El maldito 'ya merito': por qué nunca ganamos el Mundial

Libros

Sexto Piso publica un libro sobre la selección nacional en los mundiales, con textos de Antonio Ortuño, Carlos Velázquez, Juan Villoro, Daniela Tarazona, entre otros.

Parte de la portada de 'Breve historia del ya merito' (Sexto Piso)
Ángel Soto
Ciudad de México /

En 2014 fue una cobardía de Robben dentro del área la que sepultó el optimismo nacional. Cuatro años antes, Tévez e Higuaín fusilaron tres veces al Conejo Pérez en un partido que no desencadenó una depresión incontenible sólo gracias a que Chicharito Hernández clavó un honroso gol al minuto 71.

En 2006 fue otro argentino, Maxi Rodríguez, quien recordó que en tierras germanas la realidad siempre nos alcanza. En 2002, Donovan, sólo para arrepentirse 16 años más tarde y terminar vistiendo —vaya ironía— una casaca verde en la tierra de Ibargüengoitia.

Hace ya varias décadas que la selección nacional —y de paso todos sus aficionados— somos la encarnación del ya merito, como lo recuerda Bef en su historieta sobre el Jamaicón Villegas, la historia que inaugura Breve historia del ya merito, un libro publicado por Sexto Piso, con edición y prólogo de Rodrigo Márquez Tizano.

Detrás de unos lentes oscuros y resguardado bajo una tank top negra —como si quisiera anticiparse al luto del Mundial que se nos viene— Rodrigo me concede su definición del ya merito:

“Esa mezcla curiosa de estímulos, sueños que no se pueden alcanzar y de nuestra manía y vocación por cantarle a lo imposible. Eso es el ya merito: una rasgadura espacio-temporal de algo que está por suceder, que está por caer, pero nunca sucede del todo. Preferimos mantenerlo ahí”.
Rodrigo Márquez Tizano. (Foto: Ángel Soto | MILENIO)

Esa aspiración permanente se ha ido fraguando, en lapsos de cuatro años, un nombre propio: el Quinto Partido

“Es uno de los mitos fundacionales de la idea de la selección nacional, una especie de Aztlán, la tierra prometida. Por eso se ha convertido en el mantra torneo a torneo”.

Breve historia del ya merito es un libro que coquetea con lo que ocurre alrededor del equipo nacional. “No pretende ser un libro que intelectualice al futbol, ni ser una historia de la selección mexicana; tampoco es uno de esos libros que intentan desentrañar algo vaporoso y demostrar por qué somos como somos, como si hubiera una receta”.

Es, por el contrario —me explica Rodrigo con el entusiasmo de un hincha—, “un libro escrito por aficionados y veedores de futbol, que —da la casualidad— se dedican a escribir”.

“La gente que está aquí ha jugado al futbol, hemos jugado juntos o hemos visto mucho futbol juntos”, me cuenta antes de revelarme la médula de este libro:

“En gran parte, [el futbol] se parece a la literatura: hay que detenerse, parar la pelota, alzar la cabeza y pensar qué vamos a hacer, todo en una fracción de segundo. En la literatura te tienes que detener, escindir el tiempo”.

Por eso, este libro es como una brújula cuyos engranajes están aceitados por el pasado y la memoria. “Tú recordarás siempre que en un Mundial estabas viviendo en cierto lugar, o tenías cierta relación, o estabas pasando por un momento difícil, te estaba yendo muy bien. Siempre hay esos pequeños hitos que están conectados con todo lo demás”, plantea Rodrigo.


El dream team literario

Aunque Márquez Tizano está convencido de que “la figura del D.T. está magnificada en la actualidad”, su labor en este libro fue la de un estratega.

“El técnico pone los jugadores. En el libro tenía que ir alrededor de la selección mexicana y esto fue lo que les informamos [a los colaboradores]. El resto, cuando tienes un equipo así, con estos jugadores, no les puedes decir cómo jugar, ya juegan”.

No obstante, aceptó sugerir su alineación: 

El 'dream team' de Sexto Piso

Villoro en el arco.

De centrales: Pablo Duarte, porque jugaba con una tendencia al autogol y a meter la pata duro; y Luigi Amara, porque es un aficionado del 'catenaccio'.

De laterales: Villalobos, que es culé, y en La Masía sacan muy buenos laterales. 

Por izquierda: Gabriel Wolfson. Después, de medio centro de fijo, de pivote, a Guillermo Fadanelli, raspando con los tachones. 

Volante por derecha: Ortuño; volante por izquierda: Julián Herbert. (En el ida y vuelta igual y me fallarían un poco los fuelles, pero los pondría ahí).

Arriba, de puntera izquierda: Daniela Tarazona; puntera derecha: Claudina Domingo.

Y centrodelantero: Carlos Velázquez, es uno de esos que te aprietan los huevos, te sacan alfileres —onda Adriano—, cazagoles, que no le importa nada. 

El resto haríamos una buena banca.

Gráfico: Airy Nicole


El mexicano de Buenos Aires 

Mientras Juan Villoro se ocupa de evocar su infancia en los mundiales de Chile 62 e Inglaterra 66, o Juan Pablo Villalobos imagina un Corea-Japón 2002 en que México sí derrotó a Estados Unidos, Márquez Tizano eligió un Mundial que ocurrió seis años antes de su nacimiento: Argentina 78.

“Decidí tomar ese Mundial porque yo vivo en Buenos Aires. Mi idea era tratar de explicar desde la distancia de ser extranjero a los tantos mexicanos (Luis Hernández, Beto García Aspe, Pirata Fuente, Mario Méndez, Luis García Cortina) que jugaron en Argentina y que fracasaron; por otro lado, la desastrosa participación de México en ese Mundial donde quedamos por tercera ocasión en último lugar, un récord que todavía ostentamos”.

"Si de sufrir se trata, hay que hacerlo en serio"
Juan Villoro Escritor

En “El año de la peste”, su texto, Rodrigo se ocupa del hecho deportivo, pero también hace un guiño al momento político y mediático que envolvía a Argentina en aquel ocaso setentero. 

“No podía obviar que era un Mundial organizado por la dictadura, [...] porque todo el sentido del texto va por ahí. Era curioso cómo estaban los dos niveles: la final contra Holanda se juega en el estadio de River Plate y la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) está muy cerca. Mientras sucedía el Mundial, desaparecía gente y estaba encerrada en este centro clandestino de detención, escuchando muy cerca los gritos del Estadio Monumental”.

Estadio Antonio Vespucio Liberti, también conocido como Estadio Monumental. (Foto: Wikimedia)

—¿Ha cambiado nuestra relación con el futbol gracias a Twitter? —le pregunto. 

—No el futbol como tal, sino todo lo que lo rodea. El Mundial pasado (Brasil 2014) fue el primero posterior a la Primavera Árabe. Éste va a ser el segundo, pero hace cuatro años no todos los jugadores tenían cuenta de Twitter, ahora no hay quien no tenga. Nuestra manera de consumir el futbol sí [ha cambiado], nuestra manera de entender el juego, no.

—Antes de terminar, la pregunta obligada: ¿cómo le irá a México en Rusia 2018?

—México va a estar jugando dos torneos importantes este verano y yo creo que nos vamos a quedar en octavos en los dos.

En corto:

Breve historia del ya merito

La historia no la escriben los que ganan ni los que pierden. La reescriben los que renuncian al tiempo.
ASS

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