Guillermo Arriaga: “Quiero que mi carrera sea juzgada a partir del riesgo”

El escritor presenta Extrañas, una novela que transcurre en 1781, en Inglaterra, donde un noble cuestionará su vida y creencias a partir de un encuentro insólito.

Francisco Guasco/ EFE
Ciudad de México /

Para escribir Extrañas (Alfaguara), Guillermo Arriaga se puso varios retos, de entrada, eliminó los “que”, los adverbios que terminan en “ente” y, por si fuera poco, solo usó palabras que se acuñaron antes de 1790 para contar su peculiar historia. En entrevista con MILENIO, el escritor (1958) revela los secretos detrás de su libro y de William Burton, un joven noble que enfrenta al destino después de “convivir” con un ser extraño que lo hace cuestionar sus creencias y posición en el mundo.

Extrañas es una novela compleja.

Todas han sido un reto para mí, pero para Extrañas me propuse las siguientes reglas: no hay ningún “que”, ningún “porque” y ningún “aunque”. Parece fácil pero no lo es. También quité los adverbios terminados en “mente” y usé palabras que solamente se acuñaron antes de 1790, yo tenía que investigar cada palabra en un diccionario especial que tiene la Real Academia de la Lengua. Luego, también cambié la puntuación. (risas). ¿Por qué hice todo esto? Porque así se hacía en el siglo XVIII. Yo quería que hubiera todo el espíritu y toda la obra de ese siglo, que es donde se sitúa la novela en Inglaterra.

La historia de William Burtone es riesgosa, ¿cómo nació?

Iba con mi amigo Sergio Avilés en la carretera entre Uvalde y el río Texas, una zona a la que voy mucho. Y hace 10 años le dije: “Tengo mi novela” y poco a poco fue germinando dentro de mí. Yo quiero que mi carrera sea juzgada a partir del riesgo. Que no digan, “mira, ya se quedó donde se siente cómodo”, siempre quiero que mi próxima obra tenga un riesgo, de que la gente diga: “no, ya la regó este tipo”, prefiero eso a estar yendo siempre a la segura.

El protagonista se enfrenta a su familia.

Él se encuentra con seres que son raros para su época que ahora, en esta necesidad que tenemos de incluir a todos, ya no son tan raros. Él es un noble y va a heredar miles de acres dentro de las cuales hay pueblos. En uno de estos, descubre a alguien que le va a cambiar la vida y al mismo tiempo le hace cuestionarse su posición en el mundo. Entonces empieza a cuestionar a sus preceptores (maestros privados) y conoce a uno que está orientado hacia la ciencia, que es el pensamiento crítico y lo hace cuestionarse a sí mismo y a pensar de otra manera. A partir de ahí, comienza el periplo del personaje que se llama William, un muchacho de 17 años.

Se rebela a su destino.

Sí, con el “ente”, quien no puede hablar pero se puede comunicar con él a través de la mirada. Construyen una relación y empieza a entender que hay cosas que no están en la religión y en esa época, eso era un acto de gran rebeldía: cuestionar los designios de Dios o tratar de revertir los designios de Dios era mal visto: ¿Quién te sientes tú para salvarle la vida a un moribundo si Dios ya lo decidió? Entonces, este cuestionamiento científico, de que hay que hacer algo para alargar la vida o curar las enfermedades, cambiar las circunstancias de estos seres extraños es con lo que se enfrenta William, lo convierten en un rebelde para su época.

La medicina, la ciencia y la religión se enfrentan.

Me interesa mucho el pensamiento crítico. Me interesa mucho el pensamiento que te lleva a cuestionar quién eres. Es esta necesidad que tienen algunas personas de evadir su realidad. Yo creo que evadirte de tu realidad y no confrontarte, no hacer un ejercicio crítico de quién eres, te hace deambular por el mundo. Lo interesante de la ciencia es que te cuestiona, te hace ver tus limitaciones, te hace consciente de tu mortalidad. Y eso es lo que siento que se vivió en el siglo XVIII, el que retrata la novela. De pronto todas estas certezas que tenían empiezan a ser erosionadas por el pensamiento crítico y es el gran salto que da la ciencia, es un salto entre la alquimia y la química, entre la astrología y la astronomía. Todo eso parece muy sencillo y podrías decir “no es para tanto”, pero sí fue un salto grande; nada más que sepas, disminuyó la mortandad en la cirugías un 80 por ciento solo por lavarse las manos. Es el periodo que retrata la novela, de ese cambio que hay. Es todos los prejuicios que tenemos, incluso ahora, cuestionados a raíz del pensamiento crítico.

