Mario Espinosa Ricalde encontró en testimonios de pacientes de lepra vivos una metáfora del mundo contemporáneo sobre los derechos humanos, el sentido de la vida y la resiliencia, a la que incorporó la técnica teatral Verbatim para llevar a escena Verdecruz o los últimos lazaretos al teatro Santa Catarina.
“La obra me encontró a mí. Y no era obra, sino una investigación convertida en libro, sobre los ex enfermos de lepra y las condiciones de vida en los leprosarios que ya están cerrados en la mayor parte del mundo”, expone Espinosa Ricalde sobre la pieza que se presenta en el foro universitario en Coyoacán, ya solo con funciones del miércoles 20 al domingo 24 de abril, en su cierre de temporada.
En julio del 2016, el director de escena y del Centro Universitario de Teatro (CUT) asistió al coloquio En suma, la “lepra”, organizado por 17, Instituto de Estudios Críticos en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), y conoció a la investigadora ecuatoriana Beatriz Miranda Galarza, cuyo libro Nuestra historia no es mentira. Vivir con “lepra” en Ecuador (Herder, 2014), recoge testimonios de pacientes de la enfermedad de Hansen en el leprocomio Verdecruz (hoy hospital Gonzalo González), en Quito.
Solicitó a Miranda Galarza las grabaciones de esos testimonios, hizo su propia investigación en Colombia y México, y entrevistó a gente como el doctor Roberto Arenas Guzmán, especialista en lepra y jefe de Micología del hospital Doctor Manuel Gea González, el ex jefe de fotografía de Milenio Diario, Arturo Bermúdez, quien realizó el fotorreportaje El último leprosario (edición de autor, 2014), sobre los pacientes de esa enfermedad en el leprosario que había en Zoquiapan, estado de México.
“Hablé con la autora de la investigación –una especialista internacional en estudios sobre discapacidades egresada de la Leeds University–, y le pregunté si tenía las grabaciones de las entrevistas, porque yo estaba interesado en usar una técnica teatral que se llama Verbatim, que es a través de grabaciones, hacer que la voz de los entrevistados llegue como una especie de trabajo del actor o la actriz como médium. Me dio entrevistas con 25 ex enfermos de lepra en Ecuador.
“Hice otras entrevistas en Colombia y en México, con especialistas en la enfermedad de Hansen, filósofos, sociólogos, médicos, un arquitecto y un téologo, gente que tenía algo que decir sobre el tema. Además, con un ex enfermo que todavía vive en Agua de Dios, que fue un leprosario en Colombia, que era tan grande que se convirtió ahora en ciudad y cabecera municipal”, explica Espinosa Ricalde.
Los habitantes de Agua de Dios, de hecho, se registran en otras regiones, para no cargar el estigma. Ahora, tras Semana Santa, baste recordar que el imaginario sobre la lepra y la discriminación de sus víctimas pasa aun por los Evangelios del Nuevo Testamento, cuando Jesús cura a enfermos de lepra, las historias de Rudyard Kipling o las películas de Hollywood, como la clásica Ben-Hur (Wyler, 1959).
Seleccionó el material, se hizo un guion y con la dramaturgia de Íngrid Bravo se dio forma a la pieza, encarnada con sus voces e interpretaciones por los ex estudiantes del CUT, Sandra Cecilia, Sebastián Cobos, José Juan Sánchez, Andrés Tirado, María Kemp, Sabrina Tenopala y la misma Íngrid Bravo.
Irónicamente, el estreno de esta pieza sobre la lepra se frustró en 2020 por una pandemia, como en una tragedia griega, y Espinosa Ricalde y su equipo debieron rescatarla en un video para Aleph, Festival de Arte y Ciencia 2020, organizado por la Coordinación de Difusión Cultural UNAM, para, hasta 2022, que la universidad reabrió sus recintos, montarla en Santa Catarina, en donde ya lleva 24 funciones.
Los diseños de espacio, iluminación y vestuario son de Natalia Sedano, con asistencia de Ale Quezada; el de movimiento, de Marcela Aguilar; la música original, de Cristóbal Maryan, la fotografía y multimedia, de Ernesto Madrigal; y Beatriz Miranda Galarza y Gloria Carrasco fungieron de asesoras.
“Es un proyecto universitario, con ahora ex alumnos del CUT, que están dando voz a gente muy mayor, los ex enfermos de lepra tenían entre 70 y 80 años, para mí era importante que los encarnaran jóvenes. Es la primera vez que hago algo con la técnica Verbatim”, explica en entrevista el director de escena.
