Belleza mudable

A fuego lento

Sensé podría ser todas las mujeres empeñadas en lucir su belleza y su caprichosa voluntad como el preludio impostergable de la turbación estética

La obra aparece ante los ojos del lector desde la perspectiva de un prisionero del deseo incapaz de remontar su estado de preludio e insatisfacción
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Con Sensé (Alfaguara), Federico Reyes Heroles ha conseguido darle forma y consistencia al voluble revestimiento del deseo sexual. Ese deseo tiene un nombre, Sensé, un personaje que podría ser todas las mujeres empeñadas en lucir su belleza y su caprichosa voluntad como el preludio impostergable de la turbación estética.


​El lector puede acercarse a Sensé con la esperanza de hallar una historia de amor. El protagonista y narrador —Luciano Talbek—, un abogado hecho a la soledad y a la grisura laboral, recuerda sus días al lado de Sensé, de quien apenas conoce su número telefónico y su disposición para hacer y deshacer a su antojo. Tan intenso es el vértigo que induce su presencia que Talbek no atina siquiera a declarar su arrebato; se conforma con fotografiar su cuerpo desnudo, o provocadoramente voluptuoso, seguro de que Sensé “no coqueteaba para conquistar a alguien, no pretendía una relación carnal, ni siquiera estaba cierto de que supiera lo que era eso”. El lector se convierte así en mirón de las excéntricas apariciones de Sensé en el recibidor de un hotel, una playa solitaria o el estudio de un pintor.

Hay otra manera de acercarse a la novela de Federico Reyes Heroles: tomando a esa mujer —que muda de apariencia con embrujada facilidad, que lo mismo se presenta joven que madura, inasible que conquistable— como una de las representaciones abismales de la Belleza —con esplendorosas mayúsculas—. No debemos perder de vista que Sensé aparece ante los ojos del lector desde la perspectiva alucinada del narrador, quien se confiesa prisionero del deseo incapaz de remontar su estado de preludio e insatisfacción. No es amor lo que declara, y muy pronto renuncia a la eventualidad de la posesión carnal. ¿Por qué entonces su vulnerabilidad, su dócil sometimiento? Podemos aventurar una respuesta: la Belleza es un atributo sobrenatural que nubla el entendimiento de los hombres. Maravilla, estimula los sentidos, produce accesos de alegría, pero también envenena y abre el paso a la locura. Quizá por eso se presenta bajo el signo de la mudanza: huye en cuanto estiramos la mano.

Muchos son los caminos de lectura que Federico Reyes Heroles sugiere en Sensé. No es injusto suponer que el más terrible y doloroso es el que conduce orquestadamente hacia la melancolía. 



Sensé
Federico Reyes Heroles
Alfaguara
México, 2018



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