Las discusiones sobre el derecho a la vivienda y a la ciudad no son nuevas. México tiene por lo menos cien años de historia del movimiento por la vivienda, explica la abogada Carla Escoffié. Sin embargo, señala en entrevista que muchas de esas discusiones se quedaban en la academia, entre urbanistas y otros especialistas que pocas veces buscaban democratizar esos procesos y, mucho menos, acercar las reflexiones de esas conversaciones a quienes estaban fuera de estos círculos, es decir, a los grupos afectados por las problemáticas que atraviesan el fenómeno de la vivienda.
Por otro lado, agrega, están los movimientos sociales que han resistido a lo largo de los años, pero se han enfrentado a una dificultad para hacer eco de su voz debido a que medios de comunicación y la sociedad en general no les prestaba atención “porque venían de clases populares, se les criminalizaba o se les estigmatizaba”.
- Te recomendamos Zaida Muxí: “Tenemos que hacer espacios vivibles desde una mirada no androcéntrica” Cultura
Estas dos razones han impulsado a Carla Escoffié para desarrollar su labor. Ha acompañado a grupos vulnerabilizados que han sufrido desalojos forzosos, acoso por parte de inmobiliarias, engaños y discriminación. Al asesoramiento se suma su trabajo de divulgación en redes sociales y la publicación de su segundo libro, País sin techo (Grijalbo 2023).
Uno de los objetivos de este libro —explica Escoffié— es participar y establecer un diálogo en el debate sobre la vivienda en México “con la lógica de no hablarle únicamente a personas que ya conocen y trabajan el tema, sino (hacerlo con) un lenguaje que nos apele a todas y todos. Que cualquier persona que esté interesada en estas discusiones y quiera participar en ellas pueda saber que no es un tema reservado para quien maneja cierto tecnicismo. La discusión de la academia especializada tiene un objetivo, una lógica, pero la discusión política tiene que ser popular. Y no está confrontada una cosa con la otra, simplemente que todas esas reflexiones también pueden verse materializadas en lo político, en lo público”.
Poner estas discusiones en términos sencillos es clave para que cada vez más grupos de vecinos y comunidades se puedan organizar y exigir soluciones que les beneficien. En País sin techo la autora expone varios casos en los que la organización vecinal y la colectividad han sido una de las herramientas más poderosas para hacer frente a las problemáticas de vivienda a las que estos grupos se han visto expuestos. Sin embargo, la mayoría de las veces el apoyo de las autoridades es insuficiente para atender la crisis de vivienda en el país.
“Uno de los problemas es el acceso a la justicia. El Derecho se queda corto frente a estos fenómenos sociales. Hay muchas complejidades en los procesos que se dan en las ciudades, en el acceso a la vivienda, pero además es limitado o inaccesible para muchas personas. Esa es una de las grandes deudas que tenemos en México porque tienes el derecho a la vivienda, pero cómo lo puedes defender cuando hay una serie de requisitos legales, a veces excesivos, y no todas las personas pueden pagar una asesoría de jurídica”.
Por lo anterior, Carla Escoffié considera que “más allá del resultado legal es indispensable la colectividad, la base social. Creo que cuando se trata de luchas por la vivienda, ya sea vecinales, barriales o de comunidades, siempre tiene que haber una base social comprometida y que el instrumento legal sea una herramienta más que se utilice para lograr un objetivo concreto, pero no puede ser ni el principio ni el fin”.
Discriminación
En País sin techo Escoffié expone casos que ha acompañado en cinco ciudades: Mérida, Campeche, Ciudad de México, San Luis Potosí y Monterrey. Así como la colectividad y la organización son una constante en las personas representadas en el libro, el racismo y el prejuicio de clase hacia estos grupos son solo algunos tipos de discriminación que se ejemplifican en los casos expuestos.
“Tenemos un discurso meritocrático muy arraigado que se ve reflejado en la política de vivienda y en las respuestas del Estado, pero también en los debates que hacemos sobre el derecho a la vivienda. Vemos esta idea de que quien tiene vivienda es una persona que trabajó, que es responsable y hace las cosas bien, y quien no es propietario es porque no le ha echado ganas, es una persona floja o poco productiva. Estas cosas que se ven arraigadas en nuestra sociedad contaminan la forma en la que entendemos esta problemática y, por lo tanto, cómo se discute en el debate público y cómo se toman decisiones al respecto”.
Además de ser un esbozo de la crisis de vivienda que se vive en México, País sin techo es un esfuerzo por visibilizar la discriminación que viven personas de la comunidad LGBT+ o personas indígenas a quienes se sigue violentando y negando derechos.
Otro de los problemas en nuestro país es ver la vivienda solo como una propiedad —dice la también activista— y no como un espacio que forma parte de una ciudad, un barrio y las dinámicas que ahí se desarrollan y que forman parte del habitar.
En México se nos inculca la idea de que la vivienda es un patrimonio y que su valor radica en el aspecto económico y “no en el hecho de que estás habitando en ella, que puedes protegerte del exterior, puedes realizar tus proyectos de vida, puedes ejercer otros derechos, como pueden ser los derechos sexuales o reproductivos. Nos han incrustado mucho esta idea propietarista de la vivienda”, explica Carla Escoffié.
Soluciones diversas
Al hablar de vivienda, la abogada explica que se habla también de política de suelo, de legislación en materia de arrendamiento, de mecanismos para financiar la vivienda, entre otros. Por lo anterior, asegura que no es un tema que tenga una solución, sino una diversidad de soluciones: “Es hablar de muchas cosas y eso evidencia que necesitamos más personas hablando desde distintos ángulos para poder construir alternativas más diversas y más unificadas”.
Entonces, ¿cómo defender nuestro derecho a la vivienda en México? Si bien la autora de País sin techo considera que se tiene que analizar cada caso desde lo local, sí hay algo que se puede hacer a gran escala.
“Tenemos que apostarle a que sea un tema fijo en la agenda pública. Ahora que en un año vamos a estar en elecciones (tenemos que ver) qué propuestas sobre el tema podemos encontrar de candidatos y candidatas a los congresos locales, a la Cámara de Diputados, a la Cámara de Senadores, a las gubernaturas, a la presidencia. Es decir, qué tanto va a estar presente, y me parece que las elecciones de 2024 van a ser un termómetro y nos darán un indicador de qué tanto lo hemos consolidado en el debate público”, finaliza.
PCL