Constanza es una de las 60 niñas y niños que integran la Danza de Arrieros Infantil La Asunción, de Santa María Zolotepec. Su abuela fue su principal inspiración para participar y asegura que, pese al cansancio de cada presentación, lo más importante es la devoción con la que lo hace. Con 9 años de edad cursa el cuarto grado de primaria y dedica al menos cuatro horas a la semana a los ensayos del grupo.
La tradición dancística de arrieros en la comunidad perteneciente al municipio de Xonacatlán data de 1940 y se mantiene hasta la actualidad, sin embargo, su origen se remonta a 1822 en San Pedro y San Pablo Atlapulco, en Ocoyoacac, aunque San Jerónimo Acazulco es otro pueblo pionero reconocido.
“Inician en Ocoyoacac, pero se han extendido a Xonacatlán, Huixquilucan, Lerma, Xalatlaco, Capulhuac, Tianguistenco, Almoloya de Juárez, Tenango del Valle y hasta Texcoco”, refiere Fernando Montes de Oca Dávila, maestro del grupo infantil y quien desde hace 23 años se ha dedicado a danzar.
En 1980 en Santa María Zolotepec surge uno de los grupos más reconocidos de danzantes, “La Auténtica”, sin embargo, en 2009 aparece una agrupación femenil integrada por puras personas de la tercera edad.
“Para mantener viva la tradición en el pueblo empezamos a trabajar con el grupo de señoras, quienes al principio hacían ejercicio en la clínica, por salud. En algún momento las invitaron a participar en un encuentro cultural y les pidieron llevar algo representativo de su pueblo, y retomaron la danza de arrieros, de ahí se creó el grupo”, explica Fernando.
En 2019, antes de la pandemia, surge el grupo infantil a raíz de que las y los menores acompañaban a sus abuelas a los ensayos. A la fecha el trabajo con ellos ha sido muy representativo porque no solo les enseñan a danzar, sino porque están rescatando la lengua materna otomí, aunado a las intenciones de crear una orquesta musical.
“Toda danza de arrieros ocupa de una orquesta en vivo, por ello se está armando una con ellos y están aprendiendo música. Los cantos los hemos traducido a la lengua otomí para que puedan entonarlos en sus participaciones”.
A la fecha, en Santa María Zolotepec hay cuatro grupos de danzantes, los cuales bailan en honor a su patrona Santa María de la Asunción del 14 al 16 de agosto y al santo niño Jesús del 24 al 26 de diciembre.
Ejecución
La danza describe cómo los arrieros transportaban en el lomo de las mulas los bienes para intercambiarlos entre las haciendas y los puertos. Para representarla se requiere de un corral o un círculo, y en la parroquia de Asunción en Santa María Zolotepec hay tres de cemento.
Montes de Oca explica que “una danza puede llegar a componerse por hasta 150 personas. En el caso de la infantil está integrada por 60 niños y niñas, el más grande tiene 17 años y el más pequeño, cuatro”. La danza debe estar representada por una “Mayordomía”, en este caso señoras, quienes se encargan de cuidar que la danza funcione.
Ante una festividad el grupo comienza sus ensayos dos meses antes, generalmente los sábados durante cuatro horas, ya que una presentación inicia a las 10 de la mañana y concluye a las 6 de la tarde, incluye 36 melodías.
“En agosto estuvimos presentes en la feria del pueblo y de Villa Cuauhtémoc. Recientemente participamos en la feria de Xonacatlán en honor a San Francisco de Asís. Bailamos dos horas con las 36 melodías de reglamento, después pasamos a misa, después bailamos los denominados jarabes, con música y pasos más alegres”.
Su participación también implica “la dormida” (el descanso que los arrieros tomaban en el camino), "la comida", que se elabora mientras danzan, y consta de mole y arroz; y “el robo” (la representación de los atracos de mercancía que eran parte de la travesía). Cuando la jornada está por concluir se despiden de la imagen del santo patrono que veneran o visitan. La comida la hacen las abuelitas, que también bailan, se hace el tradicional mole que se reparte a la gente.