El teatro Verbatim, que primordialmente aborda temas sociales, es una representación escénica que se limita a reproducir palabra por palabra textos reales, que no han sido escritos para llevar a escena.
Espinosa Ricalde cuenta que el primer montaje con esta técnica que vio en México fue la Los arrepentidos, dirigido por Sebastián Sánchez Amunátegui en el teatro Helénico en 2013, una obra del sueco Marcus Lindeen, a quien también invitó a dar la cátedra “El teatro documental”, en el CUT
También había visto con Verbatim John, pieza de la ganadora del Pulitzer Annie Baker, en producción del National Theatre de Londres para el Dorfman Theatre, bajo la dirección de James Macdonald. Y en noviembre de 2019 había invitado a dar un curso en el CUT sobre esa técnica a la pionera, la británica Alecky Blythe, quien también impartió la conferencia “Decir lo real”, dentro de la Cátedra Bergman.
Todo ese trabajo e investigación derivó en Verdecruz o los últimos lazaretos, en donde los actores o médium, se ponen audífonos para repetir palabra por palabra los testimonios de ex enfermos de lepra, en los que se cuentan abusos, tragedias, discriminación, soledad, pero también historias de amor.
“Uno puede usar de muchas maneras el material grabado. Nosotros lo hacemos con audífonos para que sean visibles, otros se ponen chicharitos para que no se vea que es una grabación. En cambio, nosotros sí queríamos subrayar que son grabaciones, porque nos interesaba respetar lo más posible la voz de esa gente que vivió en condiciones tan difíciles y que estaban ávidas por compartir sus experiencias”, dice.
Verdecruz o los últimos lazaretos, de hecho, tiene en esas voces el espíritu rulfiano de Pedro Páramo.
“Verbatim se usa mucho en el mundo anglosajón. Blythe la ha empleado en teatro, ópera y en cine. A mí me interesó mucho unir esta técnica con testimonios vivos de personas que hablan de cómo fueron obligadas a vivir con pocos derechos humanos a su alcance, pero, a pesar de eso, fueron capaces de hacerse una vida”, expone Espinosa Ricalde cuya edición para Verbatim está a cargo de Andrés Tirado.
La obra recibe al espectador con una suerte de jaula de cristal donde van deambulando los actores-médium, que no sólo reproducen las historias, sino también los rasgos de las voces de los protagonistas.
“El ser un médium es ser diferente a ser actor o actriz, que construye un personaje. Aquí las voces no son de personajes sino de personas reales. Uno tiene que ser lo suficientemente generoso para escuchar y recibir con el cuerpo entero, y devolver lo que le dan las entrevistas con su voz. Es una técnica diferente; lleva un tiempo entenderla, pero después de que uno la entiende, pues ya no tiene problema.
“Además, es gente muy musical, hay que escuchar muy bien el contenido, el ritmo y el tono al hablar, la melodía de cada voz, para poder, en determinado momento, ya no ver a los jóvenes sino imaginarse a las personas que están hablando. A mí me parecía especialmente importante que fueran jóvenes los que dieran su voz a estas personas que son mayores y sobrevivieron a tantos años de encierro”, expone.
Espinosa Ricalde reconoce que el tema de la lepra no fácil de asimilar por los espectadores, pero es importante que se conozca, por un lado, el terror enel que vivió esta gente y, por otro, cómo los seres humanos tratamos a veces a nuestros congéneres, en nombre de la salud o una idea política.
“Otra idea que hay que entender es la del neurólogo Viktor Frankl, sobreviviente de los campos de concentración en la Alemania nazi, que decía que la gente, cuando sobrevivía, no lo hacía por ser la más fuerte, la más sana, o más joven, sino porque tenía un propósito para vivir. Los que tenían un sentido de la vida, el que hayan acogido o construido, esos eran los que tenían más probabilidades de sobrevivir. Es decir, no se trata de sobrevivir, sino de encontrarle un sentido a la vida propia.
“Estas vidas de los enfermos de lepra son ejemplares en eso, porque, contra viento y marea, encontraron un sentido a la vida, eso es algo que vale la pena compartir”, concluye el director.
Verdecruz o los últimos lazaretos concluye su temporada y se presenta el miércoles 20 y viernes 22 de abril , a las 20 horas; el sábado, a las 19 horas, y el domingo 24 concluye a las 18 horas.
caov