Hablar de Michoacán es abrirse al conjunto de posibilidades donde la cultura, las artes, la naturaleza, la historia y la tradición dialogan en el mismo entorno. Basta recordar los seis patrimonios de la humanidad que la Unesco le ha otorgado al estado, conocido como “el alma de México”.
Uno de ellos es la Noche de Muertos, declarada en 2003 como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, por ser una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor fuerza entre los grupos indígenas del país. En ese reconocimiento, las tradiciones michoacanas —especialmente de las comunidades purépechas—, tuvieron gran injerencia.
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Aunque cada estado o comunidad tiene su peculiaridad para celebrar esta tradición, “la región lacustre o purépecha tiene tres de los seis patrimonios de la humanidad”, cuenta Elvira Contreras, enlace de comunicación social de la Secretaría de Turismo del Estado, en entrevista con MILENIO.
La flor de la muerte
Para la región purépecha —conformada por las localidades que se encuentran en la cuenca hidrológica de Pátzcuaro—, la ceremonia inicia el 29 de julio, cuando se planta el cempasúchil, una flor asociada a lo sagrado, a la fiesta, a la vida y a la alegría.
La flor de cempasúchil es un elemento importante, que está presente en los altares de Día de Muertos la noche del 31 de octubre y 1 de noviembre, donde se recibirán las almas de los niños, así como el 2 de noviembre, que se les ofrenda a los difuntos mayores.
Para los purépechas, explica Tata Pedro Gabriel Reyes, presidente del consejo regional de autoridades de la región lacustre, “es importante que en la ofrenda existan los tres elementos importantes: agua —en las tumbas se dejan un jarro con agua para mitigar la sed por su larga travesía—, fuego —velas, veladoras o copal, que alumbrará su trayecto— y tierra —representada por los alimentos, que mitigarán el hambre—".
Ziracuaretiro, Tzintzuntzan, Quiroga y Pátzcuaro son algunas de las localidades de Michoacán en las que la ceremonia-ritual celebrará la vida continuada. Es decir, el día en el que coinciden y se encuentran los de este mundo con los del otro. Comida, velas, flores, imágenes religiosas, agua, sal, juguetes y fotografías, herramientas de trabajo y ropa, son algunos de los elementos que ser colocan en las ofrendas.
“Para los purépechas es muy importante que en La noche de animeecheri kúinchekua —Noche de Muertos o Noche de velación—, quien asista a los cementerios viva la experiencia. Este momento es cuando la vida y la muerte conviven”, agrega Reyes.
“Otra de las interpretaciones del Día de Muertos —cuenta Elvira Contreras— tiene que ver con la mariposa monarca. Se dice que esa noche las ánimas regresan en forma de mariposa para visitar a sus familiares, ya que es en noviembre cuando los insectos emigran de Canadá a los bosques michoacanos: es una bonita coincidencia”.
El efecto Coco
Después de la película de Coco (Pixar, 2017) “se despertó un interés en el extranjero, en países asiáticos y Estados Unidos sobre la celebración de Noche de Muertos, lo que ayudó a que las personas voltearan a Michoacán y sea una gran opción turística”, dice a Luis Nahum, subsecretario de promoción en Michoacán.
Agrega que la afluencia turística el año pasado fue de 142 mil 172, y que la derrama económica fue de 115 millones de pesos, cifras que se esperan superar este año.
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