Corrientes subterráneas

A fuego lento

El escritor Maurizio Guerrero no quiere decirlo todo y por eso diseña rutas en apariencia invisibles a través de las cuales la acción se abre a múltiples posibilidades

A fuego lento
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Mientras los grandes consorcios editoriales suman libros y autores que en su mayoría suscriben una noción menesterosa del placer que puede suscitar la lectura, algunas casas, con poco margen de inversión y distribución, se la rifan apostando por la creación de un gusto severo. Ahí está, por ejemplo, Nitro/ Press, y ahí está uno de los narradores con escasos reflectores pero gracias al cual sigue siendo posible afirmar que la literatura y sus habitantes están hechos de palabras: Maurizio Guerrero.
Avísenle que sigo en Tenochtitlan es su segundo libro y reúne cuatro cuentos. ¿Nada más que eso? Parecen exiguos solo si estamos interesados en la cantidad, en el espejismo del bla-bla-bla, pero no si vamos en busca de un estilo ceñido en el que encuentran lugar por igual la sugerencia y la revelación. Así es: Maurizio Guerrero no quiere decirlo todo y por eso diseña rutas en apariencia invisibles a través de las cuales la acción se abre a múltiples posibilidades. Ahí están los hechos, pero no tenemos suficiente con ellos.
Consideremos el relato con el que cierra el volumen: “El fiordo de Xochiaca”. En un prostíbulo de esa cloaca al oriente de la Ciudad de México se juega una partida de póker que creemos destinada a la venganza entre los hombres que tiran las cartas. El espesor psicológico de los personajes, sin embargo, tuerce la trama explícita para dar paso a una vorágine que hasta entonces avanzaba como una corriente subterránea. Una virtud semejante se perfila en “Los de Zumpango”: dos jóvenes lesbianas llegan a Huautla para encontrarse con el poder místico de los hongos y lo que parece comunión con la naturaleza termina declarándose como insatisfacción amorosa. Guerrero ofrece una experiencia cautivadora —la superficie de las cosas, digamos— y con un solo golpe de mano consigue transformarla en un atroz encantamiento.
Maurizio Guerrero ha hecho carrera en el periodismo. Es corresponsal de Notimex en Nueva York y colaborador en el portal de noticias PassBlue. Esa huella es más que patente en el cuento que da título al libro y se manifiesta a pequeñas cuotas en los demás. Y sin embargo, y sin embargo, su inteligencia y sus sentidos operan en una zona a la que los periodistas no tienen acceso: nuestra sensibilidad, nuestra moralidad.


Avísenle que sigo en Tenochtitlan
Maurizio Guerrero
Nitro/ Press
México, 2017

LAS MÁS VISTAS