Hay un puente en Gonzalitos, una de las avenidas más grandes e importantes de Nuevo León, que conecta distintas zonas como Apodaca y Escobedo con San Pedro Garza García, cercano al lugar donde creció el fotógrafo Alejandro Cartagena.
Como un detective, pasando incluso días enteros en el puente para poder lograr una sola foto, Alejandro fotografió momentos privados en la parte trasera de los camiones que pasaban, donde los trabajadores de la construcción se juntan camino al trabajo con la atractiva promesa de estabilidad financiera y seguridad en el mundo. Así, Alejandro logró capturar la belleza, el color y la intimidad de estos hombres que para muchos permanecen invisibles aunque vayan en el auto de al lado, y que aprovechan para dormir una siesta en el camino, por más ruidoso y transitado que esté. De esta forma nace esta serie de fotografías, que Alejandro llamó Carpoolers, y que le han dado la vuelta al mundo.
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“Hay un gran contraste en esta área entre ricos y pobres”, me dice Alejandro, y son precisamente estos temas sociales, urbanos y ambientales que predominan en su obra y que busca exponerlos a un público que se ha desensibilizado por su cotidianidad, aunque no por ello dejan de tener un trasfondo.
“Cuando vi a estos trabajadores, viajando así, hubo una conexión inmediata con mi historia familiar, pero también con un grupo de gente que hace lo necesario para poder sobrevivir en medio del caos en el que estábamos. En ese momento entendí quiénes eran, por qué lo hacían y me sentí fuertemente identificado”, dice sobre lo que le interesó de fotografiarlos y cómo se sintió emocionalmente tras hacerlo.
Foto: Alejandro Cartagena
Se sincera y cuenta que hubo ocasiones en las que hasta llegar a su casa y ver todo el material fotográfico, descubría que en algunas de las fotos había hombres debajo de las cobijas o cartones en la parte trasera de las camionetas, cubriéndose y tratando de descansar un poco antes de trabajar.
“En el momento en que empecé a enseñar las imágenes me llegaron muchos mensajes de gente en Estados Unidos preguntándome si les podía mandar un close up de las caras porque se parecían a su familiar que habían deportado y querían saber si eran ellos. Fueron momentos muy emocionales”, me confiesa Alejandro.
Originalmente, la idea era hacer una documentación del crecimiento urbano del área metropolitana de Monterrey, una idea que le entusiasmó al crecer en un área de la ciudad que eventualmente fue absorbida por la mancha urbana en la parte norte, y que él recorría en bicicleta al no haber siquiera pavimentación.
“Me di cuenta de la necesidad de un transporte público, y como no se lograba, la gente buscaba sus propios recursos para resolver su problema de movilidad. Estos hombres se juntaban en las esquinas, llegaba el contratista y los subía a todos en la parte de atrás de las camionetas. Ese fue el primer momento en el que los reconocí”, agrega el fotógrafo.
Y es justamente reconocer lo que él busca con estas fotos: detenerse, observar y analizar una situación que forma parte del día a día, tanto de Monterrey como de muchas otras ciudades. “Es usar la ventaja de la fotografía para hablar de un tema, que en el momento que se vuelve serial y repetitivo –dos elementos que produce la fotografía–, te das cuenta de que es una condición social de una cultura”, explica el fotógrafo cuyo trabajo se encuentra en las colecciones permanentes del Museo de Arte Moderno de San Francisco y en museos de Chicago, Houston, Santa Barbara y que cuenta con más de 10 libros publicados.
¿Son estos hombres héroes?, le pregunto. “Yo diría que lo son. Están haciendo lo que sea necesario para llevar comida a la mesa, incluso arriesgando sus vidas viajando en la parte trasera de los camiones”, finaliza.
hc