Atsushi Takenouchi trae danza butoh inspirada en pandemia

El artista japonés regresa por tercera ocasión a México para estrenar su obra de danza butoh 'Hana-flor', con música en vivo que interpretará su compañera Hiroko Komiya.

Se presentará en única función en el Teatro de la Danza Guillermina. (Foto: Shingo Wakagi)
Ciudad de México /

El artista japonés Atsushi Takenouchi regresa por tercera ocasión a México para estrenar en el país su obra de danza butoh Hana-flor, con música en vivo que interpretará su compañera Hiroko Komiya.

“La flor en mi coreografía es una metáfora del arte”, comenta el coreógrafo y bailarín sobre el significado del vocablo “hana (flor)” en esta pieza que dedica a uno de sus maestros recién fallecido.

Takenouchi (1962) cuenta que al inicio de la pandemia concibió en Italia esta obra, que se presentará en única función este sábado 27 de enero, a las 19:00 horas, en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo, bajo los auspicios de la Coordinación Nacional de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.

“Vivo en Italia, empecé a crear esta coreografía cuando se inició la pandemia por covid en Europa y tanta gente moría. Y la gente se sentía aterrorizada y se encerraba en sus casas”, comenta el coreógrafo, invitado por el Laboratorio Escénico Danza Teatro Ritual dirigido por Eugenia Vargas, que recuerda sus coreografías sobre la revolución del cuerpo que presentó en México durante dos visitas anteriores.

Añadió que en Europa tienen pavor a la muerte y si muere la abuela, los niños no van al funeral, se busca cortar la conexión con la muerte y, en ese sentido, la pandemia en esa región fue un desastre porque estaba prohibido encontrarse con los familiares muertos, ni siquiera se podía ir a los hospitales.

“Durante la pandemia la gente se quedaba en sus casas, pero al hacerlo pensaba que dejaban de bailar; entonces decía: vamos fuera, vamos a la naturaleza y vamos a bailar, vamos a abrir nuestras esperanzas y nuestros deseos y danza. Si morimos, no importa, la vida continua en la siguiente generación”, dice el maestro, discípulo de Kazuo Ohno y Yoshito Ohno, y director de la escuela Jinen Butoh desde 1986.

Para Takenouchi, butoh está conectada con los ancestros y halló en México esa correspondencia al traer su coreografía Mil gotas, mil flores en mayo de 2017, cuando también impartió talleres dentro del Segundo Festival de Danza Butoh en América Latina Cuerpos en Revuelta en el Museo del Chopo.

“México tiene mucha más conexión con los ancestros, y el regalo de vida de esos ancestros está dentro de las personas, quienes también aceptan que envejecerán y morirán, y guardan esa tradición, esa memoria sobre los muertos. Y mi coreografía Hana-flor tiene más que ver con esta cultura, similar a la japonesa. Japón y México tienen mucho parecido, en ambos la flor significa vida y renacimiento. El mensaje de mi obra es comprender que aun cuando morimos, sigamos floreciendo en otra generación”.

Compara las tradiciones de Día de Muertos en México y la de Obon en su país y afirma que hay más simpatía por su pieza en estos países que en Europa, donde el público no la comprende y se confunde.

Hana-flor también parte de una experiencia que tuvo cuando hace 30 años se recluyó en una montaña.

“Me interné en la naturaleza hasta llegar al pie de un árbol lleno de flores, me concentré en el esplendor de una flor, que poco a poco se fue marchitando hasta que murió. En ese momento sentí que la flor seca era tan hermosa como la flor viva. La flor sintetiza el sentido de la vida, porque su muerte es semilla para una nueva vida”, comenta Takenouchi con quien Hiroko Komiya colabora desde hace 25 años.

Komiya comenta, por su parte, que comparte con Takenouchi su interés por la naturaleza al crear la música de sus coreografías, a lo largo de un cuarto de siglo de colaboración artística entre ambos.

“Un rayo puede provocar mucho desastre, pero la montaña y los árboles siguen ahí, no escapan. Puedo hacer un sonido fuerte que aluda a un volcán, pero también el de una flor en la cima de la montaña. Takenouchi y yo hablamos mucho sobre Hana-flor, en la que hay muchas palabras clave, que me dan inspiración para los sonidos, compongo sección por sección, pero también hay mucha improvisación”.

“No es una música tradicional, ni escrita; más bien dejo que los sonidos salgan, no tienen una partitura, no leo la música cuando la interpreto; cada ocasión corresponde a la respiración (del bailarín), de sus movimientos, su energía y la del público es la que me da la música en cada función”, señala Komiya.

PCL

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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