigue habiendo esa transmisión activa donde no hemos logrado ese uno o menos uno de un caso prevalente por cada 10 mil habitantes. Nosotros estamos buscando ser creativos para ver cómo tratar la lepra", dijo Fátima Luna.
El estigma de la lepra
Uno de los problemas que han enfrentado los pacientes con lepra es el estigma social que algunos pueden tener con esta enfermedad, al ser un padecimiento que es contagioso, algunos mitos han permeado en la sociedad; sin embargo, la lepra es una enfermedad curable que puede tener tratamiento.
Uno de los factores importantes de esta enfermedad es ser constante, pues el tratamiento puede durar de seis meses hasta dos años. Si el paciente deja de tomar su medicamento la bacteria puede generar resistencia.
bgpa