Una primera valoración de Historia de historias (Malpaso) señalaría que se trata de un volumen que reúne los tres libros de cuentos publicados por Álvaro Uribe —Topos (1980), El cuento de nunca acabar (1981) y La linterna de los muertos (2006)— más tres piezas fechadas en 2017.
Una segunda valoración arriesgaría una conjetura: entre las brevedades del primer libro y las creaciones más recientes media no solo el paso del tiempo sino una concepción distinta del tiempo: allá se manifiesta en un instante atrapado por una escritura impecablemente ardua y sugestiva, acá se demora para hacernos alcanzar la felicidad de la lectura.
Una tercera valoración partiría de esta última certidumbre. Mientras leemos Historia de historias nos sabemos felices, y eso no es poca cosa. ¿A qué debemos atribuirlo? La pieza que da nombre al volumen, y que podría contenerlo por completo, relata las preocupaciones de un joven cuyo patrón ha decidido ponerlo al frente de su negocio. El joven pide consejo a su suegro, un hombre sabio, quien relata a su vez un exempla inspirado a su vez en otro exempla al que admitimos como descendiente de una larga cadena que tiene su origen en la pareja primordial. En esta laboriosa maquinaria narrativa podemos reconocer a El conde Lucanor, a Las mil y una noches, y a la arquitectura combinatoria del Calvino de El castillo de los destinos cruzados. Cuando comprobamos que el saber libresco se une con paciente naturalidad al arte de contar, iniciamos la relectura y esa renovada fascinación trae consigo un momento feliz.
En ciertos tramos, Álvaro Uribe parece sugerir que sus cuentos son hijos de otros cuentos de los que tenemos memoria o hemos creído recordar. Declara su amor a la tradición, o, mejor, dicho, a una tradición que pregona la existencia de mundos regidos por una indescifrable lógica onírica o fantástica. De esta manera, hasta la historia en apariencia más realista termina conduciendo a un pueblo donde lo ocurrido hace 50 años vuelve a revivirse en el presente o a un parque donde los barrenderos siguen con celo a los caballeros. No cabe duda: Álvaro Uribe es el poseedor de la palabra y de la linterna que la alumbra, y es el demiurgo que creó a los dioses que imaginan a los hombres.
Historia de historias
Álvaro Uribe
Malpaso
México, 2018