Hace 42 años que no teníamos un cuadro de Caravaggio en México. En 1976 se expuso El laudista y desde entonces no habíamos tenido la oportunidad de apreciar otra obra del pintor en territorio nacional. El Museo Nacional de Arte exhibe La buenaventura, óleo sobre lienzo de Michelangelo Merisi da Caravaggio, acompañado por dieciséis cuadros de pintores mexicanos que muestran en su obra la influencia del pintor milanés.
Como todos los artistas que rompen con lo establecido, Caravaggio fue criticado en su época. Hasta entonces, la pintura representaba la belleza de las formas y las apariencias en situaciones sublimes y evitando las imperfecciones de los personajes y los objetos en acciones de carácter histórico o religioso con un contenido impecable. Caravaggio comenzó a representar una realidad cruda con todos los defectos de una situación ordinaria.
En el cuadro vemos a una gitana que lee la mano de un joven caballero. En un intercambio de miradas sugerentes, la mujer aprovecha la ingenua distracción del adolescente para sacar suavemente el anillo.
En La buenaventura, dice la ficha de la obra expuesta, “Caravaggio creó una escena de suspenso, de engaño y de robo para hacer presente la realidad y la cotidianeidad de la ciudad romana. Fue un tema totalmente nuevo, nadie estaba acostumbrado a observar en la pintura la realidad y menos aún la deshonesta e ilegal. Esta obra dio apertura a una nueva forma de mirar la naturaleza humana y representarla en la pintura por lo que sigue siendo un referente esencial para comprender a Caravaggio y su revolución artística”.
Además de esta ruptura, Caravaggio podría haber ejercido una más en la técnica con la que pintó sus cuadros. Algunos historiadores del arte consideran que, por lo menos en parte, la crítica de sus contemporáneos pudo deberse al uso de la cámara oscura en la elaboración de sus óleos. Según esto, Caravaggio es uno de los pintores pre-fotográficos que utilizaron instrumentos ópticos para “calcar” sus obras. Esto quiere decir que se auxilió de una lente y un espejo para proyectar en el lienzo a sus modelos y luego iluminarlos. Esta sería la segunda manifestación de su rebeldía artística, ahora con las reglas del boceto que los grandes maestros habían establecido. Francesco Scannelli, escritor de arte italiano de aquella época, decía acerca de la obra de Caravaggio: “carece de las bases necesarias para el buen diseño, produce creaciones defectuosas”.
La cámara oscura es conocida desde hace mucho tiempo. Consiste en una habitación en la que la luz entra solo por un pequeño orificio en alguna de las paredes, proyectando la imagen del exterior en la pared opuesta a la ubicación de la abertura. La cámara oscura proporciona una imagen en buena proporción de formas y colores.
Otros pintores como el holandés Jan Vermeer, el italiano Canaletto y aun antes Jan van Eyck, han sido también incluidos en la lista de los pintores que no prescindieron de los avances de la física en la elaboración de sus obras.
En la época se habían escrito libros que no solo mostraban los pormenores de la cámara oscura y su funcionamiento sino que además planteaban las posibilidades que el instrumento tenía para la pintura. El libro Magia naturalis (1558), del físico italiano Giovanni Battista della Porta —amigo de Caravaggio—, así como el libro de Atanasio Kirchner, Ars Magna lucis et umbrae (1646), son ejemplos de las consideraciones científicas de la época. La cámara oscura se conocía muy bien en Holanda e Italia durante la época de Vermeer y Caravaggio y se contemplaba el potencial que tenía para el arte pictórico.
La ausencia de bocetos, la falta de líneas de perspectiva en sus obras, el tamaño de las pinturas que coincide con el tamaño de los visores típicos de la época en las cámaras oscuras y en algunos casos la profundidad de campo, son elementos que los expertos toman como delatores del uso de la óptica en la elaboración artística.
Aunque para muchos la posibilidad de que el gran maestro hiciera uso de la cámara oscura puede ser degradante, los conocedores no lo toman así. La imagen óptica puede ayudar en la elaboración pero no conduce a la perfección, para la que se necesita del genio en la mano del maestro y el espíritu creativo del artista. La técnica ayuda pero no hace el milagro que podemos apreciar en los cuadros memorables llenos de expresión, sensualidad, pureza y sentimiento.
El uso de la física no tiene que ser un ultraje a las reglas de la composición y el dibujo sino una contribución que lleve más lejos las posibilidades del talento.
El gran artista contemporáneo David Hockney sostiene que estas técnicas fueron usadas mucho antes de lo que se piensa y, refiriéndose a la proyección en una cámara oscura, dice: “esto era conocido en el mundo de la ciencia y en el mundo del arte, mundos que hoy están separados pero no lo estaban en el siglo XV”.
David Hockney escribió un libro titulado Conocimientos secretos: redescubriendo las técnicas perdidas de los grandes maestros y en una entrevista añade: “Los artistas guardan sus secretos”, aunque él mismo no lo hace. David Hockney admite el uso de una Tablet para la realización de sus grandes pinturas. Mientras muestra un dibujo proyectado con la técnica de cámara oscura para un programa de televisión, David Hockney comenta: “mira la cabeza que es un poco más grande y las manos que en relación con la cabeza se ven más arriba… Lo que en proporción es un poco rara, yo pensaría que se debe al uso de una cámara oscura… También creo que las líneas, especialmente de la ropa, son las líneas que me recuerdan a Warhol”. Andy Warhol proyectaba los negativos de fotografías para luego iluminarlas con una extravagancia que le daría trascendencia a sus cuadros.
Alrededor de Michelangelo Merisi da Caravaggio existen muchas leyendas. Su vida mundana de genio y loco, que osciló siempre entre las alturas de lo sagrado y la baja miseria de una vida profana, ha generado más historias de las que se puedan conferir.
Vivió siempre entre la divinidad del cielo y la indecente suciedad de las calles, acusado de violento y perseguido por haber mutilado y asesinado a un hombre.
Huyó de la sentencia de muerte decretada por el Papa, vivió escondiéndose hasta que años después fue perdonado por la máxima autoridad eclesiástica. Cuando se disponía a regresar a Roma fue confundido con otro hombre y encarcelado por poco tiempo. Este percance fue la causa de que perdiera el barco que lo llevaría de vuelta a la ciudad pontificia. La leyenda dice que al ser liberado corrió a la playa para alcanzar la nave que había zarpado sin él. Ahí, tirado en la arena, enfermo, desquiciado y aturdido por todos los males del mundo, no tuvo fuerzas para levantarse. Las olas se llevaron poco a poco lo que aún le quedaba de vida. Nadie acudió en su ayuda y sus desvencijadas arterias, maltrechas por tantos años de afecciones, se negaron a participar en el juego rítmico de la marea que, así como baja, vuelve a subir.