El consumo de pollo y huevos es común en la dieta diaria. Sin embargo, pese a sus múltiples beneficios, un mal manejo de estos alimentos puede tener consecuencias graves en la salud, pues suelen ser portadores de peligrosas bacterias.
En las últimas semanas se reportaron casos de síndrome de Guillain Barré en el país: a principios de marzo, la Secretaría de Salud (SESA) de Tlaxcala emitió una alerta epidemiológica por esta razón.
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En lo que va de 2024, al menos 18 casos que cumplen con la definición se han detectado en el estado (ocho ya fueron confirmados). La mayoría de los afectados son hombres de 4 a 64 años.
Desde su descubrimiento, hasta el día de hoy, se desconoce la causa exacta que provoca la enfermedad, sin embargo, en los años 90, un estudio de realizado por Van der Meche, neurólogo del hospital Universitario de Rotterdam señaló que en muchos de los casos que estuvo estudiando había una relación con la bacteria Campyilo, misma que se encuentra en la carne de pollo.
Pollo: portador silencioso de bacterias
Aunque es una opción nutritiva, el pollo puede estar contaminado con bacterias. De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, la carne puede ser vehículo de bacterias como la Campylobacter, Salmonella o Clostridium perfringens, lo que significa que, de llegar a ser ingeridas pueden propiciar diferentes enfermedades.
Campylobacter
Esta bacteria es responsable de provocar diversos síntomas en el cuerpo humano, algunos más graves que otros. Una infección por Campylobacter suele aparecer entre 2 y 5 días después de que entró al cuerpo y ocasiona:
- Diarrea (en la mayoría de las ocasiones con sangre)
- Fiebre
- Calambres estomacales
- Náuseas y vómitos
Cuando la situación se agrava puede desembocar en complicaciones, como síndrome de intestino irritable, parálisis temporal y artritis. En algunos casos, cuando alguien está inmunodeprimido (es decir su sistema inmunológico está debilitado), o bien tiene algún trastorno sanguínea, la bacteria se puede propagar por el cuerpo por medio de la sangre, causando una infección mortal.
Salmonella
Esta bacteria se mantiene en la mira de los gobiernos de distintos países ya que es “mundialmente reconocida como el principal agente etiológico de enfermedades transmitidas por alimentos y agua”.
En México en 2020 se presentó un brote importante: se confirmaron 64 mil 778 casos, lo que provocó que millones de aves fueran sacrificadas.
La mayoría de las personas que se enferman a causa de la Salmonella presentan síntomas como:
- Diarrea
- Fiebre
- Calambres estomacales
Los síntomas suelen comenzar muy poco después de haberla ingerido (casi 6 horas) aunque pueden pasar días (hasta 6 días después de la infección) y duran entre 4 y 7 días.
De acuerdo con Mayo Clinic, en la mayoría de los casos, las personas se recuperan sin un tratamiento específico y no deben tomar antibióticos. Los antibióticos generalmente se usan solo para tratar a personas que padecen una enfermedad grave o que están en riesgo de padecerla.
Clostridium perfringens
Esta bacteria también es una de las responsables de la intoxicación alimentaria, y suelen encontrarse no solo en el pollo, sino también en el pavo, carne de res, cerdo y salsas.
Los síntomas son:
- Retortijones estomacales
- Diarrea
A diferencia de las otras enfermedades, no hay vómito, y las señales de su presencia en el cuerpo suelen presentarse entre 6 y 24 horas después de haberse ingerido.
Huevos y las enfermedades
Al igual que el pollo, los huevos también pueden ser portadores de bacterias potencialmente riesgosas para la salud de las personas.
Según la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), estos pueden estar contaminados con Salmonella, ya que los pollos y otras aves de corral vivas pueden ser portadores de la bacteria, y estos microbios se pueden propagar de las aves a sus huevos.
¿Qué podrías estar haciendo mal al consumir estos alimentos?
En primer lugar, pese a que se suele recomendar consumir huevos crudos o poco cocidos, hacerlo puede ayudar a contraer Salmonella. Para prevenir el riesgo es importante manipularlos y cocinarlos de manera adecuada.
En este caso los huevos deben cocerse hasta que la yema y la clara estén firmes, lo que sucede a una temperatura interna de 71 °C (160 °F) o mayor.
Uno de los errores más comunes a la hora preparar pollo es no cocerlo bien. Para prevenir la intoxicación alimentaria por comer esta carne se debe cocinar hasta alcanzar una temperatura interna segura de 73 °C (165 °F).
Otras acciones que resultan riesgosas, según la FDA, son:
- Mantener el huevo, pollo crudo y sus jugos cerca de los alimentos listos para comer, como ensaladas y alimentos ya cocidos, ya que pueden contaminarlos.
- No utilizar un termómetro para alimentos, pues este ayuda a comprobar que las temperaturas son las adecuadas (especialmente las aves enteras).
- Mantener los alimentos cocinados a temperaturas altas
si no se van a servir ni comer pronto (se aconseja mantenerlo a 4° C ( 40°F) o menos).
- No refrigerar las sobras (es mejor hacerlo dentro de las 2 horas posteriores a cocinar los alimentos o retirarlos de un electrodoméstico que los mantenga a una temperatura interna segura).
- Dejar todo el guiso en ollas grandes de comida (se recomienda dividir en pequeñas cantidades para ayudar a que se enfríen rápidamente en el refrigerador).
- Un mal recalentado (tiene que ser arriba de los 73 °C)
- Lavar el pollo o el huevo, pues podrían contaminar el área de los alimentos
- No usar agua y jabón para lavarse las manos y lavar los artículos que estén en contacto con el huevo o pollo crudos.
- No verificar que los huevos estén en óptimas condiciones al comprarlos.
En el caso específico del huevo, la FDA recomienda mantenerlos en refrigeración, y asegurar que estos estén limpios y las cáscaras no estén rotas al comprarlos.
LHM