Anestesiólogo especialista en medicina del dolor y cuidados paliativos a través de la algología, el doctor Federico Bernabé García asegura que los mexicanos a pesar de rendir culto a la muerte, no están preparados para fallecer.
La clínica del dolor en México no tiene más de medio siglo y en Torreón habrá quizá diez especialistas, de ahí la importancia de la labor médica que, en su caso, comenzó dentro de hospitales públicos y que lo llevó incluso a estudiar tanatología, lo que le permite acompañar a sus pacientes hasta el final, alejándose de la eutanasia o muerte asistida.
“Fue hace como 40 años que empezaron los servicios de dolor en México. Para identificarlos les empezaron a llamar clínicas del dolor y así se quedó el nombre. Mucha gente relaciona clínica del dolor con un espacio, y no, la clínica es la especialidad. Para tratar de modificar esa idea, el término correcto es Algología o Medicina del Dolor”.
En la década de los setenta el análisis sobre la muerte tenía sustrato psicológico y aún se consultaba a Freud. Pero fue el antropólogo cultural y científico Ernest Becker quien para la formulación de sus teorías se basó en el trabajo de Soren Kierkegaard, Otto Rank (uno de los discípulos menos populares de Freud), Wilhelm Reich, Normal O. Brown y Erich Fromm.
El resultado lo llevó a obtener en 1974 el premio Pulitzer, dos meses después de su muerte por cáncer a la edad de 49 años, por el libro Denial of Death (La negación de la muerte) que en México fue editado tres años después por el Fondo de Cultura Económica con el título El Eclipse de la Muerte. Becker intentó hasta con su último aliento mostrar que el temor a la muerte es algo universal y que une a los datos de varias disciplinas.
Ciencia con empatía
El primero de abril de 1996 Federico Bernabé García inició su servicio en Medicina del Dolor en la Clínica 71, hoy Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) en Torreón. Aunque establece que la medicina paliativa en teoría es una obligatoriedad desde el año 2018 que se creó una Norma Oficial Mexicana, en la realidad se aplica sólo cuando el enfermo se entera de la opción y la demanda.
En el tratamiento se elabora un diagnóstico y se deriva al especialista. A la par al paciente se le ofrece un servicio de dolor y cuidados paliativos para trabajar en conjunto. Ejemplo puede ser el de un paciente con cáncer, con pérdida de salud física y psicológica.
“Tendrá síntomas: dolor, náusea, vómito, estreñimiento, alucinaciones, etcétera, y es en donde debería ser atendido por el oncólogo para que lo cure de su enfermedad, y por el paliativis ta para que lo ayude a tener una mejor calidad de vida. Y eso no ocurre ni siquiera en los hospitales públicos y a veces el mismo paciente pide, exige que lo manden al servicio de Clínica del Dolor porque ya se enteró”.
La intervención oportuna puede proveer vida digna. Pero en ocasiones a él le llaman para ver enfermos que pueden fallecer en la primera visita o al día siguiente, es decir, que no tuvieron oportunidad de ser tratados, lo que considera sufrimiento innecesario, inmerecido.
Como anestesiólogo sabe que no es común que familiares o pacientes lo recuerden. Pero su profesión se ramificó aprendiendo nuevas formas de mitigar el dolor. Como algólogo su práctica tiene más de 20 años, y a pesar de ello, atendiendo a personas con dolor crónico o con enfermedades crónico degenerativas, incluso algunos médicos desconocen sus servicios.
Este ejercicio médico no sólo trata de mitigar el dolor sino atiende el proceso de la enfermedad y las afectaciones emocionales y psicológicas al ofrecer medicamentos, haciendo procedimientos, y sobre todo escuchando al paciente para orientar y facilitar la toma de decisiones.