La temporada de huracanes en México se mantiene provocando estragos en el país, el último gran ciclón que tocó tierra fue 'Otis' fenómeno natural que ha sorprendido al mundo por su rápida formación y el alcance de su devastación.
El huracán devastó al puerto de Acapulco, Guerrero, zona que recibió el impacto con vientos sostenidos de 265 km/h y lluvias torrenciales. A más de 24 horas de su paso se pudo confirmar de manera preliminar que cobró la vida de 27 personas y dejó múltiples pérdidas materiales.
Cabe señalar que además de las afectaciones que actualmente se presentan en territorio guerrerense, el ciclón tropical podría provocar otras afectaciones en territorio mexicano a largo plazo.
Y es que, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) si bien un huracán no siempre acarrea un brote de enfermedades infecciosas, sí puede contribuir a que se transmitan más fácilmente.
¿Qué relación tienen las enfermedades con los ciclones?
Los huracanes no producen nuevas enfermedades, pero (como todo fenómeno natural) sí alteran las condiciones ambientales, lo que puede propiciar que se intensifique la transmisión de algunas de las ya existentes en una región, como lo explica el documento, Control de Vectores con Posterioridad a los Desastres Naturales publicado por la OPS.
Según la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja ha detectado que en los días, semanas e inclusive meses después del paso de un ciclón o tifón, los principales problemas de salud son las enfermedades diarreicas, así como aquellas transmitidas por insectos e infecciones cutáneas y respiratorias.
Estas no se dan por sí solas tras el paso de un huracán, sino que hay varios detonantes, como lo son:
- Contaminación fecal del agua
- Efectos directos de hacinamiento
- Falta de higiene
- Redistribución de animales como roedores, moscas, mosquitos y demás fauna nociva
Mito y realidad en el caso de los mosquitos
Pese a que la acumulación de agua se asocia directamente con las enfermedades transmitidas por mosquitos (como la encefalitis, malaria, fiebre amarilla, dengue y zika) puede que estas no se manifiesten sino hasta varias semanas después o incluso no lleguen a presentarse tras un huracán, esto debido a que el hábitat de las larvas y los puntos de concentración del insecto suelen quedar destruidos por el viento y las inundaciones.
En este sentido, la OPS señala que “es difícil” determinar si la formación de nuevos hábitats de los mosquitos pueden hacer aumentar las poblaciones de ejemplares adultos y, en consecuencia, la transmisión de enfermedades, por lo que hasta ahora las investigaciones apuntan a que los brotes de infecciones transmitidas por estos pequeños animales son de una probabilidad muy baja tras el paso de un tifón, aunque este escenario no se descarta.
¿Qué se debe tomar en cuenta?
Por un lado, y de acuerdo con las recomendaciones de la Organización Panamericana de Salud, las autoridades deben trabajar de la mano de expertos y analizar las condiciones de redistribución de la población en caso de que se tengan que abrir albergues o refugios.
A la par, se debe evaluar la importancia de los daños ocasionados al sistema de abastecimiento de agua y de saneamiento en caso de que un huracán haya dejado afectaciones en la red.
También, se debe atender a la exposición a mosquitos y otros animales que podrían transmitir enfermedades.
LHM