Gracias a su talento han tenido la oportunidad de participar en el Encuentro Fraternal de Danza de Arrieros y, el próximo año, acudirán a Huixquilucan.
“Los niños han empezado a caminar como los grupos de adultos que ya tienen mucho arraigo, por eso hemos trabajado en la conformación de una galería fotográfica que hemos expuesto en distintos recintos”.
Papel especial
Cada integrante de la danza juega un papel y obedece a una jerarquía: están el patrón y la patrona, que son “los del dinero”; le siguen los cargadores, primero, segundo, tercero y cuarto; las pascualitas, como aquellas mujeres encargadas de realizar la comida, y los arrieros de los animales que transportan la mercancía.
En la comunidad se han incluido a los ladrones, que asolaban los caminos o lugares por donde cruzaban los arrieros.
“Cada personaje tiene una función y nosotros hemos agregado diálogos para las representaciones, cada elemento tiene su significado y contamos con un reglamento”, detallan.
En la danza también hay elementos representativos como el estandarte, que significa la guía, y el vestuario que alude a la etnia a la que pertenecen, en este caso otomí. Toda danza de arrieros tiene música en vivo, por ello cuentan con el apoyo de la Orquesta San Francisco Xochicuautla.
El patrón y la patrona son los más elegantes, se visten de terciopelo negro con muchas lentejuelas o bien de trajes de charros, y son quienes pagaban en las haciendas. Las pascualitas o cocineras usan un babero, el chincuete tradicional de los otomí, el quexquémetl y su faja con figuras alusivas.
“Otomí significa flechador de pájaros, por ello tratamos de que la faja tenga pajaritos o elementos de ese tipo. El puro chincuete cuesta mil 500 pesos, aparte la faja”.
El traje de los arrieros está constituido por pantalón y camisa de manta, huaraches, morral, sombrero de paja y gabán. El cargador primero, que realiza la carga y descarga de los animales usan una pechera de cuero, una rodillera de gamuza y un tapojo para tranquilizar a los animales. Los ladrones están vestidos de negro y tienen tapada la cara.
"Solo en el traje de los arrieros, el gabán oscila en mil 500 pesos, el pantalón y camisa cuestan mil pesos, más unos huaraches de 300 pesos y la faja, que se hace de manera artesanal, sale en mil pesos. En total hablamos de un gasto superior a los 3 mil 800 pesos. Otro ejemplo: la pechera para los cargadores oscila 3n 3 mil pesos”.
A la fecha el mayor problema para que los niños permanezcan en el grupo, refiere Fernando, es la falta de arraigo e identidad, pero sobre todo de dinero, pues para cada festividad los padres aportan alrededor de 800 pesos por menor para cubrir los gastos, tan solo la orquesta cobra 24 mil pesos por una presentación de 3 días, 8 mil por día.
“El gasto limita a muchos padre a meter a sus niños al grupo, pues tienen que cumplir con la escuela, los gastos del hogar y los de la danza, alimentos y transporte; es toda una responsabilidad”.
La permanencia es voluntaria, cuando los niños llegan lo hacen por devoción y deben permanecer cuatro años, aunque si quieren pueden estar más tiempo, “hay integrantes que empezaron muy jóvenes y siguen bailando, por ello la intención es que la tradición se vaya heredando de generación en generación, aunque necesitamos más maestros de la propia comunidad”.
Este proyecto nació para fortalecer a los otros grupos de arrieros de la comunidad, pues una vez que crecen tienen la oportunidad de bailar con personas de mayor experiencia.
“La ventaja es que ya llevan la formación y se les enseña el significado de cada cosa”, agregó.
Reconocida como herencia
Es considerada una de las más emblemáticas de la entidad y este año, desde la Legislatura mexiquense, se llevó a cabo la declaratoria de las Danzas de Arrieros como Patrimonio cultural intangible del Estado de México.
RARR