Del fuego y la fuerza que ejercen sus brazos sobre el metal chisporroteante, han emergido los primeros habitantes del desierto. Peces, búhos, bueyes y caballos, todos han sido forjados por Salvador Montenegro Chibli, escultor, actor y animal wrangler quien recuerda, su padre tenía muchas herramientas, lo que le permitió a él y a sus hermanos hacer lo que pensaban entonces, eran juguetes.
Se trataba de barquitos y carritos de baleros que en construcción colectiva les divertía al tiempo en que ayudaban a su padre y a algunos trabajadores que pasaban temporadas en su casa. Así fueron elaborando artefactos por etapas cuando llegaba más dinero a casa porque, apuntó, su padre fue trabajador de la Comisión Federal de Electricidad.
“Habiendo engranes, tornillos, piezas que pertenecieron a máquinas, ya sea una cadena, para mí se convierten en steampunk o arte reciclado para los gringos. A este caballo de acero se le mueve la crin. Estas líneas que estoy haciendo son de mis favoritas, son familiares de éste que estoy haciendo pero que es enorme. Estos se llaman Los caballos de la esperanza”.
Montenegro Chibli siendo un adolescente de 16 años, comenzó a imponerse nuevos retos escultóricos y fue como llegó a la elaboración de esculturas de hierro forjado.
Insiste en que el aprendizaje se dio como un juego, ayudando a su padre en el taller. El aprendizaje no ha terminado pues hoy para dar a conocer su obra se vale de las redes sociales donde se abre a más seguidores. En Instagram ya ha sumado los primeros 2 mil.
“De la pandemia para acá no sé si te fijaste, hice un Instagram que se llama Expo Arte en el Desierto y siempre que ando por lugares me llevo obra y me gusta mucho tomarle fotos en perspectiva con el desierto pero estos son nuevos, son peces y mira éste, son dos, uno como que va pasando, es un pez máquina, un steampunk”.
Las ventas de su trabajo se mantienen a pesar del distanciamiento social y hace poco, recordó, una personas le compró dos esculturas que fueron llevadas a Guadalajara como obsequio para un criador de caballos.
Salvador Montenegro hace referencia a la escultura El Manto de la Virgen de Rogelio Madero, obra monumental de 40 toneladas que mide 32 metros de largo por 9 metros de ancho, obra que fue ideada para conmemorar los primeros cien años de Torreón como ciudad.
“Mi manto no tiene nada que ver con el de Madero. El de Madero tiene una banda Tanfoglio, una espiral y ésta no. La hice con un estilo que parece que está volteando, tiene cierto movimiento. Y yo también hago miniaturas”.
El taller de Montenegro Chibli está lleno de sorpresas. Por un lado cuenta con el apoyo incondicional de don Nando, quien con sumo cuidado coloca el carbón en la fragua hasta dejar una rojiza llama que se desplaza por el acero hasta dejarlo al rojo vivo. Y además teniendo una caballeriza, una hermosa yegua le sirve de modelo vivo para sus esculturas.
Si pasan horas trabajando, no faltará la música que alegre el momento. Si las condiciones sanitarias lo permiten Montenegro podría montar una exposición en el sur de Estados Unidos, durante el año en curso con alrededor de 45 piezas de arte soft west, cantidad modesta si se piensa que para la exposición que realizó en Monclova con Altos Hornos fueron más de 70 piezas.
“En Monclova vendí poquito pero saqué otros trabajos. En las exposiciones no siempre vendes porque hay piezas que son de mi colección. Si le llegan a un precio que es justo entonces lo vendo pero ahora está muy mal el mercado del arte y la gente aprovechan porque la situación del covid nos afectó muchísimo a todos. Se sacrifica mucho al artista, me dicen que no lo diga pero el artista mexicano está muy sacrificado”.
CALE