La extinción de especies, al alza, advierte experto

La destrucción de plantas y animales no es reversible y se acelera ante la falta de políticas y acciones suficientes en el país, señala Gerardo Ceballos de la UNAM.

Si se acaban los jaguares en México impacta en la función de los ecosistemas (Especial)
Alianza Jaguar (Especial)
Gerardo Ceballos, de la UNAM (Especial).
Es importante trabajar en conjunto para conservar al jaguar (Especial).
Agustín del Castillo
Cancún, Enviado /

Dice el historiador de las ideas Peter Watson, en La gran divergencia (Crítica, 2012), que la humanidad actual rozó la extinción alrededor de 70 mil años antes de Cristo, con la gran explosión del Toba, un supervolcán del archipiélago indonesio cuya actividad sumió al mundo, por décadas, en la oscuridad, tal como dice el relato bíblico de la creación. La “huida” del Sol trajo el declive de millones de plantas y la quiebra de cadenas alimenticias completas. Y murieron de siete a nueve de cada diez Homo sapiens sapiens, que se encontraban en fase de expansión, desde África, hacia la conquista del mundo.

Una de las evidencias científicas de ese desastre, más allá del estudio de yacimientos geológicos y fósiles, es indirecta: el notable divulgador científico señala la baja variabilidad genética de la especie humana, pues con una base muy corta, la de los escasos supervivientes de ese caos memorable, volvió a prosperar. Era un hombre ligado a la naturaleza, que dependía de los ciclos biológicos para proveerse de animales y plantas para comer, cubrirse y defenderse.

Esto hace que dos humanos aparentemente separados por océanos de tiempo, espacio y apariencia física, como los aborígenes yanomame de la selva venezolana y los rubios descendientes de vikingos en Noruega, no tengan más diferencia que accidentes como el color de la piel y el tamaño.

Ironías de la historia natural: estos hijos de la Tierra, que pudieron desaparecer sin dejar gran huella por una catástrofe volcánica, han detonado hoy la que es la sexta extinción masiva en los 4,500 millones de años del planeta. El investigador de la UNAM, uno de los más reconocidos ecólogos de México, Gerardo Ceballos, al inaugurar el Simposio Internacional de Ecología y Conservación del Jaguar y otros Felinos del Neotrópico, en Cancún, al norte de la península de Yucatán, destacó la gravedad del proceso:

Esta extinción se distingue de las cinco anteriores por dos detalles esenciales, el primero es que la velocidad de desaparición de formas de vida es 280 tantos mayor al ritmo de extinción “natural”; el segundo es justamente la causa: no es en esta ocasión directamente un cataclismo geológico, un objeto extraterrestre de grandes dimensiones como el meteorito de Chicxulub, en esta misma región, o un cambio abrupto de temperatura por intensificación de la actividad volcánica. La causa es hoy, una sola especie, y su talento destructivo.

“Vivimos inmersos en otros problemas como la desigualdad, la pobreza, el cambio climático, el deterioro de la capa de ozono; y por allí llegamos a la pérdida de la diversidad biológica. A diferencia de casi todos los demás asuntos, la pérdida de la riqueza biológica es un problema irreversible: con suficiente tiempo podríamos recuperar el clima, podríamos recuperar los suelos dela contaminación, podríamos limpiar el océano; pero una vez que se extingue una especie, se extingue para siempre”, dijo en la ponencia magistral con que dio inicio el encuentro.

“Cuando una especie muere, un mundo termina; en ese sentido, la crisis de la extinción que se ha dado en los últimos años, no solamente nos tendríamos que poner revisar lo que está pasando con las especies en peligro, sino con las poblaciones; de ahí lo relevante de este proyecto, de este trabajo que hacemos en conjunto: si se acaban los jaguares en México, no importa que haya jaguares en Brasil, o en Perú, porque el papel que jugaban los jaguares en las estructura ecológica de este país, regional y nacionalmente se pierde; es decir, las extinciones locales, son un impacto en la función de los ecosistemas, por un lado, y en la producción de los servicios ambientales; por eso es tan importante que trabajemos juntos para atacar este grave flagelo…”, ponderó.

Lo que hasta ahora ha documentado la evidencia científica, sólo permite hablar de un planeta vivo en la miríada de estrellas que conforman el universo. “Solamente en este planeta tenemos la capacidad de tener vida, y esta increíble diversidad biológica sigue aumentando su registro: cada año tenemos nuevas especies descubiertas, 10 por ciento de todos los mamíferos, incluyendo ballenas, se han descubierto apenas en la última década, y si eso está ocurriendo con mamíferos, imagínense qué está ocurriendo con animales más pequeños, con plantas; se calcula que puede haber entre cinco y 50 millones de especies en la tierra, y apenas se han descrito 2 millones, es decir, conocemos muy poquito”.

Eso es suficiente para afirmar que “vivimos en la época de mayor diversidad biológica de toda la historia de la Tierra; es decir, un problema de extinción de especies, global, como el que estamos enfrentando, nunca tendría el impacto que en este momento, porque nunca había habido tantas especies de fauna y flora […] son especies que nos han acompañado a lo largo de la travesía como seres humanos, desde los primeros ancestros hace tres millones de años, y están en peligro básicamente por acciones del ser humano, por las acciones de nosotros, y esa es una mala noticia; la buena noticia es que por ser acciones humanas, tenemos la posibilidad de salvarlas, si hacemos los cambios necesarios para ello”.

