Fabrizio Mejía: uno siente nostalgia por lo que no vivió

FIL Guadalajara 2018

El escritor mexicano presentó en la FIL Guadalajara su más reciente libro, Crónica de la victoria, sobre el triunfo de López Obrador en las pasadas elecciones.

Fabrizio Mejía Madrid. (Foto: Octavio Hoyos)
Eduardo Limón
Guadalajara /

Concluye un año prolífico para el autor que durante 2018 publicó tres libros, relacionados con las elecciones mexicanas (Manual para votantes primerizos o expertos, hastiados o esperanzados), el triunfo de Andrés Manuel López Obrador (Crónica de la victoria) y el movimiento de 1968 a través de la novela Esa luz que nos deslumbra

Agotado de escribir acerca de política, Fabrizio Mejía Madrid comparte sus últimas reflexiones sobre el cincuentenario de un hecho histórico que le ha obsesionado. 

Se dice que no se olvida, pero el hecho es que luego del 2 de octubre de este año daría la impresión de que el 68 comienza a quedar atrás. 

Creo que hizo falta una reflexión más actual. El 68 es un mito fundacional que solemos rellenar con las angustias del presente. Lo mismo sirve para decir que ahí empezó la lucha por las libertades democráticas o que ahí se cerró la vía legal y surgieron las guerrillas; también el feminismo, la ruptura en las artes plásticas, nuevos lenguajes cinematográficos… Todo eso es legítimo, pero mi novela trata de llenar al 68 de sí mismo.

¿En qué sentido?

En el sentido de tratar de responder preguntas como ¿qué habrá sido ser chavo durante esa huelga?, ¿enamorarse?, ¿cómo habrá sido la preocupación de los padres?, además de compartir todas esas historias de oficina que cuento acerca de las muy probables discusiones que debieron tener Luis Echeverría, Díaz Ordaz, Corona del Rosal y García Barragán en función de la decisión que tomaron de reprimir a los estudiantes.

En la novela se advierte que el movimiento es todo el 68 para un sector de la población y la Olimpiada fue todo el 68 para otro sector.

La mayor parte del país vivió ese 68: ocurrió una tragedia el 2 de octubre, ocurrió también una fiesta entre julio y agosto, cuando la toma de las calles por los estudiantes. Vino la amenaza presidencial en septiembre, la toma de las universidades, la resistencia politécnica que defiende sus instalaciones durante tres días en contra del ejército —hecho que me parece algo de lo más épico del movimiento— y los discursos geniales, como el de El Búho, del que tomo la frase “esa luz que nos deslumbra”, y la conciencia de los estudiantes de que no eran mayoría y de que para una parte del país, efectivamente, no eran visibles. 

¿Por qué te obsesiona el 68?

Porque nací en ese año y porque uno suele sentir nostalgia por lo que no vivió.

Luego de que este año vivimos la conmemoración más importante alrededor suyo, ¿quedará algo por decir acerca del movimiento estudiantil?

La idea de que la gente puede salir espontáneamente a la calle a decir “Escúchennos” como sucedió en la primavera árabe; en Argentina, cuando el “Todos somos iguales”, y en España con “Podemos”. Esa soberanía popular que existe en la calle no va a dejar de latir en tanto haya injusticias. En ese sentido, el 68 no va a terminar.


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