Anne Waldman: La poesía tiene un sentido de continuidad

La escritora afirma que se formó con autores “que pensaban en ayudar a despertar al mundo ante sus atrocidades”.

Con el saxofonista Devin Brahja Waldman y el pianista Ambrose Bye en la Casa Universitaria del Libro. (@CulturaUNAM)
Ciudad de México /

Voz poética surgida al amparo de los poetas beat estadunidenses de la primera oleada, feminista y activista social, creadora experimental y cofundadora, junto con Allen Ginsberg, de la Escuela de Poetas Incorpóreos Jack Kerouac, Anne Waldman estuvo en México para realizar una intensa gira de recitales.

Autora de más de 40 libros de poesía y ganadora de muchos reconocimientos, entre los que sobresale la beca Guggenheim, Waldman ha tenido una relación idílica con México. “Ustedes tienen algunos de los mejores escritores en el mundo, por supuesto", dice en entrevista para M2 minutos antes de su último recital en la Casa Universitaria del Libro de la UNAM el jueves en la noche.

La poeta recuerda que estuvo por primera vez en México en 1965. “Era adolescente y tuve que violar la ley para poder venir, porque necesitaba el permiso de mis padres. Entonces conocía algo de la literatura de México, como la obra de Octavio Paz, y había leído En el camino de Jack Kerouac, cuyo final se desarrolla en México, además de que algunos de los poetas beats habían vivido aquí. México es muy importante en la historia de Estados Unidos".

COBIJADA POR LOS BEATS

Nacida en Nueva Jersey en 1945, Anne se crió en Nueva York, un ambiente rico en influencias. “Tuve la fortuna de estar en el Greenwich Village, un barrio con una historia muy bohemia de artistas, músicos y poetas, ciertamente los autores de la llamada Escuela de Nueva York, como Frank O'Hara y John Ashbery, y los escritores beat.”

Estos escritores eran considerados parte de “la Nueva Poesía Americana, una comunidad diferente, experimental, forjada en la amistad. Soy de una generación cobijada por Allen Ginsberg y William Burroughs y para mí fue una fortuna conocerlos cuando era muy joven".

En esos años su gran deseo era conocer el mundo, por lo que también viajó a India y Marruecos. “Crecí con un impulso hacia la aventura y el deseo de acercarme a poéticas y artes que estuvieran fuera del canon. Para mí fueron importantes los pintores de la Escuela de Nueva York, como Jackson Pollock y Willem de Kooning, los expresionistas abstractos y también las pintoras mujeres, que eran menos conocidas. Las artes visuales son muy importantes para mí. Y, por supuesto, el jazz fue parte de mi herencia".

La poeta está muy agradecida de que su padre, el pianista John Waldman, “fuera un músico de jazz y que mi madre haya dejado Estados Unidos en 1929 para vivir una década en Grecia, así que en mi familia había este interés en explorar otros mundos. Cuando te crías en Nueva York tienes este sentido cosmopolita de otros lenguajes, otras tradiciones, otras comidas, otras poéticas; hay muchas puertas abiertas. Mi madre hablaba griego y tradujo la obra de un autor célebre Ángelos Sikelianós".

REALIDAD DISTÓPICA

También era un periodo difícil. “Veníamos saliendo de la guerra; mi padre todavía estaba en el ejército en Alemania y pasábamos a la siguiente etapa, la de la guerra fría, y luego vino Vietnam y la guerra sin fin. Y esto fue después de la bomba atómica, así que muchos de los escritores, de los poetas, estaban profundamente sacudidos, igual que todo el mundo, porque había roto la espina dorsal de nuestra realidad".

Waldman recuerda que se vivía un clima social muy pesado, resultado de que el mundo había vivido “la segunda guerra mundial, el Holocausto, el lanzamiento de la bomba atómica y el karma de Hiroshima. Se vivía, como ahora, en mundo una realidad distópica. Soy afortunada de haber tenido un aprendizaje temprano al estar cerca de escritores y poetas que pensaban en términos de comunidad y en cómo ayudar a despertar al mundo ante estas atrocidades".

Waldman disfruta mucho hacer de su poesía un performance, en el que usualmente participan músicos de jazz (en México estuvo acompañada por Ambrose Bye al piano y su sobrino Devin Brahja Waldman en el saxofón). “Supongo que tiene que ver con el hecho de trabajar en colaboración con otros, porque la mayoría de las veces me involucro con músicos. A lo largo de los años he trabajado con ellos para buscar otro tipo de sonido, otra vocalización. He publicado mucho y estoy muy agradecida con mis editores, pero también quiero dar un paso afuera y dar a los poemas otras versiones, otras posibilidades en cuanto a vocalización".

Leer o escuchar poesía, escribirla, refiere la escritora, “es una experiencia que ha existido miles de años. Para mí la poesía tiene un sentido de continuidad y yo me siento parte de este proceso. Desde niña me incliné hacia ella, significaba mucho para mí. Deberíamos traerla de regreso a las escuelas públicas".

Su obra aborda los problemas del mundo, si bien dice que no quiere ser pesimista, sino actuar de manera budista “para poner atención en el al sufrimiento del mundo a través de lo que escribo. Hay una respuesta de parte de la gente y eso es muy bueno".

Y ADEMÁS

ALLEN GINSBERG
Si algo recuerda Waldman de su amigo Allen Ginsberg es “su generosidad. Cuando estaba muriéndose en Nueva York, llamaba a todos sus amigos para decirles: ‘Me estoy muriendo, pero estoy bien, no te preocupes por mí. ¿Qué puedo hacer por ti?’".

Sus poemas, dice, “documentan los lugares donde vivió, son un testimonio histórico de su tiempo, pero perduran en nuestros días. Aullido todavía conmueve a la gente”.

  • Xavier Quirarte
  • xavierquirartenuevo@gmail.com
  • Es autor de Ensayos de jazz y literatura (Editorial Doble A), es coautor de Por amor al sax y John Coltrane. Periodista especializado en jazz, rock y música contemporánea, sus textos han aparecido en los periódicos El Nacional, La Crónica y Milenio, y en revistas como Casa del Tiempo, Rock y Pop, Sólo Jazz & Blues, Círculo Mixup, La Mosca en la Pared, Cine Premier, Dos Filos, Sacbé y otras

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