Cuando un 5 de julio hace 20 años nació Dolly, la oveja clonada, muchos saludaron la toma de control del ser humano sobre el ADN como anticipo de futuros avances, por ejemplo en materia de trasplante de órganos.
Otros, en cambio, temblaron ante el advenimiento de un mundo hecho de seres idénticos criados como piezas de repuesto. En realidad, nada de eso ocurrió.
La clonación humana, un proceso complejo, riesgoso y éticamente cuestionable, fue finalmente reemplazado por otras tecnologías como fuente de la medicina regenerativa.
"No produjo lo que se esperaba", comenta Rosario Isasi, del Instituto de Bioética y Política Sanitaria de la Universidad de Miami. "Hubo un momento de euforia: se pensó que finalmente seríamos capaces de comprender mejor los mecanismos de las enfermedades, usarlo como tratamiento para la infertilidad. No fue así".
Dolly, la oveja más famosa del mundo, fue el primer mamífero clonado mediante una técnica denominada Transferencia Nuclear de Células Somáticas (TNCS).
Consiste en retirar el núcleo de la célula con su correspondiente ADN de una célula que no sea un óvulo o espermatozoide —una célula de la piel, por ejemplo— e implantarla en un óvulo no fecundado, al que previamente se retiró el núcleo.
En el caso de Dolly, la célula fue tomada de una glándula mamaria. Una vez realizada la transferencia, el huevo reprograma un embrión a partir del ADN que comienza a desarrollarse como hijo de un solo progenitor. No se conoce a la fecha una clonación de ese tipo con humanos.
Existe una oposición global a la reproducción de humanos por clonación. Aparte de las objeciones éticas y de derechos humanos a la creación de seres humanos como fotocopias, también hay un problema de seguridad.
Sólo un puñado de animales clonados sobrevivieron al nacimiento, y muchos tuvieron problemas de salud posteriores. Los expertos consideran que la oposición moral a la clonación como técnica de reproducción ha opacado en la opinión los beneficios potenciales de esta técnica en materia de medicina regenerativa.
Por lo general, la gente teme que los científicos no sean capaces de resistir a la tentación. "Una vez que definen los límites de salvaguarda, no hay forma de desviarse hacia la aplicaciones reproductivas", asegura sin embargo Isasi.
Aun así, mucha gente "teme que haya un desliz, que una cosa lleve a la otra, hasta que sucede algo malo. Ésa es la principal preocupación que ha impedido el uso de la tecnología".
Las inversiones en la investigación sobre clonación han mermado y pocos países —entre ellos Bélgica, China, Israel, Japón, Corea del Sur, Gran Bretaña y Singapur— autorizan la creación de embriones con fines experimentales. En Estados Unidos, no es explícitamente ilegal.
En la clonación terapéutica, los científicos cosechan células madre a partir de un embrión en sus estadios iniciales o blastocito, un agregado de entre 100 y 200 células.
Orientar esas células hacia el desarrollo especializado de células hepáticas o sanguíneas, por ejemplo puede ayudar a curar ciertas enfermedades o a reparar órganos dañados.
Como son criadas a partir del propio ADN del paciente, se reduce drásticamente el riesgo de rechazo del trasplante. Sin embargo, producir células madre de esta forma implica destruir embriones, otro dilema moral. Y aunque algunos científicos lograron crear células madre a partir de TNCS, ninguno lográ hacer que se desarrollen como un órgano humano funcional.
Prescindiendo de embriones
La clonación puede no haber hallado aplicación directa en medicina, pero sin embargo impulsó el desarrollo de otras tecnologías, como la de células madre pluripotentes inducidas. Consiste en desarrollar células especializadas haciendo que remonten a niveles de desarrollo anterior, lo cual permite prescindir de recurrir a embriones.
Esa técnica, recompensada con un Nobel, ha centrado la atención de la medicina regenerativa, aunque no está del todo establecido que las células resultantes funcionen igual que las células madre obtenidas con embriones
Otra ramificación es la transferencia de genes a través de las mitocondrias, que permite implantar ADN en un óvulo sano para crear un embrión libre de las mutaciones anómalas que pueda acarrear la madre.
Aaron Levine, especialista en Bioética de Georgia Tech, dijo que el mayor impacto de la clonación sobre la salud humana probablemente provenga de animales criados especialmente para producir órganos, tejidos o medicamentos biológicos que no sean rechazados por el sistema inmunológico humano.
"Creo que la clonación humana desaparecerá", dijo. "Simplemente no existe suficiente demanda, no hay mucho que uno pueda hacer con la clonación que no se pueda hacer de otra manera".