Crecencio Francisco Guerrero salió hace un par de años de Acaxochitlán, el municipio que lo vio crecer y en donde sus abuelos y padres le enseñaron el arte de trabajar en madera, con el que han salido adelante generaciones, y ahora él le enseña a sus hijas, aunque ellas, ya están más enfocados a estudiar.
Crecencio concluyó hasta el primer año de la secundaria, debido a que su padre falleció y tuvo que ayudar a los gastos de su familia, compuesta por ocho hermanos y su madre, pero esta historia no desea que se repita con sus tres hijas, a quienes les está dando la oportunidad de realizar sus sueños profesionales.
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“Desde que tenía entre 12 a 13 años, mis abuelitos me enseñaron a hacer este tipo de objetos, luego mis papás y, ahora, yo enseño a mis hijas, porque he de confesar que con este trabajo se mantuvo a la familia. Éramos 8 hermanos, mi mamá y mi papá, todos trabajábamos la madera para comer”.
Mientras observa a la gente en su andar, reconoce que su mayor orgullo es saber que a sus hijas les interesa seguir en la escuela en donde llevan buenos promedios, y sabe que el esfuerzo que ha realizado por décadas, ha beneficiado a que sus hijas tengan una mejor vida.
“Me siento orgulloso de ellas y todas llevan buen promedio. Cuando me hablan de la escuela es porque les van a entregar un reconocimiento, una buena noticia siempre me dan, gracias a Dios no me hablan por mal comportamiento, lo que es un doble orgullo”.
Crecencio asegura que las ventas no son las mismas de antes, además de que los objetos chinos han ganado terreno por el precio que tienen, aunque asegura que, a pesar de ello, sigue saliendo para mantener a la familia, pagar las cuentas de la casa, los estudios de sus hijas y la renta de un pequeño departamento en Pachuca, lugar que no es de su agrado, pero en donde radica para que sus hijas sigan estudiando.