El proyecto de un neurocirujano italiano de realizar el primer trasplante de cabeza humana fue recibido con escepticismo por sus colegas durante una conferencia en Estados Unidos, en la que hizo un llamado a potenciales donantes.
El doctor Sergio Canavero, director del Grupo de Neuromodulación Avanzada de Turín, anunció su proyecto a fines de 2013, y dijo que tal intervención sería posible en 2016.
Pero su presentación de dos horas y media en la conferencia de la Academia Estadunidense de Cirugía Neurológica y Ortopédica (AANOS, por su sigla en inglés) no convenció a sus colegas en absoluto, debido a múltiples obstáculos.
Entre los 150 participantes, se encontraba el primer voluntario para este trasplante, un ruso de 30 años, Valery Spiridonov, quien padece la enfermedad de Werdnig-Hoffmann, que se caracteriza por una atrofia progresiva incurable de los músculos.
Invitado a pronunciar el discurso de inauguración de la conferencia, Canavero describió cómo soldar la médula ósea seccionada, punto crucial de una cirugía de ese tipo, y citó los avances de la investigación en ese terreno, sobre todo en animales.
Dijo que el secreto reside en una lámina muy fina que permite cortar las fibras nerviosas sin dañarlas. Pretende usar polietilenoglicol, una sustancia química y una corriente eléctrica para acelerar su anexión.
“Millonarios como Bill Gates podrían aportar dinero para ese proyecto ambicioso”, dijo Canavero, que, al pedir ayuda, evocó el espíritu de conquista de los estadunidenses y el proyecto Apolo de enviar un hombre a la Luna.
“Ni siquiera estamos cerca”
Para el doctor Marc Stevens, cirujano ortopedista de Smithfield, en Carolina del Norte, “aún hay muchos obstáculos antes de poder hacer este tipo de cirugía”.
Jerry Silver, profesor de neurología en la Universidad Case Western, afirmó que la técnica para reconectar la médula ósea descrita por el doctor Canavero nunca se ha realizado: “No estamos siquiera cerca de conseguirlo”.
El primer trasplante de cabeza fue hecho en los años 70 en Estados Unidos por el doctor Robert White, quien unió la cabeza de un simio al cuerpo de otro primate, pero sin restaurar la función de la médula ósea. El animal murió poco después.