La evolución de la norma oficial NOM-059-SEMARNAT-2010, que es el listado oficial de especies bajo alguna modalidad del riesgo de las que existen en el país, es la mejor prueba de que el proceso sigue en crecimiento.

Las especies en peligro de extinción en México aumentaron 25 por ciento en la NOM-059-SEMARNAT-2010 en relación con la norma de 2001; entre una y otra hay 71 nuevas especies y subespecies en alguna categoría de riesgo. De este modo, había 2,560 especies y subespecies en 2001, y ahora están 2,631 especies. Hay un proceso de revisión de la norma, en marcha, que establecería a más especies dentro de alguna categoría. De este modo, 4 por ciento de las especies registradas en el país, uno de los cinco más diversos del planeta, estarían por desaparecer.

“La categoría de En Peligro de extinción fue la que más cambió pasando de 372 especies en 2001 a 500 especies en la reciente norma […] la única categoría de la nueva norma que disminuyó en cantidad fue la de Protección Especial pero esto fue debido a que las especies subieron a la categoría de Amenazadas, y las de ésta última categoría subieron a En Peligro”, señala un análisis de la organización ecologista Greenpeace.

Ceballos citó a la lista roja de la Unión Mundial de Conservación de la Naturaleza (UICN), en 500 años se extinguieron 114 especies de plantas, 78 de mamíferos, 138 de aves, 22 de reptiles, 39 de anfibios y 104 de peces. De este total, más de la quinta parte corresponde a la América Tropical. Ese proceso coincide con la revolución industrial, el ascenso global de las temperaturas promedio, la expansión de las especies exóticas y la deforestación. También es cierto que en toda la historia del hombre, nunca hubo menos selvas y bosques que ahora.

- ¿Se están haciendo las acciones necesarias para hacer frente al problema de la extinción de especies en México?

- Podemos decir que se ha trabajado mucho en México para hacer frente a este problema, pero mientras hemos ganado muchas batallas, puedo decir que seguimos perdiendo la guerra.

La naturaleza tuvo una segunda oportunidad de exterminar al hombre decenas de miles de años después de Toba. El final de las últimas glaciaciones, la invasión de millones de kilómetros de tierra firme por el mar en avanzada, dio pie, Watson especula, a los mitos del diluvio, entre 12 mil y diez mil años atrás de nuestro tiempo. Tampoco ocurrió. El Homo sapiens parece que labrará solo su ruina. Gerardo Ceballos espera que la autocrítica, el sentido ético, la sensatez, que son parte de la inteligencia humana, conjure la tercera gran amenaza. Pero eso deberá suceder ahora y en muchas partes. ¿En realidad eso está sucediendo?

Claves

Algunos datos alarmantes

La tasa de pérdida de ecosistemas en el planeta ronda por año 1 por ciento de las tierras emergidas, es decir, alrededor de millón y medio de kilómetros cuadrados, equivalentes a tres cuartos de la superficie de México o a la extensión total de Mongolia, tendencia que de seguir, sumado a la devastación planetaria previa, no permitiría más de medio siglo de vida como la conocemos actualmente, según datos del Programa del Secretariado del Convenio de Diversidad Biológica de las Naciones Unidas (ONU)

Jalisco está entre las seis entidades más ricas en formas de vida de México, cerca de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Veracruz y Michoacán. Con cerca de un tercio de los inventarios nacionales presentes en apenas 4 por ciento del territorio del país

Es difícil predecir los efectos de la desaparición de una especie. En el caso de México, con la pérdida del lobo mexicano, florecen otros depredadores menores como el coyote y los perros ferales, los cuales podrían atacar con más frecuencia al hombre y al ganado, además de hacerle competencia al lince. También aumenta la presión sobre poblaciones de otras especies silvestres, como venados, pecaríes, coaties, y conejos. Si hay menos herbívoros por el aumento de los nuevos depredadores, habrá más hierbas y material combustible, lo que puede favorecer incendios más continuos y más destructivos

Al agotarse las presas y ser perseguidos como parte de programas de erradicación de estos depredadores, sus poblaciones podrían colapsarse más adelante, pero como no podría haber migraciones de nuevos depredadores al cerrarse los corredores, en una segunda fase habría muy pocos depredadores; entonces, los pequeños herbívoros de alta tasa de reproducción florecerían rápidamente [ardillas, conejos y ratones]. Estos roedores podrían afectar las zonas de cultivo y zonas urbanas en las zonas aledañas. Su control podría hacerse utilizando pesticidas y venenos [para alcanzar resultados rápidos], lo cual integraría elementos tóxicos en el ecosistema, suelo y agua

Ejemplos de proliferación de herbívoros en áreas sin depredadores es Australia. Con la introducción de los conejos por los colonizadores europeos; actualmente controlar esta infestación le cuesta al gobierno de Australia entre 113 y 600 millones de dólares

En un estudio de biodiversidad marina, el profesor Robert Paine identificó especies que pueden ser calificadas como piedras angulares [keystone species] y que tienen una importancia formidable para el equilibrio ambiental, a pesar de que a primera instancia pudieran parecer sólo una especie más. En un experimento en la zona costera de Estados Unidos, Paine removió de una zona una especie de estrella de mar; resultó que esta especie era el único depredador de ciertos mejillones y erizos, los cuales al quedarse sin depredador, alguno proliferaron hasta que eliminaron las demás especies presentes, incluyendo los corales.

SRN