De alguna manera, la historia de William podría llevar al lector a cuestionar su propia vida.

Te voy a decir la verdad, mi intención siempre que escribo es contar una historia y contarla lo mejor posible. Si se cuestionan o no, ya no está en mis manos. Pero sí creo que el arte debe de cuestionar siempre, debe confrontar siempre. Para poder cargar la vida, tienes que cuestionarte, tienes que enfrentarte contigo mismo, de lo contrario, estarás perdido toda la vida.

Arriaga cuenta que un día fue a dar una plática de literatura a los compañeros de su hijo Santiago, cuando iba en sexto de primaria, y le pidió a las maestras que se salieran. Entonces les dijo a las niñas y los niños:

“Si tú no lees, si tú no te cuestionas, vas a acabar como los papás de muchos de ustedes que refunfuñan en la mañana y cuando, llegan del trabajo, están hartos del trabajo que tienen porque nunca supieron para dónde querían ir, y están perdidos en la vida, y ustedes no quieren estar perdidos en la vida, por eso tienen que leer, pero no lean solo con el ánimo de pasársela bien, lean tratando de descubrir algo dentro de ustedes mismos que no sabían que existía”.

Eres un cazador de historias, siempre al acecho.

Pienso, actúo y reflexiono como un cazador permanentemente. Desde los dos años y medio quería ser cazador y tengo un profundísimo amor por los animales, por lo paradójico que esto pueda sonar. Y, obviamente, mis personajes se van imbuyendo de todas las paradojas que trae la cacería porque mucha gente piensa que uno caza por diversión: no, no caza por diversión, no puede ser divertido matar un animal, te entra una culpa terrible, pero hay un misterio en el acto de la cacería, hay un misterio en el acto de la vida y la muerte y en la naturaleza que te hace entender tu propia naturaleza, y eso creo que se refleja en toda mi obra. Creo que todos mis personajes se mueven siempre dentro de una paradoja.

William Burton se la pasa entre paradojas.

El final de la novela es una paradoja muy dolorosa. Los lectores se quedan rumiando la novela un rato porque es un acto de paradoja y creo que eso es algo que me trae la cacería, la paradoja, la contradicción, toda esta confusión que te provoca el acto de cazar.

¿Cazar y escribir son dos placeres para ti?

Yo no creo que la palabra placer sea la correcta. Yo creo que son dos rituales con una profundidad, cada uno en su ámbito porque no hay un placer, hay una entrega, una pasión, una adrenalina, una sacudida muy fuerte en las dos cosas. Cuando escribo no sé a dónde voy. Yo no soy como muchos amigos míos que hacen mapas y ponen papelitos. Yo me arranco sin saber nada de la historia y empiezo a inventar sobre la marcha, y a veces lo que estás escribiendo te sacude y dices: “ah, cabrón”. Es igual que cuando cazas, obviamente la sacudida es mayúscula y es una sensación fuerte que yo equiparo al acto de escribir. Pero sí, me parece más placentero que cazar, al escribir sí encuentras gozo porque yo escribo como lector, nunca sé lo que va a pasar y la novela se me va revelando poco a poco.

El autor

Guillermo Arriaga (Ciudad de México, 1958) ha publicado las novelas Escuadrón Guillotina (1991), Un dulce olor a muerte (1994), El búfalo de la noche (1999), El Salvaje (2016), Premio Mazatlán de Literatura 2017, Salvar el fuego, Premio Alfaguara de novela 2020, y la colección de cuentos Retorno 201 (2006). Su obra ha sido traducida a 20 idiomas.

Recientemente Arriaga fue elegido por un panel internacional como uno de los 100 mejores escritores de cine de la historia.

Clave

En la novela, aparecen los Racionales, médicos, botánicos, naturalistas, geógrafos dispuestos a indagar, a través del pensamiento científico sin dejar de lado la reflexión teológica. 

DAG

  • Vicente Gutiérrez
  • vicente.gutierrez@milenio.com
  • Periodista desde hace 25 años y especialista en temas culturales, la industria del entretenimiento y cinematográfica. Por su experiencia y conocimiento, también ha participado en temas de política y de negocios. Es reportero de cultura en Milenio y locutor en “La Taquilla”, programa de Radio Fórmula 104.1 FM.

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