Para la violinista Silvia Santamaría Guerrero, desde el punto de vista de las emociones, Ludwig van Beethoven es totalmente absorbente. “Llega un momento en que te involucras tanto que te vuelves un personaje como Beethoven y empiezas a sentir como él, lo que es un poco autodestructivo, pero también muy enriquecedor”.
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A este músico revolucionario, extremadamente emocional, agobiado por un historial clínico devastador, le debemos composiciones que han trascendido épocas y nacionalidades, y que el mundo celebra hoy en el 250 aniversario de su nacimiento. Si bien, como afirma el doctor Adolfo Martínez Palomo, no hay certidumbre sobre la fecha.
El autor del libro Músicos y medicina. Historias clínicas de grandes compositores: Beethoven y Paganini (El Colegio Nacional, 2020), dice en entrevista que “en realidad no se sabe cuándo nació, pero fue bautizado el 17 de diciembre de 1770, lo que hace pensar que nació el día anterior. En esa época los niños eran bautizados al día siguiente de su nacimiento porque buena parte de ellos moría a los siguientes días. De tal suerte que el mundo lo celebra el 16 de diciembre”.
Con espíritu indomable, Beethoven se enfrentó a sus males con entereza, registra Martínez Palomo a través de diversos testimonios. Por ejemplo, al referirse a su creciente sordera, le escribió a su amigo el doctor Franz Gerhard Wegeler en 1801: “Durante un tiempo mi energía física ha mejorado más y más y, por consiguiente, también mi fuerza mental […] ¡agarraré al destino por la garganta; no me doblegará ni me aplastará por completo!”.
El estudio de Martínez Palomo va precedido por un epígrafe de Romain Rolland, tomado de la biografía Vida de Beethoven, que no dudemos aplicar en nuestros días: “El mundo se está muriendo de asfixia en su egoísmo cauteloso y vil. El mundo se está sofocando. Reabramos las ventanas. Traigamos el aire fresco. Respiremos el aliento de los héroes”.
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Si algo admira de Beethoven el doctor Martínez Palomo es que, “a pesar de todas sus limitaciones físicas y psicológicas pudo crear su gran obra, consciente del genio que era. Es importante conocer que la grandiosidad, el empuje y la originalidad de su música tiene como base una personalidad tan fuerte como su obra. Es interesante analizar no solo su vida médica, sino toda su biografía, porque es una lucha contra sus limitaciones, lo que se ve reflejado en su misma obra”.
¿Qué nos puede decir de su historia clínica?
Para empezar, desde pequeño tuvo problemas porque tuvo que sobreponerse a un padre muy riguroso y alcohólico en un ambiente familiar complicado. También tuvo una vida difícil por su propia personalidad porque era poco sociable, huraño, introvertido. Pero, a pesar de eso, la gente lo admiraba por su genio. Tanto psicológica como físicamente tuvo una vida complicada.
¿En nuestro tiempo algunos de sus males serían tratables?
Por supuesto. A lo largo de más de 30 años tuvo un problema intestinal —aunque no sabemos a ciencia cierta qué fue—, que en ocasiones hacía que tuviera que permanecer en cama semanas enteras. Eso seguramente se podría aliviar ahora. La sordera, difícilmente, porque era de origen nervioso, que es de las más difícil de corregir. Como él mismo escribió, era lo peor que le podía haber pasado a un músico.
Y a pesar de la sordera pudo escribir obras maravillosas.
Según los musicólogos, no solo fue a pesar de, sino que algunos llegan a pensar que, gracias a la sordera, pudo componer esas obras maravillosas que no tenían nada que ver con el ambiente musical de aquella época y que difícilmente hubiera hecho si no hubiera tenido este problema.
La melancolía también lo acosaba.
Sí, tenía depresiones y todavía era muy joven cuando llegó a pensar en suicidarse, como lo expresa en una carta a sus hermanos Karl y Johann, supuestamente de despedida, conocida como el “testamento Heiligenstadt”. Pero algo que también es muy interesante es que él mismo escribió: “Yo no voy a suicidarme porque tengo que entregar al mundo lo que yo soy capaz de hacer como compositor”. Estaba complemente convencido de su genio.
Y siempre luchó por su música.
Parte de su personalidad especial es que fue uno de los primeros músicos que no estaba sometido a los poderosos, siempre fue independiente, siempre estuvo por encima de todas estas consideraciones de tipo económico. Fue absolutamente independiente y políticamente adelantado a su época. Por ejemplo, cuando había dedicado su sinfonía a Napoleón y se enteró de que se había convertido en emperador rompió la primera página y le quitó el título en donde se la había dedicado.
¿Su independencia era parte de su personalidad orgullosa?
Claro, porque conocía perfectamente su valía, pero por otro lado era una persona extremadamente cordial. Uno de los problemas que tuvo en la vida fue un gran pleito judicial para quedarse con el hijo de uno de sus hermanos, pero tenerlo bajo su custodia lo alteró durante mucho tiempo.
¿Qué nos enseña la vida de Beethoven?
Su vida y su obra son poderosos ejemplos de la superación ante una severa discapacidad que han facilitado la comprensión de esta limitación no como una deficiencia, sino como una diferencia. En este sentido, las últimas composiciones de Beethoven pueden interpretarse como manifestaciones de su genio absoluto, escritas no a pesar de la sordera, sino, tal vez, gracias a ella.
Y ADEMÁS
MESA REDONDA EN EL COLEGIO NACIONAL
Hoy a las 18 horas El Colegio Nacional presenta en Zoom, en su página colnal.mx, la mesa redonda Panorama de Beethoven en el 250 aniversario de su natalicio con la participación de Mario Lavista, Ricardo Miranda, Sergio Vela y el doctor Martínez Palomo. Los especialistas analizarán sus aportaciones a la música y la cultura. También se transmitirá la grabación del recital interpretado por la pianista Ana Gabriela Fernández el 10 de noviembre en el Aula Mayor de la institución con las obras: Tres Bagatelas, op. 126 y Sonata no. 31, op. 110 en La bemol mayor.