Del 19 al 30 de octubre la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM), dirigida por Carlos Miguel Prieto, realizará una gira por Estados Unidos, presentaciones en las que se interpretarán obras de compositores como Carlos Chávez, Silvestre Revueltas, Arturo Márquez, Gabriela Ortiz, así como de Gabriela Montero, quien además participará como solista.
En estas fechas, en contexto del 45 aniversario de la OSM y el Bicentenario de las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos, Gabriela Montero conversó con MILENIO sobre su intervención como compositora e intérprete, en una gira que comprenderá siete conciertos y actividades educativas en California, Missouri, Iowa, Michigan y Florida.
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“Voy a participar en Concierto Latino, que es mi composición, una obra muy compleja de 30 minutos y que ya he tocado muchas veces con Carlos Miguel, tanto en México como Chile y Estados Unidos. Yo seré solista en un programa en el que habrá otra mujer contemporánea, compositora mexicana que es Gabriela Ortiz, de mucho renombre y muy respetada; ella es la compositora de la primera obra (Kauyumari) y yo soy de la segunda, así que lo tocaré y participaré también como intérprete”.
¿Cómo se escucha Concierto Latino?
Es un concierto, siempre y claro, dentro del lenguaje clásico pero contemporáneo. Es una obra que oscila entre el lenguaje tonal y el atonal, es muy rítmica y tiene tres movimientos. Uno es un mambo, pero un mambo que no refleja, digamos, solamente esa parte sabrosa y encantadora de la música latina, sino que también sirve para convertirlo en un mambo más oscuro, que es una forma de yo poder hablar de las partes oscuras del carácter latino y de nuestra realidad como países, que tenemos realidades complejas y difíciles.
El tercer movimiento es un allegro venezolano, en el que tomé tres o cuatro notas del “Pajarillo”, un tema icónico de Venezuela; entonces, en la superficie es un movimiento jovial y bailable, pero desencadena en una oscuridad que es mi forma de hablar de lo que sucede en mi país.
¿Cómo se vive una presentación en la que es compositora e intérprete?
Es curioso porque yo conozco mucho repertorio creado por otros compositores del pasado, pero cuando tengo que tocar una obra mía hay dos partes: la del intérprete, en la que quiero sacar a relucir, digamos, ciertos contrastes, la personalidad del concierto; y como compositora, que es una gran responsabilidad tocar mi obra porque quiero mostrársela al público de la mejor manera.
¿Redescubre su obra con el paso del tiempo?
La verdad que sí. Es interesante porque a medida que voy tocando mi concierto, al igual que con el repertorio de otros compositores, uno se va adentrando en el contenido; mientras más lo toco más encuentro esa riqueza armónica, de la personalidad y el carácter de la obra.
¿Qué temáticas le interesa explorar?
Yo creo que la música en la historia siempre ha servido no solamente para conectarlo con la literatura o las otras artes, sino también como arma para sacar a relucir los temas importantes de nuestra sociedad global.
En mi caso, como venezolana, ha sido evidente que necesito utilizar mi música y mi plataforma para continuar hablando e informando sobre lo que sucede y ha sucedido en el país: me parece que sería un desperdicio no hacerlo. Y como compositora e intérprete tengo la herramienta de la música para llevar esos mensajes al mundo y contar cuál es la verdad de lo que ha acaecido en Venezuela.
¿La música latinoamericana ha llegado a más escenarios?
Yo siempre he gozado de tener una carrera, sobre todo los últimos 26 o 27 años, sumamente rica y ocupada. Creo que la medida en que uno vaya escalando para llegar a ser un artista reconocido, y ya con un poco de más edad, uno entra a otra etapa de reconocimiento. Pero la cosas no han sido fáciles, de cierta forma porque cuando una mujer, sobre todo, asume el rol de ser quien denuncia es una situación muy difícil estar en esa posición, pero como siempre digo: “No tengo otra, porque tengo una conciencia y es vital que todos hagamos lo que tenemos que hacer para denunciar tiranías y el mal”.
En ese sentido, ¿cuál es el poder de las artes como forma de protesta?
En el pasado, compositores como Shostakóvich, por ejemplo, fueron quienes, sobre todo en en la época preinternet, porque esa fue en los tiempos de Stalin, durante la que él vivió en la Unión Soviética; el legado que dejó a través de su música fue contarnos el horror y la barbarie que vivió y el temor durante esa dictadura. Él utilizó la música para dejarnos esos mensajes humanos sobre lo que sucedió en su país. La música es un instrumento sumamente poderoso, con el cual se puede poner en evidencia lo que realmente sucede, y también se puede usar para ocultar, pero mi posición siempre ha sido el utilizarla para evidenciar.
¿Seguirá contando esas partes oscuras?
Preferiría pasar la página y contar la parte bonita y elevada del ser humano, pero lamentablemente como venezolana, eso todavía no me ha tocado. Así que sí, continuaré haciéndolo. De hecho, estoy terminando una obra que es un quinteto para piano y cuerdas que va a tratar sobre la destrucción de la Amazonas venezolana, del cual nunca se habla, solo se dice lo que sucede en Brasil. Ese es el tema que estrenaré el próximo mayo en Estados Unidos. _
jk