Lídia Jorge, la escritora del rescate de los humillados

FIL Guadalajara 2020

La escritora portuguesa recibirá el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances en el evento inaugural de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

La escritora portuguesa Lídia Jorge. (© Cortesía FIL Guadalajara | Nabil Quintero Milián)
Ciudad de México /

“La literatura lava con lágrimas ardientes los ojos de la historia”. Son palabras de la escritora portuguesa Lídia Jorge, quien este año recibirá el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances durante una ceremonia que habremos recordar como insólita, pues por primera vez la Feria Internacional del Libro de Guadalajara se realizará de manera virtual a causa de la pandemia de covid-19.

Representante de la Generación de la posrevolución, Lídia Jorge (Boliqueime, Portugal, 1946) estudió literatura francesa en Lisboa y pasó algunos años en Angola y Mozambique durante las guerras de independencia colonial. Su libro debut, O Dia dos Prodígios, fue publicado en 1980 y es considerado un hito de la literatura portuguesa contemporánea.

A la fecha, su obra incluye novelas, cuentos, libros para niños, teatro, ensayo y poesía. Esa copiosa producción le ha valido reconocimientos de toda índole, premios que reconocen su valor literario y el distintivo crítico de su pluma. No en vano ha sido definida por la crítica como “la escritora del rescate de los humillados”. Su libro Los memorables (Elefanta Editorial, 2014), una revisión de los momentos cruciales de la revolución, se ha revelado como el libro que transfigura y cimenta la mitología portuguesa de las últimas décadas.


Hace pocos días, en una entrevista publicada en MILENIO, la escritora habló del presente de la literatura de su país.

“Me parece que los grandes lectores nos leen a sabiendas de que hay una literatura seria —dijo—, que no tiene campo para la literatura fútil, porque nosotros sufrimos mucho y seguimos siendo muy pobres. Sobre todo, hay un respeto que me parece muy importante: el relato que mi generación hizo y está haciendo aún sobre las relaciones con los antiguos de África y de las antiguas colonias: cuando se habla de una literatura lusófona, me parece que existe no sólo porque es la misma lengua, sino por el deseo de hablar del otro como el dialogante de la historia que estamos construyendo”.

Que sus libros estén traducidos a más de veinte lenguas y que hayan recibido varios premios nacionales e internacionales no es un capricho de la industria editorial. Responde, en cambio, a una certeza que domina su escritura: “No tenemos un aparato para medir el cambio, pero los libros cambian todo”.

​ÁSS

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