La Vía Láctea, la galaxia en la que se ubica el sistema solar donde vivimos, ha existido desde hace unos 13 mil 700 millones de años. Y según un reporte que analizó los procesos que la formaron, en su larga vida ha “devorado” a cerca de 15 galaxias satélites cuyas estrellas incorporó a su censo del orden de 2 mil 500 millones de estrellas.
Los astrónomos que llegaron a estas conclusiones vieron en la dilatada historia de la Vía Láctea tres grandes procesos de absorción de otras galaxias, uno de los cuales implicó “devorar” una inmensa galaxia antes no detectada a la que bautizaron como Kraken.
Y lo más insólito fue el modo en que llegaron a determinar los grandes eventos de la historia galáctica: examinando la composición de los cúmulos globulares, racimos esféricos de estrellas muy viejas que existen en la mayor parte de las galaxias masivas al alcance de los instrumentos astronómicos.
La clave detrás del proceso es que los cúmulos globulares evolucionaron en función de su entorno. En otras palabras, su composición depende de la galaxia en la que nacieron, lo cual significa que un cúmulo globular formado en otra galaxia tendrá una mezcla de elementos distinta.
[Cúmulo globular captado por el telescopio espacial Hubble]
Los astrónomos encabezados por Diederik Kruijssen, de la Universidad de Heidelberg, midieron dos datos clave de 96 cúmulos globulares: su edad y su metalicidad; es decir, la relación entre elementos pesados y elementos ligeros. Sus análisis les llevaron a concluir que casi 40 por ciento de los cúmulos globulares de la Vía Láctea se formaron fuera de ella, en agrupaciones estelares menores.
Su reconstrucción dice que en comparación con otras galaxias, la Vía Láctea tuvo una vida temprana de masificación acelerada, pero que después se aplacó: en más de 12 mil millones de años no se ha “devorado” a ninguna galaxia que tenga un cuarto de su tamaño o más.
Kruijssen y sus colaboradores vieron con lupa 35 cúmulos globulares galácticos cuya escasez de metales pesados sugiere que se formaron en galaxias menos masivas que la Vía Láctea. Profundizando el caso, reconstruyeron esta historia: durante su vida, la galaxia ha tenido tres grandes procesos de absorción de galaxias, pero estos procesos han sido antecedidos por agregaciones de las galaxias progenitoras.
[Mapa cartográfico de la Vía Láctea (NASA)]
El “árbol de fusiones” que dio origen a la Vía Láctea tuvo en total 24 +/- 10 progenitores, pero 8 ó 9 se fusionaron antes de incorporarse al gran remolino de nuestra galaxia. Ésta suma en su haber 15 +/- 3 fusiones, que se dieron divididas en tres grandes “ramas”. La Vía Láctea tuvo tres masivas “comilonas”.
Una de esas ramas, una galaxia engullida, es de metalicidad muy baja y sugiere que se trató de una galaxia enana. Lo más probable es que se trate de la galaxia enana Sagittarius, que a la fecha sigue siendo “devorada” por la Vía Láctea. Antes de que se iniciara su absorción, debió tener una masa de varios cientos de millones de soles.
La segunda rama parece asociada a la galaxia llamada Canis Major, más grande, que al inicio de su incorporación pesaba de mil a dos mil millones de soles.
La rama más masiva proviene de una galaxia de la que antes no se sabía antes. “Llamamos a esta enigmática galaxia Kraken, y proponemos que es el satélite más masivo jamás incorporado por la Vía Láctea”, dice el resumen del reporte en el repositorio arXiv.
Esta rama satélite fue absorbida hace entre seis mil y nueve mil millones de años, de modo que pasó el tiempo suficiente para borrar las huellas gravitacionales de su incorporación. Kraken debió tener una masa del orden de 2 mil millones de soles, quizás la décima parte de la masa que tenía la Vía Láctea.
FM