'Django con la soga al cuello', una obra con una estética cinematográfica que aborda la depresión

A través de títeres, teatro de sombras y foley, Antonio Vega creó una pieza a la que define como una experiencia que se puede mirar desde “un ojo dispuesto a viajar entre técnicas y lenguajes”.

Se presenta en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario. (Foto: José Jorge Carreón | Teatro UNAM)
Ciudad de México /

Antonio Vega, director de Django con la soga al cuello, se planteó escribir sobre la depresión desde hace varios años. Sin embargo, envuelto en esta condición, dice, “quería escribir pero estaba demasiado deprimido para hacerlo; no quería que fuera una obra solemne ni demasiado seria, quería que fuera una obra luminosa, divertida y sobre todo esperanzadora”.

La oportunidad de concretar el proyecto llegó durante la pandemia de covid-19, cuando The Play Company (PlayCo) lo invitó para desarrollar una iniciativa para que los artistas pudieran trabajar en medio de esta crisis sanitaria, “cuando era muy difícil hacer teatro en el confinamiento”.

Después de terminar el guion, Vega empezó a idear junto con Ana Graham algunas propuestas para PlayCo. La primera versión se presentó en video en coproducción con Por Piedad Teatro: “Lo produjimos como un producto audiovisual y se presentó en algunos festivales internacionales y en la UNAM. Es hasta este momento que lo vamos a estrenar en su versión en un escenario, como nos imaginamos que fuera desde el principio”.

A través de títeres, teatro de sombras y foley, Antonio Vega creó una pieza a la que no definiría como teatro ni como cine, sino como una experiencia que se puede mirar desde “un ojo dispuesto a viajar entre técnicas y lenguajes”.

La obra conjuga teatro de sombras, títeres y foley. (Foto: José Jorge Carreón | Teatro UNAM)

El público se encontrará con la interpretación de 6 actores que acompañan a Vega en escena mientras narra la historia. Una de las intérpretes es María Kemp, quien hace los efectos de sonido en sincronía con las actuaciones de sus compañeros y la extraordinaria dirección de cámaras de Ana Graham.

El conjunto del teatro de sombras, cinco cámaras en escena y los efectos de sonido dan la sensación de estar viendo la edición en vivo de una película y escenas que generan desde un ambiente de angustia, mientras el personaje corre por el bosque, hasta la sensación de alegría que Antonio Vega buscaba cuando se planteó hablar de la depresión desde una mirada esperanzadora.

En Django con la soga al cuello, que se presenta en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario, Vega no quería hacer una obra de testimonios ni contar su historia personal. Buscaba —explica— hablar de un tema que le preocupa y le afecta, pero con la intención de que el público se la pase bien, “que se ría y que tenga acceso a una experiencia estética”.

La obra muestra secuencias vistosas y coloridas. La escenografía y el ambiente, dice Antonio Vega, están nutridas por técnicas que le permiten al público diferentes niveles de apreciación: “Pueden ver a los actores animando títeres, manipulando objetos y, al mismo tiempo, si lo deciden así, pueden ver la pantalla de cine. Tenemos a alguien switcheando en vivo cinco cámaras, así que el público decide en donde pone su mirada”.

Se proyecta en una pantalla a cinco cámaras. (Foto: José Jorge Carreón | Teatro UNAM)

La obra narra cómo un hombre que está al borde del sucidio y que a través de un encuentro fortuito con un perro y una serie de aventuras, cuenta el director, logra recuperar las ganas de vivir, “pero no pretendemos decir ‘tú que estás deprimido lo que necesitas es tener un perrito’. Es un tema serio y muy profundo que requiere de ayuda profesional”.

Tocar el tema, cuenta en entrevista, no fue difícil: “Es algo que tenemos la gente de teatro, nos entrenamos en la desinhibición; no tenemos ciertos prejuicios que quizá otras personas sí tienen. El verdadero reto para mí fue tener la fortaleza y estar en condiciones mentalmente para poder hacerlo”.

Django con la soga al cuello se presenta del 21 de enero al 2 de marzo en en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, un escenario que implicó superar varios retos, entre ellos lograr el ritmo que se requiere para “lograr la sensación de ver una película que se está editando en vivo. Hay muchos cambios de escena que requieren de un ritmo para que no se pierda la ilusión. El reto principal es combinar todo, las luces, las cámaras: No es lo mismo iluminar teatro que cine y aquí estamos haciendo las dos cosas. No es lo mismo hacer música para cine que para teatro y aquí estamos pretendiendo hacer algo intermedio, pero esperamos salir bien librados y que el público disfrute de esta propuesta”.

PCL

  • Patricia Curiel
  • patricia.curiel@milenio.com
  • Estudió Comunicación y Periodismo en la UNAM. Escribe sobre arquitectura social y el trabajo de las mujeres en el campo de las artes. Cofundadora de Data Crítica, organización de investigación periodística que produce historias potenciadas por análisis de datos.

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