Carlos Martín Briceño narra la caída del gran Guty Cárdenas

FIL Guadalajara 2018

El escritor yucateco presenta en la FIL Guadalajara 2018 su primera novela, La muerte del Ruiseñor, publicada por Ediciones B.

El escritor yucateco Carlos Martín Briceño. (Foto: Paula Vázquez)
Ángel Soto
Guadalajara /

Guty Cárdenas murió desangrado en una cantina de la Ciudad de México el 5 de abril de 1932. Tenía poco más de 26 años y ya se había instalado entre las promesas de la trova yucateca. Su trayectoria, tan fugaz como envidiable, incluía haber dirigido Columbia Records, en Nueva York, dos películas filmadas en Hollywood y una presentación ante el presidente Herbert Hoover de Estados Unidos.

“Creo que si no hubiera muerto a los 26 años y medio en esa terrible riña cantinera hubiera llegado a ser más famoso que Agustín Lara”, dice el escritor yucateco Carlos Martín Briceño.

Dueño de una admirable contundencia para el cuento, Briceño —que tiene olfato para las historias extravagantes— se apasionó por la historia de Guty tras escribir un cuento que relata sus últimas horas de vida. La experiencia le resultó tan intensa que decidió convertir esa historia en su primera novela: La muerte del Ruiseñor, publicada por Ediciones B.

Mientras narra los acontecimientos que condujeron a Guty a su trágica muerte, Briceño se desdobla a sí mismo en una metanovela de costuras palpables. El libro, cuenta Briceño, empezó siendo una novela histórica tradicional, “pero me di cuenta de que hacer eso sería un poco aburrido. Las novelas históricas, si no están profusamente descritas, se vuelven tediosas”.

De manera paralela, una serie de aflicciones personales lo encauzó a la escritura de una suerte de diario para el desahogo. Al comparar ambos manuscritos, notó vínculos innegables entre su vida y la del autor de “Ojos tristes”.

Tu vida y la de Guty están unidas en varios planos: el geográfico, el musical…

La música está presente en todos lados. Hay mucha música, mucha comida, mucho sureste, mucha Mérida... Es una novela muy honesta, donde al final, como lo decía Élmer Mendoza, dan ganas de ir a Mérida, dan ganas de escuchar a Guty, de comer cochinita. Probablemente, sin habérmelo propuesto, también hice una descripción de ese sureste tan lejano, de ese otro México que muchos conocen solo como turistas. 

¿Cómo lidiaste con la transición del cuento a la novela?

Me di cuenta de que en la novela uno puede ser mucho más libre, puedes permitirte fallar, tener capítulos donde baje la intensidad. En el cuento no puedes hacer eso, porque tienes que enganchar, atrapar y destruir al lector desde el principio. El cuento a veces lo siento como una camisa de fuerza, pero es indispensable para que funcione. En cambio, la novela permite jugar.

¿Por qué nunca se esclareció la muerte de Guty?

Todo parece apuntar a que fue un crimen cantinero. Guty hizo el himno a la República española y los españoles que lo mataron eran el brazo ejecutor de la monarquía, que atentó contra un hombre que se atrevió a hacer un himno satírico en contra de Alfonso XIII. Hay otra teoría: Guty era muy mujeriego y en ese tiempo era amante de la mujer de un general poblano muy poderoso que pretendía ser presidente.

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