La escritora Sandra Lorenzano nació en una familia donde los roles tradicionales dominaban, pero su madre estuvo muy comprometida con la defensa de los derechos de las mujeres.
A casi dos años de su creación, la escritora platica los avances de la Coordinación Universitaria para la Igualdad de Género de la UNAM, que se creó en plena pandemia y de la que es directora de Cultura y Comunicación Social.
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—¿Viviste una situación de violencia?
No hace falta tener una experiencia personal de violencia porque cotidianamente las mujeres las vivimos. Saber que de noche no puedes salir sola en la adolescencia te pone loca ¿no?, y si decides hacerlo sabes que te estás arriesgando. En mi casa somos dos mujeres y dos hombres, y a todos nos trataron de igual manera, pero lo cierto es que la sociedad permitía que ellos pudieran hacer ciertas cosas, para nosotras era más difícil. A mí desde siempre me han interesado los temas de la igualdad y los derechos humanos.
—¿Cuáles son tus retos en la Coordinación?
Vale la pena decir que como directora soy parte de la Coordinación, todas mis responsabilidades también son las de un equipo. La Coordinación para la Igualdad de Género la creó el rector Enrique Graue en febrero de 2020. Empezamos a trabajar la primera semana de marzo y la siguiente semana se declaró el confinamiento. Trabajamos muchísimo en pandemia a distancia para construir la Coordinación porque todo estaba cerrado.
Entre 2018 y 2019 hubo un movimiento estudiantil muy fuerte, sobre todo de profesoras y de alumnas que reclamaban un alto a la violencia de género en la Universidad Nacional Autónoma de México, una universidad que, como cualquier otra, no es una isla, forma parte de la sociedad, y la nuestra es patriarcal, violenta, misógina y, por supuesto, esto también está presente en ella. Si bien esta es una universidad muy grande, estamos hablando de medio millón de personas las que la conformamos. La universidad puede, si no tirar al patriarcado, establecer ciertas normativas y reglas, así como tomar ciertas medidas para frenar esa violencia para transformar el comportamiento de los sectores violentos. Aquí no podemos disimular datos, más del 90 por ciento de los casos que se reportan de violencia los informan las mujeres y más del 90 por ciento de los responsables son hombres. Esto no quiere decir que también sucedan otras cosas.
Nosotras nos ocupamos de una serie de programas y funciones para luchar por la igualdad sustantiva de género. Cuando hablamos de género nos referimos a mujeres y también a diversidades y disidencias sexo-genéricas, es decir, las minorías de la comunidad LGBTTTI+.
En la Coordinación trabajamos con el concepto de la escucha, que llamamos “en espiral” porque escuchamos a las comunidades: las estudiantes, las profesoras, les estudiantes y les profesores. El feminismo con el que trabajamos es inclusivo. En el área de Comunicación hacemos que las demandas, propuestas y demás de las comunidades lleguen a los niveles donde se toman decisiones. Elaboramos también los programas de concientización y sensibilización de la comunidad universitaria.
—¿Cuál es el vínculo entre feminismo y derechos humanos?
Por supuesto, la lucha por los derechos de las mujeres es inseparable de la lucha por los derechos humanos; una implica a la otra, indudablemente. Sin embargo, también debemos considerar características propias para los primeros: por ejemplo, es fundamental pensar en las violencias específicas que sufren las mujeres y las diversidades sexo-genéricas. Asimismo, es importante incluir la noción de interseccionalidad (creada por la jurista afroamericana
Kimberlé Williams Crenshaw) que tanto ha aportado al feminismo, y que ya ha sido adoptada por organismos internacionales como la CEDAW (Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entre otros.
Vale la pena recordar lo que señala la peruana Rita del Pilar Zafra y con quien concuerdo totalmente: “El feminismo no es solo un proyecto político que busca la igualdad de derechos para las mujeres, sino un proyecto para el respeto de la igualdad de derechos para todas las personas, pero que, a diferencia de otros proyectos de naturaleza similar, no permite que las mujeres, en toda su diversidad, sean excluidas de dicha meta”.
En este país las niñas y las mujeres siguen enfrentándose a altos niveles de violencia de género. Todos los días debemos reflexionar y defender el mayor proyecto de la humanidad, no solo el 10 de diciembre que se conmemora el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
—¿Qué es lo que más te preocupa al respecto ahora mismo?
La gran pregunta es cómo trabajamos sobre estos temas tan urgentes en un momento como el nuestro en que domina la “necropolítica”, que se alimenta de cuerpos vulnerables (mujeres, niñas y niños, migrantes, personas jornaleras agrícolas, personas discapacitadas, pobres, indígenas, afrodescendientes, etcétera). Mi preocupación y mi vocación me llevan a mencionar estos vínculos entre la brutal realidad que vivimos (con más de 105 mil personas desaparecidas, con 11 feminicidios al día), los derechos humanos y la defensa de los derechos de las mujeres y otros sectores marginados, ya sea desde mi trabajo creativo, desde el que realizo en la UNAM o desde mi lugar como presidenta de la Asamblea Consultiva del CONAPRED.
Tenemos que seguir defendiendo y fortaleciendo la lucha por los derechos humanos desde la empatía, la solidaridad y el respeto a la diversidad, pero también desde la conciencia de las terribles desigualdades e injusticias que caracterizan a nuestro país”, concluye la funcionaria y escritora
PCL